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Los pueblos a veces votan a Hitler o a Berlusconi porque se cansan de que la realidad no se corresponda con el deseo y s¨®lo quede la esperanza de la llegada de un circo, el que sea, para que las gentes, por fin, puedan verle el culo a la diosa, es decir, a la elefanta. M¨¢s de dos millones de italianos rechazaron en la calle al renacido terrorismo de las Brigadas Rojas y a Berlusconi, al que ya se le ha visto casi todo. Y al rechazar al terrorismo condenan aquel oscuro, tr¨¢gico ruido que en los a?os setenta impidi¨® el compromiso hist¨®rico por el procedimiento de asesinar a Aldo Moro y dejar as¨ª a la Democracia Cristiana m¨¢s cerca de la Mafia que de Cristo, al Partido Comunista entre el sorpasso y la nada y a todo un pa¨ªs a punto para que una coalici¨®n de aventureros, racistas econ¨®micos y posfascistas acabaran como vencedores objetivos de la guerra fr¨ªa.
Tal vez los manifestantes italianos no hayan condenado el bloque de poder que les gobierna, sino sus efectos: el despido pr¨¢cticamente libre, por ejemplo. Una semana despu¨¦s de la manifestaci¨®n de Barcelona, son los italianos quienes lanzan un jaque contra el economicismo, la ideolog¨ªa hoy por hoy dominante en la estrategia globalizadora. Reclaman una econom¨ªa al servicio de las personas y no al rev¨¦s, y es sorprendente que los movimientos emancipatorios de este siglo XXI asuman connotaciones pol¨ªticas y re¨²nan tan diferentes cr¨ªticas al sistema como todas las gamas del verde y del rojo, todas las intensidades de los movimientos migratorios correspondientes a la fase actual de un capitalismo depredador o las rebeld¨ªas contra las relaciones de dominaci¨®n, desde las interpersonales hasta esa correlaci¨®n abstracta a la que llamamos Norte-Sur.
?Cu¨¢ntos de esos m¨¢s de dos millones de italianos que protestaron contra Berlusconi le votaron en las elecciones? Asumamos que de todas las posibilidades de escisi¨®n de conducta, no es la m¨¢s grave la que divide a cualquier ser humano en votante de Berlusconi y en manifestante contra la pol¨ªtica de Berlusconi. No es una esquizofrenia a la italiana, sino posible en cualquier lugar donde se vote porque no se sepa a qui¨¦n votar. Qui¨¦n sabe. Igual llega el circo. Qu¨¦ circo, no importa.
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