De Niro hijo presenta a De Niro padre
Muy amable y rodeado de admiradores, el actor neoyorquino inaugura en Madrid una exposici¨®n de la obra de su progenitor
'?Ah¨ª viene, ah¨ª viene! ?Qu¨¦ nervios, por favor, qu¨¦ nervios!'. Hab¨ªa miedo, expectaci¨®n, impaciencia y, por qu¨¦ no decirlo, p¨¢nico, entre la gente que esperaba ayer a mediod¨ªa a Robert de Niro en la puerta de la galer¨ªa Metta de Madrid. El actor se hab¨ªa retrasado media hora sobre el horario previsto para descansar un poco tras el viaje desde su adorada Nueva York, y sabiendo que gasta cierta fama de hura?o, o de t¨ªmido patol¨®gico, o de persona un poco especial, la galerista Carmen Gamarra, los invitados a la inauguraci¨®n, el peque?o pu?ado de periodistas permitido (la prensa del coraz¨®n fue vetada) y el corrillo de j¨®venes fans que lo esperaban temblaban ante la idea de que De Niro tuviera uno de esos d¨ªas. Pero fue al rev¨¦s.
Cont¨® que su padre pint¨® durante toda su vida. 'Desde los cinco a?os hasta su muerte'
De Niro apareci¨® flaco, arrebatador y relajado, rodeado de una peque?a corte de ayudantes y amigos (los galeristas de su padre en Nueva York). Salud¨® a todo el mundo, pase¨® arriba y abajo la exposici¨®n, chasque¨® la lengua en signo de aprobaci¨®n y luego volvi¨® a saludar con cordialidad y cortes¨ªa a raudales a los asistentes, aproximadamente unas 60 o 70 personas, de las cuales el 101% eran admiradores.
'S¨®lo quiere hablar de la pintura de su padre', hab¨ªa advertido la galerista antes de empezar. Luego no fue para tanto. Hablar, lo que se dice hablar, De Niro habl¨® casi de todo. Pero, eso s¨ª, muy poco y muy bajito. Cont¨® que su padre pint¨® 'durante toda su vida', 'desde los cinco a?os hasta su muerte'; que su madre, Virginia Admiral, 'tambi¨¦n fue una pintora muy apreciable', y brome¨® sobre el momento en que ¨¦l cogi¨® los pinceles: 'Enseguida vi que la cosa no funcionaba'.
Luego coment¨® que el mayor de sus hijos varones (tiene cuatro y una hija, la mayor, que es actriz) es el ¨²nico que parece tener dotes para las artes pl¨¢sticas a pesar de sus esfuerzos: 'Siempre he procurado llevarlos al estudio de mi padre, que mantengo igual que ¨¦l lo dej¨® al morir para estimular su amor a la pintura y porque a m¨ª me sigue encantando verlo'.
De Niro derroch¨® simpat¨ªa. Se hizo fotos y charl¨® con todo el que se le acerc¨®, firm¨® aut¨®grafos personalizados y cari?osos en cantidades industriales y a grandes trazos (firma: Bob de Niro), volvi¨® a dejarse hacer fotos con quien se lo pidi¨® (casi todos, as¨ª que al final ni siquiera miraba al que se pon¨ªa), y esboz¨® un par de veces su irresistible sonrisa italiana (una sonrisa entre dura, ir¨®nica y desvalida).
La paliza fue, digamos, el precio a pagar por un sentido acto de amor y fidelidad filial: De Niro ven¨ªa a promocionar la exposici¨®n de la (por otra parte espl¨¦ndida) obra pict¨®rica de su padre (Nueva York, 1922-1993), ayer llamado Robert de Niro y hoy Robert de Niro s¨¦nior.
Y es que, aunque esto aqu¨ª s¨®lo lo sab¨ªan algunos expertos en arte, bastante antes de que la estrella de Toro salvaje (Oscar al mejor actor en 1980) se licenciara en el Actor's Studio y se hiciera famoso, a finales de los sesenta y principios de los setenta, con las primeras pel¨ªculas de Brian de Palma (Greetings, 1968, The wedding party, 1969...); de su gran amigo italoamericano, Martin Scorsese (Malas calles, 1973; Taxi driver, 1976), y de Coppola (El Padrino II, 1974), su padre era ya toda una celebridad.
'Tanto, que antes de que Bob fuera tan famoso como es ahora, se le conoc¨ªa como Robert de Niro j¨²nior', afirmaba Larry Kelly, uno de los responsables de la galer¨ªa neoyorquina Salander-O'Reilly, que expone a Robert de Niro (s¨¦nior) desde poco despu¨¦s de su muerte.
Gracias a su asociaci¨®n con Metta, han venido a Madrid (ciudad que al parecer adoraba este huidizo y apasionado pintor, poeta, cr¨ªtico de arte y profesor, que se refugi¨® en Par¨ªs en los a?os sesenta huyendo de su creciente fama americana) una decena de inquietantes dibujos hechos a carboncillo, y una veintena de ¨®leos coloristas, resplandecientes, a medias figurativos y abstractos. Todos son de los a?os sesenta y setenta, y (seg¨²n se?ala Peter Frank en el cat¨¢logo) est¨¢n emparentados de un modo muy personal con la obra de sus amigos Willem y Elaine De Kooning, pero tambi¨¦n con Mattisse, Pollock, Van Gogh, Georgia O'Keefe, Picasso y C¨¦zanne.
Como prueba tangible de su calidad, la obra, que estar¨¢ colgada en la galer¨ªa de la calle Marqu¨¦s de la Ensenada, 2, hasta principios de mayo, sale a la venta a precios considerables, que oscilan entre los 16.500 euros de los carboncillos y los 99.000 de alg¨²n ¨®leo.
No es probable que nadie comprara ayer. Era el d¨ªa para el afecto y la admiraci¨®n pegajosa (que herman¨® a personajes tan dispares como Luis Alberto de Cuenca, Marisa Paredes, Eduardo Arroyo, Rosa Torres Pardo, Luis Eduardo Aute -cuya pel¨ªcula Un perro llamado dolor ha sido seleccionada para el Festival de Tribeca que organiza De Niro-, Vicente Molina Foix, Eduardo ?rculo, Jos¨¦ Luis Garci...).
De Niro soport¨® todo con una paciencia de santo, una humildad de principiante y un aspecto francamente estupendo, de un atractivo envidiable incluso si contamos con los peque?os des¨®rdenes propios del jet lag: barba de 24 horas, la mirada un poco turbia, los movimientos lentos.
Pero encontr¨® tiempo para ponerse sentimental al explicar que nunca ha querido vender una obra que tiene colgada por todas partes: 'Soy muy parcial con ella. Me encanta. La adoro. Mi apartamento, el restaurante de Tribeca y la oficina de Tribeca Productions [la productora que inaugur¨® en 1993 dirigiendo Historias del Bronx] est¨¢n repletos de cuadros suyos'. Hace unos a?os, decidi¨® sacar algunas cosas al mercado, como excepci¨®n, 'para que la gente a la que le gusta la pueda tener tambi¨¦n'.
Y eso fue todo. S¨®lo hubo tiempo para tres telegramas m¨¢s: 'Mi pr¨®ximo proyecto es hacer la secuela de Los padres de ella'. 'Me parece genial que premiaran a Halle Berry y a Denzel Washington en los Oscar'. ?Y c¨®mo va Nueva York tras el 11 de septiembre? 'Parece que, poco a poco, la gente va recuper¨¢ndose'.
Hab¨ªan pasado 45 minutos. De Niro se meti¨® con su asistente de origen oriental en su Mercedes gris alquilado. Iba rumbo al restaurante Pr¨ªncipe de Viana, donde le esperaba una comida con 40 invitados, despu¨¦s de la cual ten¨ªa previsto tomar el avi¨®n de vuelta a casa.
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