Ej¨¦rcito y derechos
La profesionalizaci¨®n del Ej¨¦rcito no s¨®lo plantea exigencias nuevas de organizaci¨®n y de asignaci¨®n presupuestaria, sino de reconocimiento de derechos. El Ej¨¦rcito profesional debe ser capaz de compatibilizar las necesidades del servicio con los derechos profesionales y laborales de cuantos lo integran. Casos como el protagonizado por una teniente, a la que se ha puesto toda clase de obst¨¢culos para compatibilizar su actividad profesional con su derecho de madre a atender a su hijo peque?o, ponen en duda que el cambio de modelo de Ej¨¦rcito habido en Espa?a haya calado suficientemente en las mentes de algunos mandos militares.
M¨¢s all¨¢ de la raz¨®n que pueda asistir a la teniente en el conflicto concreto que la ha enfrentado a sus mandos, lo que choca son los argumentos alegados para deneg¨¢rsela. A su petici¨®n de que se le eximiese de hacer guardias y de realizar ejercicios se le responde oponiendo los cometidos de la profesi¨®n militar al disfrute de derechos reconocidos en las leyes, como el que garantiza la conciliaci¨®n de la vida familiar y laboral a los trabajadores con hijos menores a su cargo. Tal oposici¨®n carece de fundamento, salvo que se reivindique de nuevo la vieja doctrina de la autonom¨ªa militar, seg¨²n la cual los valores y principios que rigen las Fuerzas Armadas est¨¢n por encima de las leyes e incluso de la propia Constituci¨®n.
La legislaci¨®n que favorece la reducci¨®n de la actividad laboral de hombres y mujeres en aras de la protecci¨®n de los hijos menores de edad es de aplicaci¨®n general. Tambi¨¦n en lo que respecta a las Fuerzas Armadas. Produce sonrojo que a estas alturas se cuestione la aplicaci¨®n de una ley con argumentos tan peregrinos como su supuesta incompatibilidad con la defensa de Espa?a o tan jur¨ªdicamente infundados como que los derechos que ampara son meramente program¨¢ticos -como el disfrute de una vivienda digna- y no directamente aplicables. La denegaci¨®n del derecho que reclama la teniente exige cuando menos argumentos m¨¢s s¨®lidos.
Sobran, adem¨¢s, los reproches que se le hacen de que su actitud revela 'falta de esp¨ªritu militar' y de 'profesionalidad', incluso de 'lealtad a la instituci¨®n' porque ha osado informar de su caso a un miembro de Parlamento. La reclamaci¨®n de un derecho no supone faltar a nada ni a nadie. El Ej¨¦rcito profesional, formado por hombres y mujeres que han optado voluntariamente por la milicia como actividad profesional y laboral, s¨®lo ser¨¢ viable si hace compatibles los derechos de quienes lo integran con la buena marcha del servicio.
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