Un acto terrorista causa mayor impacto emocional en los ni?os que una cat¨¢strofe
Las secuelas psicol¨®gicas y la recuperaci¨®n dependen de la edad y la madurez del menor
El trauma ocasionado por un acto terrorista es el que m¨¢s impacto emocional causa en los ni?os, incluso m¨¢s que las cat¨¢strofes naturales. As¨ª lo asegura Francisco Alonso-Fern¨¢ndez, catedr¨¢tico de psiquiatr¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Asociaci¨®n Europea de Psiquiatr¨ªa Social.
Alonso-Fern¨¢ndez sostiene que los ni?os pueden asimilar con m¨¢s o menos dificultades las consecuencias de un cicl¨®n, un terremoto o cualquier otra cat¨¢strofe natural, pero no pueden entender la profundidad de un atentado terrorista ni la muerte de un padre u otro familiar por esta forma de violenciam. La recuperaci¨®n y equilibrio de estos peque?os depende, entre otros factores, de la edad, de su formaci¨®n en los valores de la vida y de un tratamiento m¨¦dico y farmacol¨®gico individualizado y sustentado por familiares y amigos.
'Los ni?os pueden asimilar una cat¨¢strofe natural, pero no pueden entender un atentado terrorista'
Los atentados tambi¨¦n influyen en los ni?os que viven en una sociedad impregnada de violencia
Las secuelas que puede dejar en los menores la vivencia directa o indirecta de un atentado terrorista son muchas y muy diversas: fobias, trastornos dist¨ªmicos (en los que coexisten s¨ªntomas de ansiedad y angustia con s¨ªntomas depresivos), trastornos de ansiedad generalizada (que se manifiestan con s¨ªntomas som¨¢ticos como inapetencia, dificultad respiratoria), as¨ª como pesadillas y predisposici¨®n a comportamientos de violencia, entre otras.
El desarrollo emocional y afectivo del ni?o, su nivel de madurez y tambi¨¦n su capacidad cognitiva de los actos vitales depende de la edad. Seg¨²n los criterios internacionales, hasta los nueve a?os el ni?o justifica los hechos seg¨²n su propia realidad. A partir de esa edad, los muchachos suelen disponer de cierta capacidad cognitiva, pueden aceptar la muerte con mayor facilidad y saben que la persona que ha fallecido no volver¨¢.
Formaci¨®n en valores
Si el acto terrorista sucede cuando el ni?o tiene 14 o 15 a?os, su experiencia vital es m¨¢s amplia y tiene mayor capacidad para asimilar un acontecimiento tan terrible como el atentado terrorista. 'Si un ni?o dispone de una formaci¨®n s¨®lida en valores en la que subyace una construcci¨®n de emociones estable y reflexiva, tendr¨¢ m¨¢s defensas psicol¨®gicas para afrontar la vida', explica la psiquiatra Carmen Rub¨ªn ?lvarez.
Por el contrario, un ni?o que no tiene esta formaci¨®n s¨®lida en valores, no la tiene lo suficientemente reforzada o es ligeramente inestable por su corta edad, lo suele vivir de forma mucho m¨¢s traum¨¢tica. 'De aqu¨ª se deduce que la psicopatolog¨ªa derivada de un acto de esta envergadura depende mucho de la persona que vive ese acto y del impacto que le produce, dependiendo esto a su vez del mayor o menor grado de madurez que posea', agrega Carmen Rub¨ªn.
Entre las secuelas inmediatas de un acto terrorista se encuentra la vivencia del duelo con angustia depresiva. Este estado emocional perdura hasta que el ni?o asume lo sucedido y es capaz de remontar la situaci¨®n. Seg¨²n Carmen Rub¨ªn, el duelo puede prolongarse entre seis y ocho meses en los adolescentes. En los menores de 12 a?os, depende de su madurez y de la relaci¨®n que tuviera con la persona fallecida, y en los que tienen menos de nueve a?os, el duelo dura alrededor de 18 meses. 'La vivencia del duelo producido por un acto terrorista afecta m¨¢s que la producida por cualquier otra causa', se?ala la doctora Rub¨ªn.
Cuando un ni?o es separado de un ser querido puede padecer angustia de separaci¨®n por el v¨ªnculo afectivo emocional que manten¨ªa con esa persona. Ese v¨ªnculo era un pilar en el que el ni?o se apoyaba para saber vivir. Cuando la persona que fallece por un acto terrorista es aqu¨¦lla con la que tiene mayor v¨ªnculo emocional, el impacto es tremendo. Entonces el ni?o tiene que transferir ese v¨ªnculo al otro progenitor o a alg¨²n otro familiar con el que se sienta unido. La vivencia del peque?o ser¨¢ distinta si el v¨ªnculo principal es con el progenitor que permanece.
Los actos terroristas tambi¨¦n influyen en los ni?os que no padecen de forma directa un atentado pero que viven en una sociedad impregnada de este tipo de violencia. En opini¨®n de Rub¨ªn, estos ni?os deben de tener muchos silencios, muchos pensamientos no expresados y una vida interior muy intensa. 'Quiero ser optimista y pensar que esos pensamientos no transmitidos y esos silencios les va a reforzar para superar otros momentos duros de la vida'.
Algunas v¨ªctimas muestran comportamientos vengativos
Algunos de los ni?os que han sido v¨ªctimas directas o indirectas de un atentado terrorista albergan sentimientos de violencia y presentan una predisposici¨®n a comportamientos violentos, seg¨²n explica el catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa Francisco Alonso-Fern¨¢dez. Los terroristas deber¨ªan saber que 'cuando act¨²an delante de un ni?o, ¨¦ste podr¨ªa emprender acciones violentas y desarrollar comportamientos de venganza o de repetici¨®n en la edad adulta', asegura Alonso-Fern¨¢ndez. Seg¨²n este psiquiatra, una de las condiciones m¨¢s importantes para la ¨®ptima recuperaci¨®n de las v¨ªctimas de una vivencia terrorista es que 'el tratamiento se realice en alg¨²n lugar alejado de donde ocurri¨® el atentado y siempre en compa?¨ªa de los familiares del menor'. Los tratamientos para eliminar las secuelas que suele acarrear una vivencia de este tipo en los menores se centran en dos pilares fundamentales, seg¨²n coinciden los expertos: el psicol¨®gico y el farmacol¨®gico. El primero de ellos tiene como base la relaci¨®n con la familia y con el ni?o afectado. El objetivo de la terapia es favorecer la comunicaci¨®n de apoyo y el incremento de la autoestima. El tratamiento farmacol¨®gico, por su parte, tiene por objetivo normalizar su estado neuroqu¨ªmico, para situar al ni?o en una condici¨®n de equilibrio y de serenidad. Los f¨¢rmacos suelen ser necesarios porque 'ayudan a la funci¨®n biol¨®gica y son esenciales en el equilibrio de la estabilidad emocional cuando la inestabilidad procede de un desarreglo neurobiol¨®gico', argumenta la psiquiatra Carmen Rub¨ªn.
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