La opini¨®n inc¨®moda
Los jud¨ªos en Espa?a viven el conflicto de Oriente Pr¨®ximo como propio y sienten un aumento de la tensi¨®n en su entorno
En la puerta de la sinagoga de Madrid, A. B., de 19 a?os, y J. L., de 21, pasan el fr¨ªo de primavera 'para dar la bienvenida'. Apenas a cinco metros de la sinagoga hay un coche del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa permanentemente. 'Antes s¨®lo ven¨ªan durante las fiestas [A?o Nuevo o Pascua], pero desde que empez¨® esta situaci¨®n est¨¢n aqu¨ª todo el tiempo'. La polic¨ªa confirma que ha reforzado las medidas de seguridad en torno a las sinagogas de Madrid y Barcelona o la Embajada de Israel, en previsi¨®n de agresiones.
A miles de kil¨®metros de Jerusal¨¦n, los jud¨ªos en Espa?a (unas 35.000 personas) libran su propia guerra desencadenada por los acontecimientos de Oriente Pr¨®ximo. Es una batalla de opini¨®n constante. Discuten con sus amigos, con sus compa?eros de estudios, de trabajo, con todo el que sabe de su condici¨®n de jud¨ªos.
'Yo ya no digo con la misma facilidad que soy jud¨ªo', dice un joven de 21 a?os
Ambos estudian en la Universidad en Madrid y 'lo m¨¢s fuerte', explican, 'es encontrarte esos carteles en los que se compara a Israel con la Alemania nazi por todas partes'. 'Yo ya no digo que soy jud¨ªo con la misma facilidad que antes, voy con m¨¢s cuidado', dice J. L.
Carlos Schorr, ingeniero de 61 a?os, es el presidente de la Federaci¨®n de Comunidades Israelitas de Espa?a. No transmite una opini¨®n general israelita, porque 'sentimiento ¨²nico no hay, cada cual tiene su visi¨®n'. Pero 's¨ª es cierto que todos nos sentimos involucrados y conmovidos por lo que est¨¢ pasando. Todos conocemos a alguien en Israel'.
Schorr tiene en Israel a su hijo, la mujer de ¨¦ste, un nieto, primos y cu?ados: 'Cuando hablas por tel¨¦fono te dicen que no saben si van a volver a casa cuando salen'. 'Cuando hay un atentado, lo primero que hace mi hijo [vive en Jerusal¨¦n] es llamarme. Todo eso tiene un l¨ªmite de resistencia. Son el tipo de cosas que han llevado a esta situaci¨®n de guerra declarada. Despu¨¦s de la tormenta vendr¨¢ la calma, si se logra contener a los terroristas lo m¨ªnimo para restablecer las negociaciones', opina Schorr.
Se dir¨ªa que el culpable de la situaci¨®n en Israel es Arafat, y los culpables de la opini¨®n en Occidente, los medios de comunicaci¨®n: 'Hasta hace poco era vergonzante decir que lo de Palestina es un holocausto. Ahora parece que est¨¢ justificado. Esa idea es un desprestigio de quienes lo dicen. Si Israel tuviera como objetivo la extinci¨®n del pueblo palestino, ya lo habr¨ªa conseguido hace 30 a?os. Las perversiones del lenguaje no son inocentes. Hacen que un amigo ¨ªntimo te diga: 'Hay que ver lo que est¨¢is haciendo los jud¨ªos'. Est¨¢ repercutiendo en las relaciones personales'.
De las 13 comunidades israelitas de Espa?a, la mayor¨ªa son espa?oles. Los padres suelen dedicarse a la industria y el comercio, mientras que los j¨®venes escogen profesiones liberales. Todos viven en el medio urbano. S¨®lo un 3% de los jud¨ªos de Espa?a procede de Israel.
La visi¨®n de Carlos Schorr es compartida por los chicos de la puerta de la sinagoga. Pero tambi¨¦n es lo mismo que piensan, por ejemplo, Adan Levy, estudiante de 21 a?os vecino de Aluche, que no es 'nada religioso'; o ?lex Singer, un uruguayo de 24 a?os que estudia arquitectura en Espa?a; o Rotem Lanzman, alem¨¢n de 21 a?os, quien s¨ª acude 'a menudo' a la sinagoga. Religiosos o no, espa?ol, uruguayo y alem¨¢n se conocen por su condici¨®n de jud¨ªos, y sus posiciones apenas se diferencian en un par de matices.
'Arafat es el responsable de esto', sentencia Levy. 'Vende una cara de paz a Occidente y por detr¨¢s organiza el terrorismo suicida. Arafat no ha heho nada por detener el terrorismo, y alguien tiene que hacerlo. En 2000 todo el mundo confiaba en Arafat, todo el mundo estaba convencido de que la paz se iba a lograr. La decepci¨®n de Camp David fue tremenda, y se vot¨® a Sharon porque es un gran militar. Se necesitaba seguridad y que los palestinos se calmaran. Todos queremos un Estado palestino, pero no queremos terrorismo'.
En la misma Alemania a Rotem Lanzman le dicen que 'los jud¨ªos hacen con los palestinos lo mismo que los nazis'. 'Pero en su caso creo que lo dicen por su propia conciencia'. Pesimista, Lanzman dice: 'Con Arafat no se puede hacer nada. Desde el momento en que se presenta como un m¨¢rtir ya est¨¢ animando a su pueblo a morir por la causa. Cada d¨ªa estoy m¨¢s con la derecha y con Sharon'.
?lex Singer suscribe estas opiniones, y a?ade sobre la ofensiva actual que 'es consecuencia de la continuaci¨®n de unos atentados en medio de la vida de las ciudades. Son contra civiles, mujeres y ni?os, en hoteles o caf¨¦s. Es una falacia decir que son piedras contra tanques. En Israel han muerto m¨¢s de 120 personas en los ¨²ltimos meses, y no ha sido a pedradas. Sharon es una consecuencia de la desesperaci¨®n'.
Por encima de Sharon, Arafat, Estados Unidos, los suicidas y la comunidad internacional, Singer sentencia: 'Yo lo que quiero es paz, y hay que empezar a hablar de paz. Me da igual que suene cursi'.
Adan Levy se considera de izquierdas, pero no puede identificarse con 'una izquierda que justifica los atentados', en referencia a amigos suyos, de pa?uelo palestino en el cuello. Al final trata de buscar un ejemplo para mostrar la diferencia entre Israel y Palestina: 'Mi primo estaba haciendo la mili. Paseaba por el centro de Jerusal¨¦n con un compa?ero. Un ni?o de 14 a?os tir¨® una piedra desde lo alto de una casa que le destroz¨® la cabeza a su compa?ero. ?Qu¨¦ haces? La gente piensa que en ese momento el soldado israel¨ª, mi primo, le pega un tiro al ni?o. Pues no. No lo hace porque no puede hacerlo. ?sa es la diferencia'.
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