Los caballeros las prefieren gordas
Este art¨ªculo est¨¢ dedicado a vosotras, amadas lectoras que os pas¨¢is el d¨ªa obsesionadas con el peso. ?Ya est¨¢ bien! Imagino que la opini¨®n de un m¨ªsero columnista no os servir¨¢ de gran cosa, pero quiero que sep¨¢is que a m¨ª me gust¨¢is gorditas. No estoy haciendo apolog¨ªa de la obesidad, sino de la 'macicidad'. A este Casanova en potencia infelizmente desaprovechado, y creo poder hablar en nombre de muchos machos de nuestra especie, el 'sobrepeso' s¨®lo le desagrada cuando es exagerado, generalmente producto del m¨¢s vasco de los pecados capitales, la gula.
Ser¨¦ un indeseable, pero considero que una mujer es atractiva, mucho m¨¢s que por su belleza f¨ªsica, cuando es activa sexualmente (pues todos sabemos cu¨¢l es el menos vasco de aquellos siete pecadillos). Una puede ser un bollazo de impresi¨®n, que si es una estrecha, no se va a comer nada, al menos conmigo. Y al rev¨¦s, hasta el m¨¢s pintado puede enamorarse de una chica del mont¨®n a la que le vaya un poco la marcha. Y ni yo soy un s¨¢tiro ni os estoy pidiendo que os volv¨¢is ninf¨®manas de la noche a la ma?ana.
No entiendo c¨®mo os dej¨¢is enga?ar por los c¨¢nones de belleza imperantes. ?No os d¨¢is cuenta de que las 'chicas bomb¨®n' s¨®lo existen en la imaginaci¨®n de los hombres? Ya lo dec¨ªa Woody Allen en El dormil¨®n: 'Las chicas del Playboy no existen en la realidad'. Cuando estuve en Nueva York pensaba que me encontrar¨ªa por doquier con ¨¦mulas de Pamela Anderson, pero ?qu¨¦ va! Aquello es el reino de la hamburguesa, la grasa y el colesterol. A decir verdad el ¨²nico que parec¨ªa neoyorkino era yo. No me explico de d¨®nde sacan a las actrices de las pel¨ªculas, como no sea directamente del quir¨®fano.
Yo quiero mujeres de armas tomar y de carnes palpar. Si me dieran a elegir entre la gordita Marilyn Monroe y la escu¨¢lida Esther Ca?adas me quedar¨ªa sin dudarlo un instante con la primera (lo siento Esthertxo, t¨² tambi¨¦n me gustas mucho). Me agobio s¨®lo de pensar que si Marilyn viviera hoy la machacar¨ªan haciendo aerobic todo el d¨ªa, si es que no estaba ya anor¨¦xica perdida. Hemos perdido todo el romanticismo de los a?os sesenta. Repetid conmigo: lo gordo es hermoso (y lo dice uno que no lo es, pero que tampoco est¨¢ nada mal).
?Qu¨¦ tiempos aquellos en los que Botticelli representaba a Venus, la diosa de la belleza, m¨¢s bien rellenita! Y eso por no hablar de las Gracias de Rubens, a las que hoy, antes de posar, habr¨ªan obligado a seguir una dieta draconiana. Tampoco puedo dejar de mencionar a las hermosas mujeres de las naciones khoisan, famosas por sus prominentes nalgas. Como v¨¦is, queridas amigas, el sentido de la belleza es cultural, y por lo tanto variable seg¨²n las modas. Me parece perfecto lo de 'mens sana in corpore sano'. Yo mismo lo practico cuando me dejan. Pero me atrevo a proponer otra m¨¢xima que creo que supera con creces a la de Juvenal: 'corpus sanum in mente sana'. Est¨¢ genial hacer deporte, pero no para agobiarse con los kilos que supuestamente hay que perder, sino para sentirse mejor. Vivimos en una sociedad que ha hecho del cuerpo, junto con el dinero, uno de los pocos dioses dignos de culto. La exaltaci¨®n de la apariencia f¨ªsica es directamente proporcional al desprecio por toda actividad intelectual.
As¨ª nos quieren. Y as¨ª nos va. En lugar de poner tanto empe?o en cuidar el f¨ªsico, habr¨ªa que prestar un poco m¨¢s de atenci¨®n al 'ps¨ªquico'. Hay que leer m¨¢s y no s¨®lo revistas del coraz¨®n. La conversaci¨®n inteligente, ese placer practicado por igual por ilustrados y rom¨¢nticos, ha muerto. Hoy si alguien intenta hablar de algo un poco m¨¢s elevado que el f¨²tbol u Operaci¨®n Triunfo enseguida se le mira como si fuera un extraterrestre. Vamos directamente hacia el Mundo feliz de Huxley, si es que no hemos llegado ya. Mujeres, no se¨¢is tontas: gustaros como sois y nos gustar¨¦is.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.