Un bosque en la palma de la mano
El Banco de Germoplasma guarda miles de semillas para garantizar la conservaci¨®n de la flora andaluza
?Cu¨¢nta vida vegetal puede guardarse en un tubo de cristal que cabe en la palma de la mano? Miles de ¨¢rboles, de arbustos, de hierbas. ?Y en varios centenares de tubos? Bosques, montes enteros. Parece dif¨ªcil de creer, pero es cierto. En el Banco de Germoplasma Vegetal Andaluz, que tiene su sede en el Jard¨ªn Bot¨¢nico de C¨®rdoba, se conservan, bajo cero, enormes cantidades de semillas de toda clase de plantas: desde las que crecen contra viento y marea en las arenas del Cabo de Gata, hasta las que viven bajo la lluvia en la serran¨ªa de Grazalema. Todas esperando resucitar.
'Porque esto es un banco, no una caja fuerte', advierte Jos¨¦ Esteban Hern¨¢ndez Bermejo, director del Jard¨ªn. No se trata de mantener cuidadosamente almacenadas las semillas hasta el fin de los siglos, en un espacio inaccesible y seguro. El material gen¨¦tico se guarda con un objetivo muy claro, el de apoyar la recuperaci¨®n y la conservaci¨®n de la flora silvestre andaluza, que es muy rica, con m¨¢s de 4.000 especies y subespecies. De ellas, m¨¢s de 1.000 requieren atenci¨®n especial, porque son end¨¦micas (o sea, existen ¨²nicamente en territorio andaluz), est¨¢n en peligro o escasean. Y muchas tienen su h¨¢bitat en lugares sin protecci¨®n legal alguna.
Algunas muestras se almacenan para cuando a la poblaci¨®n natural le pase algo grave
Las semillas, entonces, son un verdadero seguro de vida para las plantas m¨¢s vulnerables. Se emplean para enriquecer y regenerar las poblaciones naturales cuando est¨¢n debilitadas. El proceso es largo y comienza con la selecci¨®n de las especies vegetales m¨¢s necesitadas de impulso: 'cada a?o', explica Pepi Prados, una de las bi¨®logas que trabajan en el Banco de Germoplasma, 'elaboramos una lista de prioridades, salimos al campo y recolectamos el material'. No s¨®lo semillas. Tambi¨¦n polen, esporas, bulbos, esquejes... todo lo que haga falta para garantizar la reproducci¨®n de la planta en cuesti¨®n.
A la hora de recolectar hay que tener cuidado. 'Si se trata de una especie amenazada hay que medir muy bien la cantidad de semillas que cogemos: no podemos poner en peligro la poblaci¨®n natural, no se trata de esquilmarla', aclara Prados. 'Como m¨¢ximo podemos recolectar el 20% de su potencial reproductivo'. Las semillas se guardan en bolsitas de papel de manila, ¨¦se fino y susurrante que se usa para hacer patrones, se identifican y se llevan al laboratorio.
All¨ª se limpian minuciosamente, pas¨¢ndolas por un tamiz y utilizando el soplador, una m¨¢quina que emite chorros de aire y permite aventar las semillas, separando las vanas de las buenas. Y entonces es el momento de secarlas. Nada de estufas o chimeneas: 'Las colocamos en bandejas', indica Prados, 'dentro de una c¨¢mara herm¨¦tica'. (En esta c¨¢mara de paredes transparentes, que se cierra a tornillo y parece una fortaleza, acaba de colarse un bicho que resulta prontamente expulsado y exterminado). Y junto a las semillas se ponen recipientes con gel de s¨ªlice, unas piedrecitas amarillas que tienen la habilidad de absorber la humedad que las rodea, y que cambian de color en el proceso; se vuelven blancas cuando ya no les cabe m¨¢s agua.
Las semillas se secan despacio. 'Al final conservan entre un 2% y un 7% de humedad', cuenta Prados. Y entonces van al fr¨ªo, a la c¨¢mara climatizada subterr¨¢nea, llena de armarios frigor¨ªficos. Parte del material gen¨¦tico se guarda a cinco grados bajo cero, en sobrecitos de aluminio termosoldable; la otra se encierra a 20 grados bajo cero, y para eso se envasa en peque?os tubos de cristal, que se meten en esos frascos de vidrio de medio litro que suelen llenarse de az¨²car. Sobre estos ¨²ltimos dice Pepi Prados: 'Ojal¨¢ no se usen nunca, porque eso significar¨ªa que a la poblaci¨®n natural le ha pasado algo grave'. Son, digamos, para las emergencias.
'El banco est¨¢ para resolver problemas, y los resuelve', explica Jos¨¦ Esteban Hern¨¢ndez. 'Si se enciende la luz roja de una especie, hay que intervenir. Adem¨¢s de tomar medidas de protecci¨®n en el lugar afectado tambi¨¦n hay que propagar material gen¨¦tico para reforzar la poblaci¨®n. Y entonces es preciso conseguir 2.000 o 3.000 ejemplares de unas pocas semillas guardadas en un tubo'. Magia pura.
La bellota 'recalcitrante'
El Banco de Germoplasma naci¨® junto con el Jard¨ªn Bot¨¢nico de C¨®rdoba, el m¨¢s antiguo de Andaluc¨ªa. 'Las personas que pusimos el jard¨ªn en marcha', relata su director, Jos¨¦ Esteban Hern¨¢ndez, 'ven¨ªamos de la Escuela de Agr¨®nomos de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid, donde se cre¨® el primer banco de germoplasma para conservaci¨®n de flora silvestre de todo el mundo. Cuando llegamos a C¨®rdoba ten¨ªamos ocho a?os de experiencia en este campo'. No s¨®lo se trata de almacenar las semillas en las mejores condiciones posibles, que es algo que suele revestir complicaciones. De hecho hay semillas, conocidas como 'recalcitrantes', que se niegan a mantener su capacidad de germinar una vez desecadas y congeladas: por ejemplo, las casta?as y las bellotas, que han exigido grandes esfuerzos. Se investiga, y mucho, en los mecanismos de propagaci¨®n de las especies amenazadas. 'Una cosa es consustancial a la otra', sentencia Hern¨¢ndez. El banco comenz¨®, pues, siendo una idea local, pero creci¨® tanto que acab¨® convirti¨¦ndose en el de toda Andaluc¨ªa, a trav¨¦s de un acuerdo con la Consejer¨ªa de Medio Ambiente. 'No hemos hecho m¨¢s que empezar', asegura Hern¨¢ndez.
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