El d¨ªa que volvieron los rojos
Santiago Carrillo, Mart¨ªn Villa, S¨¢enz de Santamar¨ªa y Fern¨¢ndez Campo recuerdan el 25? aniversario de la legalizaci¨®n del PCE
El 9 de abril de 1977, un S¨¢bado Santo de hace 25 a?os, el Partido Comunista de Espa?a fue legalizado tras permanecer m¨¢s de 40 a?os proscrito. Rodolfo Mart¨ªn Villa era entonces el ministro de la Gobernaci¨®n del Ejecutivo de Adolfo Su¨¢rez: 'Yo me hab¨ªa ido el mi¨¦rcoles a una finca que Jos¨¦ Llad¨® tiene cerca del pantano de Garc¨ªa de Sola, y volv¨ª a Madrid en helic¨®ptero la ma?ana del S¨¢bado Santo para terminar todo lo relacionado con la legalizaci¨®n del PCE. Deb¨ª llegar al ministerio a ¨²ltima hora de la ma?ana y me encontr¨¦ con que ya ten¨ªa completo el expediente. Todo qued¨® resuelto a media tarde. Inmediatamente habl¨¦ con el entonces subsecretario de Informaci¨®n y Turismo, Sabino Fern¨¢ndez Campo, para que se diera la noticia a trav¨¦s de los medios oficiales: la radio nacional y televisi¨®n espa?ola'.
'Fraga dijo que la legalizaci¨®n hab¨ªa sido un golpe de Estado' (Santiago Carrillo)
'Si Su¨¢rez les hubiera explicado las razones, los militares las habr¨ªan comprendido' (F. Campo)
Sabino Fern¨¢ndez Campo: 'Mi sorpresa fue inmensa. Aunque temporalmente estaba en el Gobierno, segu¨ªa siendo militar. Le pregunt¨¦ intrigado: ?C¨®mo es posible que se tome esa medida sin advertir a los militares, a los que se ha prometido lo contrario? ?Van a tener que enterarse por la prensa? Ante mi alarma, Mart¨ªn Villa me dijo: espera un momento. Se ausent¨® del despacho y volvi¨® al poco tiempo para asegurarme: eso ya est¨¢ arreglado'.
Mart¨ªn Villa: 'Habl¨¦ tambi¨¦n con Juan Ros¨®n, que era el gobernador civil de Madrid y que, de alguna manera, era el enlace con el PCE. Siempre que hablaba con Adolfo Su¨¢rez, al referirme a los comunistas, dec¨ªa: los amigos de Juan Ros¨®n y, al referirme a Carrillo, dec¨ªa: el jefe de los amigos de Juan Ros¨®n. ?l debi¨® ponerse en contacto con Ram¨®n Tamames, no lo s¨¦ seguro, porque creo que Carrillo no estaba en Madrid...'.
Santiago Carrillo: 'Aquella Semana Santa de 1977 yo ya estaba en libertad y en Madrid, pero efectivamente hab¨ªa salido unos d¨ªas con mi familia a Francia para descansar en casa de unos amigos. Fue all¨ª donde recib¨ª la noticia y decid¨ª volver inmediatamente. Me sorprendi¨® que, en Par¨ªs, se me acercara un funcionario espa?ol para decirme que el Gobierno quer¨ªa que yo fuese a Barcelona en vez de a Madrid. Dec¨ªa que lo hac¨ªan por mi seguridad. El Gobierno estaba inquieto porque sab¨ªa que hab¨ªa ultras que pod¨ªan tener malas intenciones, pero no acept¨¦ ir a Barcelona. Llegu¨¦ a Madrid, me sacaron del aeropuerto por una puerta trasera y no pas¨® nada...'.
Jos¨¦ Antonio S¨¢enz de Santamar¨ªa: 'Yo entonces era general de brigada, jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil. Ni que decir tiene que la situaci¨®n era muy complicada, yo creo que ya se estaba gestando el 23-F y hab¨ªa elementos ultras con ganas de fastidiar, as¨ª que el PCE se legaliz¨® casi en la clandestinidad...'
Santiago Carrillo: 'La verdad es que Adolfo Su¨¢rez aprovech¨® un momento en que los ministros estaban de vacaciones y los jefes militares tambi¨¦n. Pr¨¢cticamente estaba solo en Madrid con tres o cuatro ministros que fueron los que le apoyaron para hacerlo'.
S¨¢enz de Santamar¨ªa: 'El momento m¨¢s peligroso de la transici¨®n fue el 23-F, pero precisamente la legalizaci¨®n del PCE fue uno de las motivos a?adidos para intentar justificar la intentona. Si en el momento de la legalizaci¨®n no se produjo el intento de golpe fue porque no estaba preparado. Ven¨ªamos de 40 a?os de dictadura militar y la legalizaci¨®n cogi¨® por sorpresa. Hay que tener en cuenta que las negociaciones de Carrillo con Su¨¢rez eran muy clandestinas precisamente para no dar lugar a eso. El ambiente era muy dif¨ªcil, y la jugada de Adolfo Suarez fue muy arriesgada'.
Sabino Fern¨¢ndez Campo: 'Recuerdo muy bien que un d¨ªa, paseando despu¨¦s de un almuerzo, el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Osorio, el ministro de Informaci¨®n y Turismo, Andr¨¦s Reguera, y yo comentamos la idea que ten¨ªa Su¨¢rez de reunirse con los altos jefes militares y explicarles francamente sus prop¨®sitos de transformaci¨®n pol¨ªtica. El prop¨®sito parec¨ªa oportuno, aunque no fuera necesario, y en este sentido nos expresamos. La reuni¨®n tuvo lugar en la presidencia del Gobierno, en Castellana n¨²mero 3, el 8 de septiembre de 1976. All¨ª estaban, junto al presidente, el vicepresidente para asuntos de la Defensa, los ministros del Ej¨¦rcito, Marina y Aire, los jefes de Estado Mayor, los capitanes generales... Aquellos hombres eran todav¨ªa los que pensaban que hab¨ªan ganado una guerra contra el comunismo. 'Este muchacho nos va a o¨ªr', comentaban algunos de los convocados. Pero Adolfo Su¨¢rez lo hizo tan bien, se mostr¨® tan h¨¢bil, tan elocuente y sincero que todos salieron entusiasmados, conformes de prestar su colaboraci¨®n al cambio de sistema pol¨ªtico. Pero entendieron que se hab¨ªa hecho una promesa formal: 'Partidos pol¨ªticos s¨ª, pero no el PCE'. Tan claro lo entendieron todos que se cursaron circulares a las fuerzas dependientes de los reunidos, informando de la reuni¨®n y de los acuerdos tomados, con insistencia en que el PCE no ser¨ªa legalizado. As¨ª que, s¨®lo unos meses m¨¢s tarde, los militares se sintieron enga?ados. Mucho m¨¢s grave que el reconocimiento del partido comunista -que yo considero imprescindible- fue el hecho de hacerlo sin advertir previamente del cambio de criterio. Desde mi punto de vista, el reconocimiento del PCE fue un ¨¦xito en cuanto al fondo y un fracaso en la forma. Tengo la absoluta seguridad de que si Su¨¢rez convoca de nuevo a los asistentes a la reuni¨®n anterior y les explica las razones que aconsejaban la legalizaci¨®n, las hubieran comprendido perfectamente'.
Santiago Carrillo: 'Yo no lo creo, je, je... No lo creo porque los militares en ese momento, los altos jefes, estaban decididos, salvo Guti¨¦rrez Mellado y alg¨²n otro, no s¨¦, Gabeiras, o S¨¢enz de Santamar¨ªa... salvo dos o tres que no eran decisivos todav¨ªa en la c¨²pula militar, los dem¨¢s estaban radicalmente en contra porque ellos segu¨ªan viviendo con la fantas¨ªa de que hab¨ªan derrotado, no a la Rep¨²blica, sino al comunismo, y que el comunismo no pod¨ªa volver a ser legal en Espa?a. El franquismo utiliz¨® siempre la idea de que el comunismo era una amenaza. Para ellos, la legalizaci¨®n del PCE era como la derrota en la guerra civil: hab¨ªan ganado la guerra civil pero ahora la perd¨ªan... Toda una mentalidad absurda, pero que esta gente manten¨ªa y estaba dispuesta a dar un paso. La prueba era que, enfrent¨¢ndose con el Gobierno e indirectamente con el Rey, tuvieron la audacia de reunirse, de hacer una declaraci¨®n p¨²blica de repulsa. Y no s¨®lo ellos. Manuel Fraga dijo que la legalizaci¨®n hab¨ªa sido un golpe de Estado...'.
S¨¢enz de Santamar¨ªa: 'La reacci¨®n del Consejo General del Ej¨¦rcito fue muy dura. Hizo una nota muy dura y que se public¨® en Arriba y en El Alc¨¢zar y que luego dio lugar a que el ministro la desautorizase y destituyese a los autores. ?l hizo luego otra nota, que aunque tambi¨¦n muy dura, era ya digerible. Pero del consejo de ministros dimiti¨® Pita da Veiga, que era ministro de Marina. S¨®lo pudo ser sustituido con un almirante en la reserva'.
Santiago Carrillo: 'A Su¨¢rez probablemente se le ha tratado con bastante injusticia. Se jug¨® todo para asegurar ese ¨²ltimo paso, decisivo para la transici¨®n, de legalizar al PCE. Yo le hab¨ªa dicho a Su¨¢rez en la primera entrevista que tuve con ¨¦l que, si no hab¨ªa legalizaci¨®n, pondr¨ªamos mesa en las puertas de los colegios electorales y votar¨ªamos all¨ª, en la calle. Aquella amenaza, que parece hoy una bravata sin sentido, entonces reconoc¨ªa una realidad, y era que nosotros pod¨ªamos hacer fracasar un intento de elecciones si no ¨¦ramos legales, desacreditarlas totalmente. Adem¨¢s, en aquella ¨¦poca nosotros ten¨ªamos un gran prestigio en Europa: con Mitterrand, con la democracia cristiana italiana... Europa no hubiera comprendido la democracia espa?ola sin el ¨²nico partido del que la prensa europea hab¨ªa estado hablando como partido resistente activo, capaz de salir a la calle, y manifestarse. Y eso lo comprendieron muy bien el Rey y Su¨¢rez, que fueron los que en el ¨²ltimo momento dieron la cara'.
'La clandestinidad es una droga'
El 10 de abril, un d¨ªa despu¨¦s de la legalizaci¨®n, Mundo Obrero recog¨ªa unas declaraciones de Dolores Ib¨¢rruri, Pasionaria, transmitidas telef¨®nicamente desde Mosc¨²: 'Os hablo llena de emoci¨®n al conocer la noticia. Con el pensamiento puesto en nuestra patria, a la que ya podemos volver, despu¨¦s de largos a?os de exilio, no exentos de hond¨ªsimas penas. Volvemos a Espa?a, pero no todos. Tumbas entra?ables bordean el camino que llega hasta Madrid. Volvemos sin odios ni rencores que limitar¨ªan la grandeza de estas horas decisivas para el presente y el futuro de la democracia en nuestro pa¨ªs'. Ahora, 25 a?os despu¨¦s, propios y ajenos al PCE, reconocen que aquellas palabras eran verdad. Los comunistas ya lo hab¨ªan demostrado dos meses antes, durante su reacci¨®n pac¨ªfica al asesinato de los abogados laboralistas de Atocha. El general S¨¢enz de Santamar¨ªa, entonces jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, lo recuerda as¨ª: 'El entierro masivo de los abogados fue una lecci¨®n de orden y de responsabilidad'. Para S¨¢enz de Santamar¨ªa 'es un poco pintoresco' que precisamente ahora, coincidiendo con la legalizaci¨®n del PCE, se plantee dejar a Herri Batasuna fuera de la ley. 'En la clandestinidad', dice el general, 'los partidos suben y adem¨¢s hay que tener en cuenta que la clandestinidad es una especie de droga para la juventud. Y si ahora se ilegaliza Batasuna vamos a dar un incentivo a la juventud vasca con los 200.000 aproximadamente ilegales que van a circular por las provincias vascas. Todos los d¨ªas habr¨¢ un motivo de confrontaci¨®n. Hay que pensar mucho en eso. Hay que ver las consecuencias que va a tener la ilegalizaci¨®n y si eso va a fortalecer o a debilitar a ETA. Creo que la va a fortalecer'.
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