'La financiaci¨®n de todos los grupos ilegales es del narcotr¨¢fico'
Colombia permanece atrapada por la violencia. Despu¨¦s de tres a?os y medio de di¨¢logo con la guerrilla, que se rompi¨® el pasado mes de febrero, y once a?os despu¨¦s de la desmovilizaci¨®n de la guerrilla del M-19 y de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n de 1991, durante un proceso de conciliaci¨®n pol¨ªtica que despert¨® las adormecidas esperanzas de paz, el pueblo colombiano sigue sin encontrarla salida del laberinto de la guerra.
Antonio Navarro Wolff, 53 a?os, fue uno de los fundadores del M-19, el grupo insurgente m¨¢s popular de Colombia, presidente de la Asamblea Constituyente, candidato a la presidencia de la Rep¨²blica, ministro, parlamentario y alcalde. Sigue en la brega pol¨ªtica, y en las pasadas legislativas fue el segundo candidato m¨¢s votado de Colombia. 'Armar a un mill¨®n de civiles para combatir a los grupos ilegales, tal como propone el candidato ?lvaro Uribe (favorito en las presidenciales de mayo), me parece muy peligroso, y puede desbordarse', advierte.
'Hay un problema estructural dur¨ªsimo en Am¨¦rica Latina: la inequidad. Es la marca de f¨¢brica del desarrollo latinoamericano. Es un problema de fondo'
'Hay una visi¨®n un poco estereotipada de ?lvaro Uribe. No es un simple candidato de la guerra, es tambi¨¦n un candidato que tiene un discurso m¨¢s moderno que Horacio Serpa'
'La guerra est¨¢ empezando a perder popularidad, lo cual est¨¢ bastante bien, porque cuanto menos popular sea la guerra m¨¢s posibilidades hay de resolverla'
'En el terreno estricto de la democracia representativa hay espacio para las FARC. Hay que hacer algunas modificaciones pol¨ªticas, electorales, pero no son demasiado grandes'
'En los ¨²ltimos 11 a?os hay una expansi¨®n de movimientos guerrilleros impresionante. En parte, por la extensi¨®n de los cultivos il¨ªcitos; en parte, porque ha aumentado su capacidad de secuestrar'
'A nosotros -ex miembros del M-19- la historia nos ha juzgado con dureza. ?ramos inexpertos. ?ramos unos muchachos salidos del monte. Sab¨ªamos de pol¨ªtica, pero no de elecciones'
Pregunta. Usted ha sido el segundo pol¨ªtico colombiano mejor votado en las legislativas.
Respuesta. Ha sido un premio a la consistencia de los ¨²ltimos a?os, y eso tiene un valor cada vez mayor en la pol¨ªtica colombiana. Es la votaci¨®n m¨¢s alta que no tiene clientelismo en el Congreso porque los otros candidatos con parecidos resultados fueron votados por una mezcla de opini¨®n m¨¢s maquinaria.
P. ?Qu¨¦ demuestra esa votaci¨®n?
R. La intenci¨®n de cambio, aunque el Congreso sea igual de clientelista. La renovaci¨®n es minoritaria.
P. Entonces no se trata de un desmoronamiento de los partidos tradicionales: el conservador y el liberal.
R. No. Los partidos tradicionales siguen siendo mayor¨ªa con los m¨¦todos tradicionales adem¨¢s. Los votantes que lo hacen en funci¨®n de su opini¨®n ten¨ªan dos opciones: votar por la autoridad, votando por candidatos como ?lvaro Uribe, o votar por la transparencia y las reformas sociales, votando por gente como yo. Pero el voto de opini¨®n no es m¨¢s que un 30%, el otro 70% es el voto del aparato, del clientelismo.
P. Los candidatos del liberal disidente Uribe arrastraron muchos votos.
R. S¨ª, pero tambi¨¦n hubo sensatez de muchos votantes que consideraron que si Uribe iba a ganar las presidenciales de mayo era importante que hubiera un contrapeso en el Congreso.
P. Los paramilitares dicen que tienen el 35% del Congreso.
R. As¨ª es. Es una cosa preocupante. Los paramilitares dijeron que el 35% de los nuevos parlamentarios estaba trabajando con ellos.
P. ?Qu¨¦ consecuencias puede tener la reciente ruptura del proceso de paz?
R. En primer lugar, desaparece el argumento de que todo lo que estaba pasando era culpa del presidente, Andr¨¦s Pastrana, de la debilidad del Gobierno, y empiezan a aparecer los huesos de la guerra. Los colombianos est¨¢n teniendo que decidir si est¨¢n dispuestos a pagar los costos de la guerra en dinero. Aqu¨ª sigue habiendo la ilusi¨®n de que la comunidad internacional pague esos costos, pero poco a poco la gente empieza a reconocer que eso saldr¨¢ del bolsillo de los colombianos.
P. La guerra no es gratis.
R. No lo es. Eso va a significar que el pa¨ªs se atrase en inversi¨®n productiva y social, y en segundo lugar, que tampoco va a ser una victoria r¨¢pida. Parec¨ªa que se acababa la zona de distensi¨®n, que la guerrilla iba a ser derrotada. No est¨¢ pasando. La guerra est¨¢ empezando a perder popularidad, lo cual est¨¢ bastante bien, porque cuanto menos popular sea la guerra m¨¢s posibilidades hay de resolverla.
P. Pero el belicismo de Uribe gana puntos.
R. Bueno, aunque propone la guerra, no propone s¨®lo la guerra. Hay una visi¨®n un poco estereotipada de Uribe. No es un simple candidato de la guerra, es tambi¨¦n un candidato que tiene un discurso m¨¢s moderno que Horacio Serpa.
P. ?En qu¨¦ es m¨¢s moderno que Serpa?
R. Serpa es un candidato que est¨¢ rodeado de dinosaurios, los m¨¢s dinosaurios de todos, y los defiende activamente a lo largo de los a?os. A Uribe ahora le est¨¢n llegando los dinosaurios, pero los recibe con condiciones, tiene ideas propias y propone unas modificaciones a la estructura del Estado que son m¨¢s modernas. Adem¨¢s da la impresi¨®n de que Serpa quiere quedar bien con todo el mundo.
P. ?Sigue jugando el narcotr¨¢fico un papel tan importante en el conflicto colombiano?
R. S¨ª, porque la financiaci¨®n de todos los grupos ilegales, de las guerrillas y los paramilitares, es prioritariamente del narcotr¨¢fico.
P. Si gana Uribe las presidenciales de mayo, ?qu¨¦ perspectivas de soluci¨®n tiene el conflicto interno de su pa¨ªs?
R. Uribe est¨¢ tratando de conseguir una ventaja grande para el Estado para ponerle condiciones al proceso de conversaciones con la guerrilla. No ha dicho que no negocia. Ha dicho que lo har¨¢ en condiciones distintas, ventajosas para el Estado. Y para eso tiene que imponerse en el campo de combate. Y eso le va tomar a?os.
P. El candidato presidencial quiere poner a un mill¨®n de personas colaborando con el Ej¨¦rcito en la lucha contra la subversi¨®n.
R. Eso ser¨ªa involucrarse masivamente en el conflicto.
P. Esa iniciativa recuerda a las rondas campesinas peruanas y las patrullas civiles guatemaltecas, de tan infausta memoria.
R. S¨ª, s¨ª. Claro. Es peligroso. Y aqu¨ª, por las caracter¨ªsticas del conflicto, no las puede armar con machetes, sino con fusiles. Y entonces, un pa¨ªs con tantos fusiles en manos ilegales pues corre el riesgo de desbordarse en grupos armados y terminar convirtiendo a esos grupos en auxiliadores de los paramilitares.
P. No parece que, despu¨¦s de tanta sangre derramada en Am¨¦rica Latina, las injusticias sociales hayan disminuido sustancialmente.
R. Hay un problema estructural dur¨ªsimo en Am¨¦rica Latina: la inequidad. Es la marca de f¨¢brica del desarrollo latinoamericana. Es un problema de fondo.
P. ?Por qu¨¦ los Gobiernos no pueden solucionarlo?
R. Hay algo que no est¨¢ todav¨ªa bien resuelto: cu¨¢l es el modelo que produce crecimiento y equidad. En pa¨ªses como Per¨², Brasil, M¨¦xico, Colombia y otros se necesitan esfuerzos de equidad duros.
P. El narcotr¨¢fico ha venido a complicarlo todo.
R. No hay manera, por ejemplo, de resolverse el problema de la coca simplemente fumigando los cultivos (la pol¨ªtica de EE UU) o sustituy¨¦ndolos. Se necesita una transformaci¨®n de la econom¨ªa agraria, y ello requiere una reforma. Eso y una agenda entre el Gobierno y las FARC (la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, marxista, la m¨¢s fuerte de Am¨¦rica Latina, y en guerra desde hace cuatro decenios).
P. ?Mereci¨® la pena su pasado guerrillero?
R. Yo creo que s¨ª. Estaba totalmente convencido de lo que estaba haciendo. Llegu¨¦ a la lucha armada reclutado por los grandes movimientos estudiantiles de los a?os sesenta, que aqu¨ª llegaron hacia los setenta. Coincidi¨® con el hecho de que un partido populista gan¨® las elecciones el 19 de abril de 1970, comandado por el general Rojas Pinillas, y le hicieron fraude. De ah¨ª nace el M-19, con gente que ven¨ªa de las FARC y del propio partido populista.
P. Los tres objetivos fundacionales del M-19 fueron la independencia nacional respecto a Estados Unidos y la democracia social y econ¨®mica. ?Hasta qu¨¦ punto se han conseguido?
R. Mejor¨® la democracia, pero no lo suficiente. Hemos descubierto que, de todas maneras, la transformaci¨®n de las formas pol¨ªticas corruptas y clientelistas es muy complicada. Ha crecido la desigualdad, ha aumentado la corrupci¨®n, se ha deteriorado la econom¨ªa, ha aumentado la pobreza, se han envilecido muchas instituciones.
P. ?Podr¨ªa entenderse entonces que las FARC no abandonen la lucha armada si se ha logrado tan poco? Igual creen que pueden ganar, contrariamente al M-19, que entr¨® en pol¨ªtica convencido de que era imposible derrotar al ej¨¦rcito.
R. Hoy, las guerrillas en activo est¨¢n valorando muy poco el efecto pol¨ªtico, estrictamente pol¨ªtico, de la paz. Una paz en un pa¨ªs en situaci¨®n de guerra recibe un premio, digamos, de parte de la opini¨®n p¨²blica. La paz que hicimos nosotros solos, con seis organizaciones guerrilleras, el 20% del total, caus¨® un impacto pol¨ªtico enorme. Eso no lo est¨¢n viendo ni las FARC ni el ELN, porque no nos dur¨® demasiado ese apoyo por muchas razones. Pero el hecho de que durase o no, no significa que no hubiera causado un enorme impacto pol¨ªtico, de reconocimiento a alguien que representa el cambio pac¨ªfico.
P. ?Hay condiciones para una victoria guerrillera en Am¨¦rica Latina?
R. No, no las hay; ni siquiera en Colombia, donde hay una guerrilla con el aparato militar m¨¢s formidable que guerrilla alguna ha tenido en la historia de Am¨¦rica Latina. No hay aparato militar como el que tienen las FARC, ni en Cuba, ni en Nicaragua, ni en El Salvador. Es un aparatazo, y es tan grande su desarrollo armado que es su principal debilidad. Necesitan dinero para garantizar el flujo de recursos que demandan los nuevos niveles de enfrentamiento, y para ello tienen que conseguirlo de la econom¨ªa interna (masificaci¨®n del secuestro, alianzas con el narcotr¨¢fico), y eso tiene un coste pol¨ªtico enorme.
P. Marulanda, Tirofijo, el jefe de las FARC, lleva toda su vida en el monte. Es dif¨ªcil que acepte un cambio de vida.
R. Pero es que tiene razones ese hombre. Desde 1995 a 1998 las FARC tuvieron la iniciativa militar. Estaban pele¨¢ndole al ej¨¦rcito y demoli¨¦ndolo. En 1998 se sent¨® a la mesa y empez¨® la recuperaci¨®n militar de las fuerzas armadas, que ha ido como balanceando la ventaja militar de las FARC. Pero ¨¦sta es una guerrilla que se sent¨® con una gran ventaja militar, que estuvieron cerca de la victoria, que estaban ganando, que quisieron imponer en la mesa las condiciones materiales de la iniciativa y de la ventaja militar pr¨¢ctica que ten¨ªan.
P. ?Son invencibles las FARC?
R. Eso s¨ª, por supuesto. Son totalmente invencibles. Pero tambi¨¦n me pareci¨® que estaban empezando a condicionar sus demandas pol¨ªticas a la nueva realidad militar. Aceptaron, por ejemplo, la no exigencia de la beligerancia, el reconocimiento de fuerza beligerante. Era poner al Estado y a la insurgencia exactamente en el mismo nivel de Estados enfrentados: un Estado regular y un Estado, irregular, pero Estado.
P. Pidieron la beligerancia durante dos a?os.
R. Despu¨¦s dijeron: 'No estamos por la beligerancia, hagamos un acuerdo'. Las FARC comienzan a aceptar el status jur¨ªdico del Estado colombiano, y ellos como insurgencia. Es un cambio sutil que corresponde a la reflexi¨®n de la situaci¨®n militar. El mismo 8 de diciembre de 1990, el d¨ªa en que elegimos constituyentes, el Ej¨¦rcito atac¨® el cuartel central de las FARC en Casa Verde, donde llevaban seis a?os. Ya hab¨ªa muerto Jacobo Arenas (su fundador), y ah¨ª se ech¨® a perder la posibilidad de un acuerdo con las FARC. (La guerrilla ped¨ªa 30 esca?os de las constituyentes para la coordinadora de fuerzas guerrilleras en una C¨¢mara de 70. Al Gobierno le pareci¨® mucho).
P. ?Por qu¨¦ la Alianza Democr¨¢tica M-19 no fue capaz de retener a partir de julio de 1991 el apoyo social, demostrar que era posible cambiar radicalmente el pa¨ªs desde la paz?
R. En diciembre de 1990 fuimos los grandes ganadores de la Asamblea Constituyente (que enmend¨® la Constituci¨®n de 1886), porque enfrentamos en el Congreso a la clase pol¨ªtica tradicional. Y le ganamos al Congreso, disolvimos el Congreso. Hasta ah¨ª no fue m¨¢s que ascenso. Si hubiera habido elecciones presidenciales en julio de 1991, ahora estar¨ªa hablando usted con un ex presidente. Eso era clar¨ªsimo en todas las encuestas. Empez¨¢bamos a hacer el cambio pac¨ªfico. Pero Gaviria (el ex presidente) no nos acompa?¨® en el paso siguiente. Se ech¨® para atr¨¢s.
P. ?Qu¨¦ paso hubiera sido ese?
R. Consolidar unas elecciones para el Congreso (octubre 1991) donde predominaran las fuerzas del cambio, unas listas ¨²nicas para todos. Y resulta que Gaviria se acomod¨® y apoy¨® a los pol¨ªticos tradicionales. La clase pol¨ªtica fue miope y no pareci¨® darse cuenta de que nuestro debilitamiento daba argumentos a la guerrilla para seguir combatiendo.
P. ?Por qu¨¦ se acomod¨®?
R. Porque ¨¦l es un pol¨ªtico tradicional, un pol¨ªtico liberal. Prefiri¨® un Congreso que pudiera manejar a un monto de fuerzas nuevas, que hubiera forzado cambios.
P. Entonces ganaron el Congreso los derrotados en la Constituyente.
R. S¨ª. Recuperaron el espacio. Adem¨¢s cometimos errores al redactar la lista.
P. ?Errores suyos?
R. S¨ª, me los tengo que atribuir yo m¨¢s que cualquier otro miembro del M-19, porque yo era el jefe casi indiscutible de la Alianza Democr¨¢tica M-19.
P. ?Cu¨¢les fueron?
R. Poner a personas que no correspond¨ªan al perfil de cambio. Hab¨ªa un se?or que era conservador, otro que estaba vinculado a un grupo econ¨®mico, pero que hab¨ªa sido colaborador nuestro en la clandestinidad, pero que eso no lo sab¨ªa nadie. Hubo un intento de ampliaci¨®n que termin¨® desdibujando el perfil de cambio.
P. Y la derrota.
R. Y adem¨¢s, la derrota; relativa, porque bajamos del 28% al 9% de los votos porque nosotros no pudimos presentarnos. Los constituyentes no pudimos presentarnos, nos autoinhabilitamos; debimos presentar unas listas distintas. La campa?a no consigui¨® levantar. Y Gaviria, pensando: a m¨ª me convienen m¨¢s los anteriores, que los manejo mejor. Y adem¨¢s nosotros hab¨ªamos prometido la paz, y las otras guerrillas estaban en plena ofensiva. Tampoco hubo paz. Tuvimos 23 congresistas, pero se individualizaron; cada uno iba por libre, y la idea de tener un grupo organizado se disolvi¨®. De todas formas, la historia nos ha juzgado con demasiado dureza. ?ramos inexpertos. ?ramos unos muchachos salidos del monte, sab¨ªamos de pol¨ªtica, pero no de elecciones.
P. ?D¨®nde se siente m¨¢s c¨®modo: en la guerrilla, en la pol¨ªtica?
R. Actu¨¦ en conciencia. La decisi¨®n de ir a la guerrilla es muy brava, muy exigente. Se deja todo y se pone al frente lo ¨²nico que tienes: la vida. Es una decisi¨®n de dejar todo, sin retorno.
P. ?C¨®mo son sus relaciones con las guerrillas?
R. Con el ELN, mejor; con las FARC es mala, dir¨ªa yo. Ellos eval¨²an nuestro proceso de paz como una traici¨®n a la revoluci¨®n. Porque firmamos la paz y no hab¨ªa que haber firmado la paz, y porque la paz fue como una burbuja que se desinfl¨®. Bueno, es la posici¨®n de la FARC, que yo creo equivocada.
P. ?Qu¨¦ ha cambiado en Colombia durante todos estos a?os?
R. Tenemos una Constituci¨®n mucho mejor, tenemos algunas instituciones que funcionan. Hay una comprensi¨®n del tema de los derechos ciudadanos en estos ¨²ltimos a?os incre¨ªblemente superior, pese a que al mismo tiempo se haya deteriorado tant¨ªsimo el derecho a la vida. La apropiaci¨®n ciudadana de sus derechos es un cambio absolutamente clave. Aqu¨ª los ni?os saben que tienen derecho a la educaci¨®n, y lo exigen y lo hacen cumplir. La gente se ha enterado de que tiene derechos y que puede exigirlos. La justicia ha mejorado porque lleg¨® un momento en que era inexistente. La descentralizaci¨®n es una cosa importante, y hay un proceso de renovaci¨®n pol¨ªtica en las alcald¨ªas. Ha mejorado mucho la democracia, pero la brutalidad del conflicto armado tapa todo. No deja ver otras cosas.
P. ?Le parece bien el modelo de pluralismo establecido en la Constituyente de 1991?
R. Est¨¢ sometido a revisi¨®n, pues hace que los partidos sean muy d¨¦biles frente a sus l¨ªderes y que prime un individualismo exagerado. Pero la baja organizaci¨®n de los partidos, expresada en la posibilidad de m¨²ltiples listas y el fracaso del intento de la Constituyente de minimizar el clientelismo, provocaron tambi¨¦n que la expectativa de cambio pol¨ªtico se frustrara.
P. Las guerrillas actuales son muy diferentes al M-19.
R. La guerrilla est¨¢ muy financiada. Nosotros siempre fuimos una guerrilla pobre. En los ¨²ltimos once a?os hay una expansi¨®n de los movimientos guerrilleros impresionante. Por la expansi¨®n de los cultivos il¨ªcitos y porque ha aumentado su capacidad de secuestrar (3.200 secuestros al a?o).
P. Hay espacio pol¨ªtico para las FARC
R. Hay espacio. El r¨¦gimen pol¨ªtico se est¨¢ abriendo desde hace diez a?os, se est¨¢ enriqueciendo. En el terreno estricto de la democracia representativa hay espacio para las FARC. Hay que hacer modificaciones pol¨ªticas, del r¨¦gimen de partidos, modificaciones electorales, pero no son demasiado grandes. Tanto es as¨ª que las FARC han puesto poco ¨¦nfasis en las modificaciones pol¨ªticas y mucho ¨¦nfasis en las modificaciones econ¨®micas y sociales. Esto no es una dictadura, pese a que hay un bipartidismo muy fuerte. Yo, que llevo 21 a?os luchando contra los partidos tradicionales, tengo que reconocer que son bastante abiertos. No son invencibles.
Decano de d¨ªa, guerrillero de noche
ANTONIO NAVARRO fue, a mediados de los setenta, decano de la Universidad del Valle, en Cali, y organizador de las columnas urbanas del M-19, una guerrilla de intelectuales que lleg¨® a tener m¨¢s de 2.000 hombres. Mandaba entonces una columna de 110 encargada, entre otras misiones, de falsificar carn¨¦s de identidad o matr¨ªculas de coches. Navarro y sus hombres se sub¨ªan a los autobuses, pistola en mano, y repart¨ªan propaganda, o robaban camiones de pollos o de chocolate y los repart¨ªan en los barrios pobres. Bajo sus ¨®rdenes, excavando un t¨²nel de 75 metros, un grupo de guerrilleros se llev¨® 5.700 pistolas y carabinas de un cuartel. El Ej¨¦rcito se sinti¨® humillado y la represi¨®n y las torturas fueron feroces. Navarro, a la postre, tambi¨¦n cay¨®, y fue sometido al potro y drogado con el suero de la verdad. M¨¢s tarde se instal¨® en la selva. Directa o indirectamente, particip¨® en la toma de la Embajada de la Rep¨²blica Dominicana, en 1980, con 14 embajadores dentro, entre ellos, el de Estados Unidos. El M-19 no acept¨® la amnist¨ªa ofrecida por Belisario Betancur, en 1982, y prosigui¨® en armas. Para entonces Navarro organizaba el suministro de armas, v¨ªa mar¨ªtima, a trav¨¦s de Panam¨¢ y Nicaragua. En mayo de 1985, desayunando en una cafeter¨ªa de Cali, gentes de un grupo clandestino del Ej¨¦rcito le lanzaron una bomba. Le hicieron pedazos la pierna izquierda. Se cur¨® en Cuba. En noviembre de 1985 se produjo la toma del Palacio de Justicia en Bogot¨¢, que acab¨® con la muerte de m¨¢s de 100 personas. A partir de entonces, los miembros de la Uni¨®n Patri¨®tica, una organizaci¨®n creada por las FARC, fueron cazados como conejos. Murieron m¨¢s de 2.000. En marzo de 1990, durante el Gobierno de Virgilio Barco, se firmaron los acuerdos de paz con el M-19. El escrutinio de mayo de 1990 le concedi¨® la votaci¨®n m¨¢s alta de la izquierda colombiana: el 12,5% de los sufragios (740.000 votos). Navarro fue durante diez semanas ministro de Salud. Despu¨¦s prosigui¨® como independiente, y en ese compromiso contin¨²a.
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