Donde hay democracia no hay hambre
Hay ideas que se van abriendo paso m¨¢s lentamente de lo que ser¨ªa necesario. Pero al menos lo van haciendo. Una de ellas es que la lucha contra el hambre y la pobreza es un bien p¨²blico internacional. Como lo es la lucha por la paz. Son bienes p¨²blicos porque todos nos beneficiamos de su existencia, aunque en muchas ocasiones no tengamos incentivos personales inmediatos para implicarnos en su b¨²squeda. La lucha contra la pobreza a nivel internacional debe ser perseguida con el mismo empe?o que a nivel nacional se lucha contra el desempleo y a favor de la cohesi¨®n social. Escribo estas palabras cuando a¨²n no ha finalizado la cumbre internacional sobre desarrollo de Monterrey. A pesar de las cr¨ªticas, ser¨¢ un paso adelante importante, porque ha consolidado la obligaci¨®n de los pa¨ªses ricos de comprometerse en la lucha contra la pobreza. De momento se habla m¨¢s de intenciones e ideas que de acciones. Pero a la postre, las ideas, como nos ense?¨® J. M. Keynes, mueven el mundo.
Antes de entrar en alguna de las cuestiones que se han abordado en Monterrey, me interesa hacer referencia a una falsa conclusi¨®n que se podr¨ªa sacar de la aparente mala imagen de Estados Unidos en esta cumbre. No hace mucho un alto responsable de la cooperaci¨®n espa?ola me comentaba la sorpresa que se llev¨® cuando despu¨¦s de un viaje por toda Am¨¦rica Latina observ¨® que, a pesar de ser Espa?a y la UE principales suministradores de fondos para el desarrollo, as¨ª como los principales inversores empresariales en la regi¨®n, casi ninguno de los l¨ªderes pol¨ªticos y sociales con los que se hab¨ªa reunido hab¨ªa estudiado en Espa?a u otro pa¨ªs europeo, mientras que la mayor¨ªa lo hab¨ªa hecho en EE UU. A pesar de su menor aportaci¨®n de fondos para el desarrollo, las ¨¦lites latinoamericanas ven con mejores ojos a Estados Unidos que a Europa. Conviene tener presente este hecho porque, aunque aparentemente causen rechazo, las propuestas estadounidenses se abrir¨¢n camino.
El Gobierno de George W. Bush se ha apuntado a la idea de sustituir los pr¨¦stamos por ayudas a fondo perdido, pero condicionadas a obtener ciertos resultados. Este cambio es acertado, porque los cr¨¦ditos aumentan el endeudamiento de los pa¨ªses pobres y, como normalmente no pueden devolverlos, obligan a poner en marcha costosos e in¨²tiles mecanismos de condonaci¨®n de la deuda. Es mejor ser m¨¢s altruistas, pero controlando que esos fondos se usen adecuadamente. El problema son los criterios. Se han propuestos tres: el buen gobierno, el uso de los fondos para programas de educaci¨®n y sanidad, y la promoci¨®n de los valores del capitalismo. Esta condicionalidad ha sido vista con recelo por muchos gobiernos y ONG europeas. Hay datos suficientes para afirmar que una parte importante de los fondos acaba en los bolsillos y las cuentas de pol¨ªticos corruptos, y alimentando burocracias bien nutridas, en vez de dedicarse a acabar con la pobreza extrema de sus compatriotas. Por eso, al margen de cierta tosquedad y la rudeza de cowboy propia de George W. Bush, esos criterios tienen sentido.
El premio Nobel de econom¨ªa Amartya Sen ha demostrado que donde existe democracia no hay hambrunas (si tienen un poco de tiempo libre en estas vacaciones, recomiendo leer su libro Desarrollo y libertad, publicado en Planeta). Democracia para Sen es sin¨®nimo de buen gobierno, transparencia, participaci¨®n directa de los afectados en la soluci¨®n de los problemas, y tambi¨¦n de libertad econ¨®mica. Libertad econ¨®mica y mercados son instrumentos poderosos para acabar con la pobreza, pero los gobiernos corruptos los niegan a sus ciudadanos.
Los europeos, y los catalanes en particular, tenemos un motivo adicional para ser m¨¢s rigurosos en el uso de los fondos de ayuda por los gobiernos de los pa¨ªses pobres. La pobreza extrema y el hambre tambi¨¦n es ya una realidad a nuestro alrededor. Por eso hay que evitar que sean los pobres de los pa¨ªses ricos los que al final financien a los ricos de los pa¨ªses pobres. Acabo de leer el informe sobre La pobresa a Catalunya 2001, publicado por la Fundaci¨® Un Sol M¨®n, Caixa de Catalunya. Los datos son alarmantes. Nuestra pobreza tiene g¨¦nero y edad: afecta especialmente a las mujeres y a los ni?os. Esta situaci¨®n parece contradecir la afirmaci¨®n de Sen de que donde hay democracia no hay pobreza extrema y hambre. Pero quiz¨¢ el problema no sea la democracia, sino la forma de ejercerla. El voto no es ya un instrumento suficiente para enfrentarse a esta nueva pobreza, en especial la que afecta a las mujeres y a los ni?os. Los gobiernos pueden olvidar esa realidad y subvencionar escuelas de ricos sin esperar castigo electoral. De ah¨ª la importancia de los movimientos a favor de una democracia m¨¢s participativa y una globalizaci¨®n alternativa.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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