Los colmillos de Leo
El aguerrido car¨¢cter de Scaloni vuelve a sacar al Deportivo de un l¨ªo
En la v¨ªspera de la ¨²ltima final de la Copa del Rey le preguntaron a Lionel Scaloni (Pujato, Argentina, 1978) si la posibilidad de chafar el centenario del Madrid le proporcionaba una motivaci¨®n especial. Leo, como le llaman los amigos, se puso diplom¨¢tico: 'Lo ¨²nico que nos preocupa es ganar nuestro t¨ªtulo'. Pero el Deportivo venci¨® y, entonces, Scaloni ya no pudo disimular sus sentimientos. En la borrachera de alegr¨ªa sobre el c¨¦sped de Chamart¨ªn nadie se recre¨® tanto como ¨¦l. Todos sus compa?eros se hab¨ªan ido ya a la ducha y Leo segu¨ªa bailando y complaciendo las peticiones de la gente, que le reclamaba las prendas de su uniforme. Les fue lanzando la camiseta, las medias, el pantal¨®n... y se qued¨® en calzoncillos. Luego, ante un micr¨®fono, se olvid¨® de las formalidades: '?Vos sab¨¦s lo que es arruinar la fiesta al Madrid?'.
Hijo de un granjero con amplias propiedades en La Pampa, Scaloni es de esos futbolistas argentinos que nacen con el esp¨ªritu competidor marcado a fuego en su car¨¢cter. Para ellos, el f¨²tbol es una jungla en la que s¨®lo hay dos maneras de sobrevivir: o eres un virtuoso o desarrollas colmillos e instinto depredador. Que no es un virtuoso lo sabe ¨¦l mejor que nadie. El curso pasado, tras meter un gol decisivo al Hamburgo en la Liga de Campeones, confes¨® sin complejos: 'Vi el bal¨®n, cerr¨¦ los ojos y lo pat¨¦e'. El domingo consigui¨® en el ¨²ltimo cuarto de hora los dos tantos que sacaron al Depor de un tremendo apuro ante el Tenerife y tampoco trat¨® de darse importancia: 'El primero lo met¨ª con la zurda [es diestro cerrado]. Con eso, est¨¢ todo dicho'.
Pero, a su estilo, este centrocampista reconvertido en lateral por la lesi¨®n de Manuel Pablo se ha convertido en un recurso de urgencia para cuando falla todo lo dem¨¢s. Si Valer¨®n o Djalminha se ofuscan o si Trist¨¢n pierde la punter¨ªa, siempre puede aparecer Leo y soltar un zarpazo. Ya lo hizo contra el Hamburgo o, en otro choque de la campa?a pasada, en M¨¢laga, donde tambi¨¦n logr¨® dos goles cuando el Depor se estaba ahogando.
Ante el Tenerife lo volvi¨® a repetir. Y eso que no se encontraba bien. En el calentamiento, antes del partido, le coment¨® a Francisco Melo, el segundo entrenador, que notaba calambres. Su primera parte fue floja y Javier Irureta le rega?¨® en el descanso: 'Le dije: 'Pero, a ver, ?est¨¢s o no est¨¢s?'. Y pens¨¦ en cambiarlo. Pero luego se me encendi¨® la bombillita', dijo el t¨¦cnico. 'Yo estaba jodido, pero le dije que har¨ªa un esfuerzo', asegur¨® el jugador. Despu¨¦s de que Trist¨¢n fallase un penalti y de que Riazor tuviese la visi¨®n de que la Liga se esfumaba, Leo sac¨® los colmillos y tritur¨® la roca tinerfe?a. En su explicaci¨®n del triunfo no hubo lugar a las sutilezas: 'Le echamos huevos'.
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