Fin de trayecto
No hay sistema pol¨ªtico democr¨¢tico, por muy bien dise?ado que est¨¦ normativamente, que pueda impedir que personajes como Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Mateos o Jes¨²s Gil jueguen en alg¨²n momento un papel. La utilizaci¨®n ventajista de las reglas de juego de la democracia es una caracter¨ªstica com¨²n a todos los partidos o agrupaciones electorales antisistema. Es lo que viene haciendo Batasuna de manera coherente y continuada desde su constituci¨®n como brazo pol¨ªtico de ETA. Y es lo que, de manera m¨¢s o menos pintoresca, hizo en un primer momento Ruiz Mateos y, de manera m¨¢s 'profesional' ha venido haciendo durante la ¨²ltima d¨¦cada Jes¨²s Gil.
No hay manera de impedir, repito, que esto ocurra. Cualquier remedio que se intente, acaba siendo peor que la enfermedad. El coste que supone para el sistema pol¨ªtico democr¨¢tico alterar sus reglas de juego, con la finalidad de impedir que puedan existir partidos antisistema o personajes como los mencionados, es muy superior al beneficio que de tal alteraci¨®n pueda derivarse. Es mucho mejor mantener las reglas de juego tal como est¨¢n, que es como adem¨¢s deben estar, y ser pacientes, porque la democracia tiene la enorme ventaja sobre todos los dem¨¢s sistemas pol¨ªticos conocidos de que acaba poniendo a cada uno en su lugar. Con unos ritmos que a veces se nos antojan y que a veces son realmente demasiados pausados, pero acaba poniendo a todo el mundo en su lugar. Lo est¨¢ haciendo ya con Batasuna y lo har¨¢ m¨¢s en el futuro, si no se cometen errores. Y lo ha hecho ya con Ruiz Mateos primero y con Jes¨²s Gil, despu¨¦s.
El problema, por tanto, ya no es Jes¨²s Gil. El problema va a ser ahora el despertar de Marbella del sue?o de Jes¨²s Gil. Me temo que el aprendizaje va a ser duro y largo
No creo que pueda hacerse una interpretaci¨®n negativa de todos estos episodios de estrategias pol¨ªticas antisistema, sino todo lo contrario. Si para algo han servido todos estos episodios, es para poner de manifiesto que la democracia espa?ola est¨¢ bien constituida y est¨¢ operando de manera razonablemente satisfactoria. Los episodios antidemocr¨¢ticos, una vez fracasado el golpe del 23-F, han sido eso, puros episodios, que en ning¨²n momento han tenido consistencia suficiente como para poner en cuesti¨®n la organizaci¨®n pol¨ªtica de nuestra convivencia.
Es claro que hubiera sido mejor que dichos episodios no se hubieran siquiera producido y que no es nada edificante haber visto a Ruiz Mateos de parlamentario en las primeras elecciones europeas celebradas en Espa?a en 1989 y a Jes¨²s Gil de alcalde de Marbella durante once largos a?os. Pero, en t¨¦rminos comparados, no puede decirse que estos episodios puedan ser considerados como muy graves. La presencia de Le Pen en el sistema pol¨ªtico franc¨¦s ha tenido una dimensi¨®n muy superior que la de Ruiz Mateos o Jes¨²s Gil, por no decir nada de la elecci¨®n de Silvio Berlusconi como presidente del Gobierno en Italia. Silvio Berlusconi no es un personaje menos siniestro que Jes¨²s Gil, sino posiblemente mucho m¨¢s. Es m¨¢s que probable que en un sistema pol¨ªtico que no hubiera atravesado una crisis tan generalizada, como la del italiano que tuvo su origen en la Constituci¨®n de 1947, Silvio Berlusconi ya se habr¨ªa topado de manera inhabilitante con la acci¨®n de la justicia. Y sin embargo, no s¨®lo no ha sido as¨ª, sino que incluso se ha aprovechado de esa crisis para hacerse con el poder primero y para hacer uso del mismo despu¨¦s para evitar en el futuro tener problemas con la justicia. Lo que han sido an¨¦cdotas en el desarrollo del sistema pol¨ªtico espa?ol, se ha convertido en categor¨ªa en el italiano.
Creo que no deber¨ªamos perder de vista esta perspectiva. La complacencia no es nunca buena. Pero la baja autoestima puede ser todav¨ªa peor. Que un personaje como Jes¨²s Gil haya tenido el protagonismo que ha tenido en la vida pol¨ªtica espa?ola, no es algo de lo que haya que alegrarse. Pero la capacidad que ha tenido la democracia espa?ola para evitar el contagio y para acabar poniendo fin a dicho protagonismo, s¨ª es motivo de satisfacci¨®n. No cabe duda de que, para llegar a donde ha llegado, Jes¨²s Gil ha tenido que tener complicidades en muchos sectores, incluido el propio poder judicial. De no haber sido as¨ª, no habr¨ªa permanecido tanto tiempo en la alcald¨ªa de Marbella. Pero al final el sistema pol¨ªtico primero y los tribunales de justicia despu¨¦s lo han puesto en su sitio.Y todav¨ªa quedan un buen n¨²mero de procesos pendientes, a trav¨¦s de los cuales acabar¨¢ quedando completamente desacreditada la imagen del ex alcalde de Marbella.
La trayectoria pol¨ªtica de Jes¨²s Gil ha llegado a su fin. Y ha llegado bien. Jes¨²s Gil va a pasar a la historia de la democracia espa?ola en general y de la democracia municipal en particular, como un personaje siniestro. Esa es la imagen que va a quedar de ¨¦l y, en consecuencia, su proyecci¨®n futura va a ser pr¨¢cticamente nula. Sus baladronadas posteriores al conocimiento de la decisi¨®n del Tribunal Supremo son eso, baladronadas sin la menor importancia.
El problema, por tanto, ya no es Jes¨²s Gil. El problema va a ser ahora el despertar de Marbella del sue?o de Jes¨²s Gil. En los pr¨®ximos meses es cuando los ciudadanos de Marbella van a comprobar fehacientemente los destrozos que ha provocado en el municipio la gesti¨®n depredadora de Jes¨²s Gil y el coste que va a tener para ellos levantar las hipotecas que dicha gesti¨®n ha dejado. Me temo que el aprendizaje va a ser duro y largo. Los errores siempre se acaban pagando. No se puede elegir impunemente a un alcalde como Jes¨²s Gil. Esta es tambi¨¦n una lecci¨®n que tiene que extraerse de la ominosa d¨¦cada marbell¨ª.
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