Entre el amor, el arte y la muerte
Voy a decirlo -m¨¢s bien repetirlo, pues no es la primera vez que lo digo- de la manera m¨¢s clara y contundente que pueda: Pascal Quignard es, dejando aparte viejas glorias supervivientes, el mejor escritor franc¨¦s de hoy. Quiz¨¢ demasiado bueno para la universal rebaja cultural que la literatura padece en el mundo entero. ?Estar¨¢ re?ida la literatura con sus viejos compa?eros (el arte y la cultura) que desde sus or¨ªgenes siempre la han acompa?ado? En ocasiones me siento como lo que hoy soy, un jubilado o, por decirlo en franc¨¦s, como un 'retirado', que es algo mucho m¨¢s exacto, y conste que ya no tanto por razones de edad, ni laborales, ni profesionales, sino porque mi tiempo y mi espacio se han puesto de acuerdo para colocarme en el sitio que me era debido de antemano. Menos mal que como creo que leer es releer, tengo todav¨ªa muchos mundos por delante para poder seguir viviendo, que ustedes sigan jugando, yo ya no juego m¨¢s que tengo mucho que hacer (leer), que les vayan dando y que quien venga detr¨¢s que arree, que todo sigue y seguir¨¢ estando en su sitio por los siglos de los siglos. Y digo esto cuando aparece entre nosotros su ¨²ltima novela -creo, salvo un cuento recuperado, La voz perdida, incluido en un volumen de homenaje francoitaliano de pocos meses despu¨¦s- que es una maravilla secreta, como todo lo suyo, con la que adem¨¢s obtuvo hace dos a?os en su pa¨ªs el gran premio de novela de la Academia Francesa, aunque hace ya m¨¢s de un lustro que Quignard parece haberse retirado de todo festejo y relumbr¨®n socioliterario, como si se hubiera decidido voluntariamente a hacer lo mismo que otros hacemos como resultado de la edad y la misantrop¨ªa.
TERRAZA EN ROMA
Pascal Quignard Traducci¨®n de Encarna Castej¨®n Espasa. Madrid, 2002 140 p¨¢ginas. 11,80 euros
Terraza en Roma (2000) es quiz¨¢ la decimotercera y ¨²ltima novela -entre medio centenar de t¨ªtulos que configuran su obra entera- de las que lleva publicadas Pascal Quignard, que, como se ve, no es s¨®lo un novelista, sino mucho m¨¢s, un escritor total, al que ning¨²n g¨¦nero le resulta ajeno; sobre todo es tambi¨¦n el creador de uno propio, intermedio entre el relato y el ensayo, que viene reuniendo en sucesivos vol¨²menes bajo el t¨ªtulo de 'peque?os tratados', de los que ya lleva publicados 72 en 10 tomos, aunque hoy, hasta esta ¨²ltima breve novela podr¨ªa ser considerada como un 'peque?o tratado' m¨¢s, de la misma manera que la pen¨²ltima, Vida secreta (1998, todav¨ªa in¨¦dita entre nosotros dadas sus dificultades), la m¨¢s gruesa y quiz¨¢ la mejor de todas, podr¨ªa ser considerada como un conjunto de muchos de ellos m¨¢s.
As¨ª, es una l¨¢stima que el lector castellano no pueda comparar todav¨ªa esta pieza magistral que es Terraza en Roma con el ¨¢rbol frondoso del que parece haberse desgajado, Vida secreta, del que se deduce como si fuera uno de sus frutos, como un ejemplo, como una de sus mejores lecciones. Pues ambos libros constituyen como el haz y el env¨¦s de una misma moneda. De hecho, la obra de Quignard ya ha sido algo traducida entre nosotros, aunque de manera enga?osa y desordenada, pues se ha dado preferencia a sus novelas y se ha publicado entre varias editoriales con lo que se ha sembrado cierta confusi¨®n al respecto. La primera editorial en hacerlo -desaparecida despu¨¦s- fue Versal, que public¨® cuatro novelas, La lecci¨®n de m¨²sica, El sal¨®n de W¨¹rtemberg, Las escaleras de Chambord y Albucius, despu¨¦s Debate hizo lo mismo con Todas las ma?anas del mundo (que fue tambi¨¦n uno de sus ¨¦xitos, con disco y pel¨ªcula incluidos), El nombre en la punta de la lengua y La ocupaci¨®n americana (cambiando su t¨ªtulo en contra de sus traductoras por el de Las nieves de anta?o), mientras Plaza & Jan¨¦s inclu¨ªa en su cat¨¢logo otras dos novelas (en teor¨ªa er¨®ticas) publicadas bajo el seud¨®nimo de Agustina Izquierdo -Una aventura indecente y El amor puro-, de las que la segunda es una obra maestra. Tambi¨¦n he tenido noticia de otras traducciones, del ensayo El sexo y el espanto en la revista Litoral y del estudio sobre el pintor jansenista Georges de La Tour (Flohic, 1991), que no he podido consultar.
Nacido en Normand¨ªa (1948),
en los alrededores del Havre destruidos por la Segunda Gran Guerra, abandon¨® pronto la pintura, se licenci¨® en la universidad, ha sido m¨²sico durante toda su vida, profesor, asesor editorial de Gallimard (lleg¨® a ser secretario general de ediciones), director del Concierto de las Naciones de Jordi Savall y fundador del festival de m¨²sica barroca de Versalles, hasta que en 1995 lo abandon¨® todo para dedicarse exclusivamente a leer y escribir. Su cultura es tan universal que parece originaria, pues viene de los or¨ªgenes de los tiempos y recorre todos los espacios posibles, del Extremo Oriente a la India cl¨¢sica, desde el s¨¢nscrito hasta el mundo esquimal, pasando por Grecia y Roma (es un latinista excepcional) para llegar a las posmodernidades m¨¢s actuales y el mundo del cine m¨¢s exigente, fascinado por Pompeya, el jansenismo o la m¨¢s ardua cultura medieval (Chr¨¦tien de Troyes). Coleccionista de im¨¢genes de todos los tiempos, cr¨ªtico y ensayista de arte, juglar de etimolog¨ªas, la perfecci¨®n musical de su escritura le est¨¢ imponiendo ya en la vieja Europa como uno de sus artistas m¨¢s puros y consecuentes, y como un campe¨®n irreductible de la independencia m¨¢s radical. Se le acusa de elitista, fr¨ªo y artificial, de ser un escritor de vocaci¨®n minoritaria, pero sus libros menudean ya en los cat¨¢logos de bolsillo, pues quiere poner sus riquezas al alcance de todos. Es un derroche.
Terraza en Roma es una suerte de relato hist¨®rico, que despliega en 47 breves secuencias la existencia de un grabador franc¨¦s del siglo XVII, Meaume, marcada por una agresi¨®n fatal, cuando un amante despechado le quem¨® el rostro para siempre. Aunque no fue la agresi¨®n en s¨ª lo que le marc¨®, sino el hecho de que ello le separ¨® entonces de su amada para el resto de su vida. La persistencia de su amor, sin embargo, le persigui¨® sin parar, porque -dice Quignard- 'lo que perdemos siempre tiene raz¨®n'. Y as¨ª, tras una vida de trashumancia y tragedia, viajando por el norte de Europa, Italia, los Pirineos, Normand¨ªa y la Francia mediterr¨¢nea, desde un acantilado sobre el golfo de Salerno hasta sus a?os en una terraza sobre Roma, Meaume se convierte en un grabador excepcional, del que el autor describe sus im¨¢genes, sus t¨¦cnicas, las relaciones con sus compa?eros de profesi¨®n, hasta que poco antes de morir es objeto de otro atentado -esta vez frustrado- por parte de un muchacho que quiz¨¢ es el hijo que tuvo sin saberlo con su primera amada. Se trata de una f¨¢bula temblorosa y tr¨¢gica que habla del arte y del amor con la muerte al fondo, escrita con tal pasi¨®n, sencillez, poes¨ªa y transparencia -se trata de uno de sus libros m¨¢s accesibles- que el resultado es estremecedor y fascinante. Peor para quien se lo pierda.
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