La condenada a lapidaci¨®n Amina Lawal pide ser juzgada por la ley civil nigeriana
Amina Lawal, la nigeriana de 35 a?os condenada el pasado 25 de marzo a morir lapidada por adulterio en aplicaci¨®n de la shar¨ªa (ley isl¨¢mica), ha decidido, seg¨²n organizaciones de derechos humanos del pa¨ªs, recurrir la sentencia para poder ser juzgada seg¨²n la ley federal civil y conforme a la Constituci¨®n. Lawal, divorciada de su marido, est¨¢ amamantando a su hija, fruto de la relaci¨®n con otro hombre. Al condenarla, el tribunal aplaz¨® la ejecuci¨®n ocho meses, para permitir la lactancia.
La sentencia contra Lawal se hizo p¨²blica el mismo d¨ªa en que se puso en libertad a Safiya Hus-saini, condenada a lapidaci¨®n por el mismo supuesto delito de adulterio. El tribunal isl¨¢mico del Estado de Sokoto, al norte del pa¨ªs, cedi¨® a las presiones internacionales en favor de la acusada (s¨®lo en Espa?a, Amnist¨ªa Internacional recogi¨® 650.000 firmas) y aleg¨® m¨²ltiples defectos de forma en la instrucci¨®n del proceso. Lawal ha sido condenada en otro estado norte?o, Katsina, donde el pasado enero se produjo la primera ejecuci¨®n desde la instauraci¨®n la shar¨ªa: un hombre fue ahorcado.
La prensa nigeriana, aunque no dej¨® de congratularse por el perd¨®n a Hussaini, inform¨® de puntillas sobre el caso Lawal. La explosiva situaci¨®n social y pol¨ªtica de Nigeria expande la prudencia entre la poblaci¨®n, porque 11 estados del norte, con predominio musulm¨¢n y lengua hausa, aplican la shar¨ªa, que permite castigos como la lapidaci¨®n, la flagelaci¨®n o la amputaci¨®n. La ley isl¨¢mica fue impuesta desde 2000 en esos estados en medio de sangrientos enfrentamientos entre musulmanes (un 45% de los 120 millones de habitantes de Nigeria) y cristianos.
Violencia cotidiana
Sobre todo en el norte, la mayor¨ªa silenciosa contempla la dureza de la shar¨ªa como posible disuasi¨®n de la tremenda violencia cotidiana que vive el pa¨ªs, y que de enero a abril ha causado m¨¢s de 300 muertes por enfrentamiento pol¨ªtico o por atraco, y unas 10.000 v¨ªctimas mortales desde 1999, cuando el r¨¦gimen democr¨¢tico de Olusegun Obasanjo sustituy¨® a la dictadura de Sami Abacha.
En el sur, donde pesan m¨¢s los cristianos y se habla ingl¨¦s, la calle cae a menudo en poder de bandas violentas y a toda hora los delitos se suceden, especialmente en Lagos, que ronda los 10 millones de habitantes. El pasado diciembre fue asesinado incluso Bola Ige, ministro de Justicia, amigo de Obasanjo y contrario a la condena de Hussaini. Imcluso han surgido milicias privadas que han llegado a crucificar a sospechosos en la calle.
De ah¨ª que muchos nigerianos (aun apoyando la postura del Gobierno de declarar que la shar¨ªa no es constitucional) temen una guerra civil y la secesi¨®n del norte, donde el integrismo musulm¨¢n a lo saud¨ª plantea cada vez m¨¢s desaf¨ªos.
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