El descr¨¦dito de las auditor¨ªas
Los hechos que han arruinado a la compa?¨ªa el¨¦ctrica Enron y a la firma de auditor¨ªa Andersen son bien conocidos. Sin entrar en excesivos detalles, la crisis Enron-Andersen demuestra que el modelo de control externo de las cuentas de las empresas no ofrece garant¨ªas a los inversores y a los accionistas. En realidad, nunca gener¨® demasiada confianza, pero formaba parte de ese tipo de relaciones semiinstitucionales que sobreviven mientras no se produce una cat¨¢strofe. Una vez que el modelo ha hecho crisis, resulta f¨¢cil diagnosticar porqu¨¦; antes de la crisis, los auditores y las empresas se limitaron a mirar hacia otro lado cuando recib¨ªan cr¨ªticas por la inseguridad contable del sistema.
Cuando el controlador est¨¢ a sueldo del controlado, lo m¨¢s probable es que el control no sirva para nada. El informe de auditor¨ªa es poco m¨¢s que un sello burocr¨¢tico
Hay varios quid en esta cuesti¨®n. El principal, muy repetido en los ¨²ltimos meses, es que cuando el controlador est¨¢ a sueldo del controlado lo m¨¢s probable es que el control no sirva para nada. La pr¨¢ctica universal en el control de auditor¨ªa era -y es, mientras no se demuestre lo contrario- que el auditor recibe las cuentas de los directivos de la compa?¨ªa, generalmente del director general y del director financiero o de sus respectivos departamentos; que el equipo de auditor¨ªa, en el que abundan los j¨²niors o becarios de la firma, pastoreados por un senior que se mantiene a prudente distancia durante la primera fase del informe, elabora un primer borrador, y que ese borrador da paso a una prolongada negociaci¨®n en la cual los representantes de las compa?¨ªas (generalmente el director financiero) imponen sus parches y remiendos. Para eso pagan. El resultado es que el informe de auditor¨ªa es poco m¨¢s que un sello burocr¨¢tico que no garantiza casi nada. Hasta aqu¨ª, una descripci¨®n general, que se puede adornar con algunos matices. El m¨¢s vistoso, por ejemplo, es el que asegura que diversos c¨®digos de buen gobierno -el de Olivencia, sin ir m¨¢s lejos- han profundizado en la independencia de los auditores respecto de los directivos de las empresas por el procedimiento de crear en los consejos de administraci¨®n comisiones de auditor¨ªa gobernadas te¨®ricamente por los consejeros. La teor¨ªa est¨¢ bien, pero la pr¨¢ctica sigue siendo la descrita, con el a?adido de que el director general o financiero informa antes y despu¨¦s al responsable de la comisi¨®n de auditor¨ªa.
Una legislaci¨®n obsoleta
En Espa?a el problema es el mismo que en Estados Unidos, dividido por la importancia relativa de las empresas y multiplicado por una legislaci¨®n imprecisa y obsoleta. El Instituto de Contabilidad y Auditor¨ªa de Cuentas (ICAC) es el presunto encargado de imponer disciplina y exigir calidad a las firmas de auditor¨ªa, pero su peso pol¨ªtico se aproxima a cero y la presi¨®n de las firmas ha conseguido minimizar las sanciones administrativas y evitar su publicidad. Las firmas han conseguido limitar dr¨¢sticamente la responsabilidad ante los accionistas de las empresas auditadas, de forma que en Espa?a es impensable que un grupo de accionistas tenga ¨¦xito en una demanda contra el auditor por da?os y perjuicios.
Por diversas razones, que no es posible desarrollar aqu¨ª, las firmas de auditor¨ªa espa?ola han capturado al legislador, es decir, han utilizado a diputados o partidos pol¨ªticos mediante t¨¦cnicas de lobby para imponer sus tesis en el Parlamento. A trav¨¦s de CiU consiguieron suprimir la limitaci¨®n temporal de contratos de las firmas con las empresas, as¨ª que en la actualidad la relaci¨®n de la auditora con la auditada puede ser eterna, con la cantidad de vicios, malas pr¨¢cticas y colusiones que ello supone.
No hay un solo esc¨¢ndalo financiero de los ¨²ltimos 20 a?os que las auditoras hayan detectado con anterioridad. Ni Banesto, ni Torras, ni Gescartera, ni PSV... El caso Enron ha desatado en EE UU una fiebre de reformas legales, comisiones y subcomisiones. En Espa?a, la Administraci¨®n ha sugerido algunos cambios en la CNMV despu¨¦s del caso Gescartera, pero mantiene un espeso silencio en el ¨¢mbito de las normas de contabilidad y control. No se conocen con exactitud los cambios en los criterios de provisi¨®n de fallidos, pero la ausencia de publicidad, debate pol¨ªtico al respecto y transparencia hacen temer lo peor. Porque las empresas espa?olas no son un modelo de exactitud y rigor en la contabilidad.
El momento es especialmente delicado, con el shock que est¨¢n sufriendo las inversiones en Latinoam¨¦rica , y en especial, en Argentina. Existen varios indicios de que algunas empresas que operan en la zona est¨¢n manipulando la contabilidad de los ingresos que obtienen -mejor, que no obtienen- por la facturaci¨®n que realizan en los mercados latinoamericanos, y numerosas indicaciones, en forma de salvedades de auditor¨ªa, de que grandes compa?¨ªas no est¨¢n provisionando de forma adecuada el riesgo latinoamericano. ?No son motivos suficientes para que la Administraci¨®n rompa el silencio y tome la iniciativa de imponer m¨¢s rigor contable?
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