El Congreso exige responsables
Las auditoras dicen que la injerencia pol¨ªtica da?a la calidad de sus servicios
El Congreso est¨¢ decido a meter en vereda a las auditoras. Los congresistas, que en 2000 se opusieron a las reformas planteadas por Arthur Levitt, barajan hoy m¨²ltiples ideas, tras escuchar declaraciones de expertos en los comit¨¦s parlamentarios, para regular por ley su actividad. Los auditores tiemblan ante lo que consideran injerencias pol¨ªticas abocadas a degradar la calidad de sus servicios.
Algunas propuestas quieren que las auditoras financien el nuevo organismo que se cree para el control de sus actividades
Los congresistas creen que las auditoras est¨¢n m¨¢s pendientes de engordar sus propias cuentas que de controlar las de sus clientes
'La profesi¨®n asegura que mediante sus varias organizaciones logra una autorregulaci¨®n efectiva. Tras haber analizado cuidadosamente esta proclama, puedo decir que es falsa', declar¨® recientemente ante el Comit¨¦ Bancario del Senado Bevis Longstreth, un antiguo directivo de la SEC (Comisi¨®n del Mercado de Valores). 'Tenemos que conseguir un cambio de actitud en la c¨²pula de la profesi¨®n contable y conseguir que vea cu¨¢les son sus responsabilidades', subrayaba Paul Sarbanes, presidente del comit¨¦, quien se dijo convencido de que el sector de las auditoras se enfrenta a cambios significativos.
Los congresistas creen que los auditores est¨¢n tan pendientes de la propia cuenta de resultados -y de c¨®mo aumentarla, estando a buenas con los clientes y ofreci¨¦ndoles incesantemente nuevos servicios- que han perdido de vista que su raz¨®n de ser es velar por la exactitud y fidelidad de los n¨²meros que las empresas presentan a los accionistas.
Enron es el ¨²ltimo y m¨¢s espectacular fallo de una auditora, que se defiende diciendo que la empresa le ocult¨® informaci¨®n. Andersen desconfiaba de los sistemas contables de la compa?¨ªa tejana, pero prefiri¨® seguir adelante porque el mill¨®n de d¨®lares a la semana que le reportaba su segundo cliente iba a doblarse en cuesti¨®n de pocos a?os. La propia Andersen pag¨® en 1999 una indemnizaci¨®n de 220 millones de d¨®lares a los accionistas de Waste Management tras descubrirse que hab¨ªa aprobado los balances aun sabiendo que la compa?¨ªa hab¨ªa incluido m¨¢s de mil millones de ingresos inexistentes. La SEC impuso siete millones de multa a la auditora, que se neg¨® a reconocer su mal trabajo. Ha habido m¨¢s indemnizaciones, pagadas tambi¨¦n por las otras grandes. La mayor fue de 335 millones, con los que se compens¨® a los accionistas de Cendant, un grupo de viajes y propiedades inmobiliarias auditado por Ernst&Young.
Propuestas extremas
Ante esta traca de fallos, la propuesta legislativa m¨¢s extrema pide que el Gobierno se haga cargo de las auditor¨ªas de la empresas que cotizan en Bolsa, que deber¨ªan pagar por el escrutinio de sus cuentas, y deje para las auditoras las sociedades de propiedad privada. Otros planes son m¨¢s matizados y discrepan en cuesti¨®n de detalle a partir de la idea b¨¢sica de crear un organismo que controle a las auditoras en serio. Tambi¨¦n est¨¢ generalizada la idea de separar auditor¨ªa de consultor¨ªa y se abre paso el plan de limitar el periodo en que un auditor puede servir a una compa?¨ªa.
El Instituto Americano de Contables P¨²blicos (AICPA, que mira mucho por los intereses de la auditoras) se ha aliado con los cuatro grandes (Andersen dice que esta batalla no es la suya) para enviar cartas a 3.000 de sus miembros con acceso a los congresistas. La misiva les pide que hagan ver a los legisladores la inconveniencia de excederse en los controles que plantean. Sarbanes mostr¨® la carta con cierta satisfacci¨®n: 'Es interesante ver c¨®mo suenan estas alarmas'.
Solo ante el peligro
Hace dos a?os, el cabildeo de los auditores derrot¨® a Levitt, pero el caso Enron ha cambiado por completo la atm¨®sfera. Las auditoras ya han decido por su cuenta separar los servicios de auditor¨ªa de los de consultor¨ªa, Deloitte&Touche ha sido la ¨²ltima y lo ha hecho a rega?adientes. James Copeland, su presidente, considera que se ofrec¨ªa mejor servicio a un cliente con la sinergia que brindaba el doble negocio. Copeland se ha convertido en el portavoz de las auditoras al ser el ¨²nico de los cuatro grandes que se ha pronunciado en p¨²blico contra la intervenci¨®n por la v¨ªa r¨¢pida del Congreso. Acepta la idea de crear un organismo que supervise a las auditoras, pero siempre que sus poderes queden limitados a recomendar, sin capacidad para imponer criterios o cambios. 'Mi mayor preocupaci¨®n es que el Congreso, junto con los reguladores y el mercado, tomen medidas que a largo plazo destruyan la profesi¨®n', dice. 'Tenemos un problema que se ha politizado. Creo que se van a adoptar medidas que no van a ser una mejora, sino un paso atr¨¢s'.
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