Vandalismo impune
Los cohetes lanzados en el 'derby' sevillano revelan el fracaso de 10 a?os de lucha contra la violencia
El pr¨®ximo s¨¢bado, d¨ªa 6, se cumplen diez a?os de la creaci¨®n de la Comisi¨®n Nacional contra la Violencia. El organismo, dependiente del Consejo Superior de Deportes (CSD), estaba previsto en la Ley del Deporte y su constituci¨®n se aceler¨® como reacci¨®n de las administraciones p¨²blicas al tr¨¢gico suceso que le cost¨® la vida a un muchacho de 13 a?os en Sarri¨¤, el viejo estadio del Espanyol, en marzo de 1992.
En los proleg¨®menos de un partido Espanyol-C¨¢diz, una bengala de las utilizadas para pedir socorro en el mar, provista de una carcasa de protecci¨®n en su punta, cruz¨® el campo a lo ancho y se incrust¨® en el pecho de Guillermo Alfonso L¨¢zaro, que muri¨® desangrado. 'Parec¨ªa el impacto de un ob¨²s', afirm¨® uno de los m¨¦dicos que atendi¨® al joven aficionado, que se encontraba junto a sus padres.
Antes, en abril de 1985, un suceso similar, ocurrido en un C¨¢diz-Castell¨®n, no provoc¨® tanta reacci¨®n en los poderes p¨²blicos. Un aficionado muri¨® tambi¨¦n por el impacto en su pecho de una bengala. Los dos responsables fueron condenados a 12 meses de prisi¨®n y el C¨¢diz fue considerado responsable subsidiario.
El objetivo de la Comisi¨®n era la prevenci¨®n de la violencia en los espect¨¢culos deportivos, que iba en aumento, sobre todo en el f¨²tbol, de la mano de los grupos ultras. Pero, un decenio despu¨¦s, los sucesos del pasado derby sevillano, en el estadio Ruiz de Lopera, demuestran que los esfuerzos de la Comisi¨®n, la Liga de clubes y la Federaci¨®n han tenidos escaso ¨¦xito.
Antes del inicio del Betis-Sevilla y durante sus primeros minutos, un individuo, todav¨ªa pendiente de identificar por parte de la polic¨ªa, lanz¨® desde el segundo anfiteatro y con un rudimentario dispositivo hasta 13 cohetes contra los aficionados m¨¢s radicales del Sevilla, instalados en el tercer anillo de la grada.
La tragedia se evit¨® en esta ocasi¨®n por la escasa entidad de los cohetes que, inexplicablemente, el energ¨²meno logr¨® colar en el campo b¨¦tico. A diferencia de la potencia de las bengalas de salvamento mar¨ªtimo, los proyectiles utilizados esta vez llegaron a su objetivo apagados en su mayor¨ªa.
Aparte del uso de artefactos pirot¨¦cnicos, otras dos circunstancias establecen inevitables comparaciones entre los dos sucesos, separados por una d¨¦cada. Quienes lanzaron las bengalas en Sarri¨¤, Francisco Vila y Jos¨¦ Mars¨¢n, de 39 y 59 a?os respectivamente, eran ajenos al movimiento ultra y hab¨ªan acudido al partido acompa?ados por sus hijos. Por la zona en la que se produjo el lanzamiento en el estadio verdiblanco, el agresor tampoco est¨¢ aparentemente relacionado con los grupos m¨¢s radicales de la afici¨®n b¨¦tica.
R¨¢pidamente, ambos clubes intentaron escurrir el bulto. Al d¨ªa siguiente de la muerte de Guillermo Alfonso en Sarri¨¤, el entonces presidente del Espanyol, Julio Pardo, asegur¨®, para exculpar a su entidad, que era 'imposible cachear a 30.000 personas'.
Pese a la obligaci¨®n actual de las sociedades deportivas de controlar el acceso a los estadios mediante tornos y guardias de seguridad, el portavoz del Betis, Juan Luis Aguado, dio la semana pasada la misma excusa que Pardo en su d¨ªa con la ¨²nica variaci¨®n de la cifra, que creci¨® hasta las 50.000 personas. 'Si se colaron los terroristas en los aviones el 11-S, c¨®mo no se nos va a colar uno en un campo de f¨²tbol', asegur¨® otro miembro del consejo de administraci¨®n del Betis.
El Espanyol, eso s¨ª, termin¨® siendo condenado como responsable civil subsidiario de la muerte del chaval a una multa de 42 millones de pesetas de entonces.
Pese a los esfuerzos de la Comisi¨®n, las agresiones se han seguido produciendo en Espa?a, aunque habitualmente ligadas a la actividad de las pe?as ultra de los equipos, con unos 10.000 miembros en todo el pa¨ªs, seg¨²n los c¨¢lculos efectuados por el Ministerio del Interior.
Al margen de las ya desgraciadamente habituales rotura de lunas de los autobuses de los equipos rivales, las invasiones del c¨¦sped, los lanzamientos de objetos y los enfrentamiento entre grupos ultra en los alrededores de los estadios, un suceso resalta especialmente por encima de los dem¨¢s. El asesinato en diciembre de 1998 de Aitor Zabaleta, aficionado de la Real Sociedad, por una cuchillada de un miembro de Basti¨®n, un grupo radical del Atl¨¦tico de Madrid, caus¨® una conmoci¨®n en el mundo del f¨²tbol similar a la producida por la muerte de Guillermo Alfonso, aunque por ocurrir en los aleda?os del estadio Calder¨®n su investigaci¨®n y castigo no afect¨® a las instancias deportivas.
En el Santiago Bernab¨¦u otro incidente mostr¨® el grado de barbarie de los ultras espa?oles a toda Europa. En un Real Madrid-Borussia Dortmund de la Liga de Campeones de 1998, los Ultra Sur derribaron una porter¨ªa dando tirones a la red situada tras ella. Ese mismo a?o, las celebraciones de la s¨¦ptima Copa de Europa madridista terminaron con una batalla campal en la Cibeles entre ultras y polic¨ªas.
Un problema mundial
Una bengala cruz¨® el estadio Nacional, de Lima, un domingo de abril de 2000 despu¨¦s del primer gol del Universitario frente al Uni¨®n Minas: el artefacto impact¨® en el rostro de Jos¨¦ Mayta, un empleado del estadio, de 17 a?os, que muri¨® en el acto. Un alf¨¦rez de la Armada peruana fue detenido por haber lanzado el artefacto. El militar, cuya identidad no fue revelada, admiti¨® ser el responsable.
Estos sucesos se suceden en los campos de f¨²tbol de Suram¨¦rica y ?frica. Las barras bravas, argentinas, cometen cada cierto tiempo asesinatos y otros delitos y son el ejemplo del m¨¢s alto grado que la violencia puede alcanzar en un campo.
Recientes tragedias en Ghana y Sur¨¢frica, por avalanchas o hundimiento de las gradas, dejaron nuevas cifras de v¨ªctimas que sumar a las hist¨®ricas de Mosc¨², Heysel o Sheffield.
La actividad de los ultras en Europa se mostr¨® con especial virulencia en la Copa del Mundo de Francia 98 cuando un gendarme qued¨® en coma por una agresi¨®n y en la Eurocopa de B¨¦lgica y Holanda 2000.
Sus fechor¨ªas suelen asaltar cada poco a las Ligas de Grecia o Turqu¨ªa, as¨ª como a las de Italia, B¨¦lgica, Holanda o el Reino Unido.
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