Sali¨® el toro serio
Sali¨® el toro serio y se puso firme hasta el de los refrescos. Hac¨ªa treinta y seis a?os que no ven¨ªa a la feria la ganader¨ªa de Cuadri y su paso por la actual ha quedado ya en el recuerdo. Sobre todo, en el recuerdo de los tres toreros y sus cuadrillas, que no olvidar¨¢n el mal rato pasado. Tambi¨¦n en el recuerdo de los buenos aficionados, porque tuvieron la oportunidad de deleitarse con las m¨¢s bellas estampas de la seriedad y el trap¨ªo, sentir la emoci¨®n del toro bravo, y sufrir con el peligro extremo de un animal violento.
Pero esto es lo que tienen los toros Los toros aut¨¦nticos, se entiende. Unos salen bravos y encastados; otros, mansos; otros, broncos; pero todos te obligan a permanecer atento porque lo que sucede en el ruedo encierra el m¨¢ximo inter¨¦s. ?Queda claro por qu¨¦ las figuras no quieren ni o¨ªr hablar de toros? Para estas corridas hacen falta toreros con valor y casta, con recursos, con sangre en las venas, aut¨¦nticos h¨¦roes.
Cuadri / Pauloba, Romero, Mill¨¢n
Toros de Celestino Cuadri, muy bien presentados, serios y con cuajo, de juego desigual. Bravo y encastado el tercero; violento el cuarto y con escaso fuelle los dem¨¢s. Luis de Pauloba: dos pinchazos y estocada (silencio); pinchazo y media (silencio). Alfonso Romero: estocada perdiendo la muleta y tres descabellos (silencio); pinchazo y casi entera desprendida -aviso- (silencio). Jes¨²s Mill¨¢n: dos pinchazos y un bajonazo (divisi¨®n de opiniones); estocada (ovaci¨®n). Plaza de la Maestranza. 6 de abril. Tercera de abono. Menos de media entrada.
La corrida de Cuadri no fue buena en conjunto. En general, adoleci¨® de casta y recorrido en la embestida, pero no permiti¨® el aburrimiento. Hubo un toro bravo y encastado, el tercero, que le toc¨® a Mill¨¢n y lo aprovech¨® a medias en la muleta tras veroniquearlo sin reposo. Hizo una buena pelea en el caballo, y propici¨® un vibrante tercio de banderillas de la mano de dos buenos toreros: Francisco Jes¨²s Rodr¨ªguez y Jes¨²s Arruga. El animal lleg¨® con ganas de pelea a la muleta, con fijeza y la cabeza humillada, pero el torero, que no es un exquisito, lo tore¨® con rapidez, sin profundidad ni temple. El toro acudi¨® con br¨ªo en tres tandas de derechazos, y se vino abajo cuanto el torero cogi¨® la muleta con la zurda. A esas alturas, la plaza todav¨ªa esperaba el milagro que no se produjo. Adi¨®s toro bravo y adi¨®s oportunidad. A Mill¨¢n, que estaba de suerte, le toc¨® otro, el sexto, que tambi¨¦n ayud¨® a los banderilleros Carlos Casanova y otra vez Arruga a saludar tras otro emocionante tercio. El torero comenz¨® garboso de rodillas y, cuando se puso de pie, retras¨® la muleta y abus¨® del pico. El toro se dio cuenta y le dijo que ah¨ª te quedas, se aburri¨® y se acab¨® la funci¨®n.
La salida del primero fue todo un espect¨¢culo. Es lo que suele ocurrir cuando no se est¨¢ acostumbrado a ver toros. De preciosa l¨¢mina, ote¨® el horizonte y se mostr¨® desafiante. La plaza, como es l¨®gico, rompi¨® en una fuerte ovaci¨®n. Pauloba lo recibi¨® con tres vibrantes ver¨®nicas que, a la postre, ser¨ªan lo ¨²nico destacable de su actuaci¨®n. El toro se volvi¨® tardo, miraba en demas¨ªa y el torero no se confi¨®. Prefiri¨® Pauloba no dar el paso adelante y quedar como un torero triste y desangelado. Y el cuarto se las hizo pasar canutas. Fue un toro violento, bronco, experto en regates, que provoc¨® el p¨¢nico en el ruedo. Pon¨ªa los pitones en las nubes en cada capotazo y persigui¨® con sa?a a los banderilleros. Pauloba se lo quit¨® de encima con rapidez y todav¨ªa no se habr¨¢ repuesto del susto.
Y Alfonso Romero estuvo a punto de pasar absolutamente desapercibido si no se envalentona con el quinto, se coloca en el sitio adecuado y arranca meritorios derechazos y naturales sin continuidad. Con el segundo s¨®lo pudo estar voluntarioso porque fue el m¨¢s blando, pegajoso y parado de la tarde.
Hizo mucho fr¨ªo despu¨¦s de un d¨ªa lluvioso. Pero quedar¨¢ el recuerdo del toro serio, de juego irregular, s¨ª, porque nadie dijo que Cuadri guarde la esencia de la bravura.
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