Reconstruir la novela
Ya no hay grandes sorpresas en la consolidada obra narrativa de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, autor que goza hoy no tan s¨®lo del aprecio de la cr¨ªtica, sino de la masiva aceptaci¨®n del p¨²blico tambi¨¦n. Su triunfo se ha apoyado sin embargo no tanto en su obra estrictamente novelesca, sino en su evidente ¨¦xito como articulista, que al parecer le ha resultado algo mucho m¨¢s sencillo y fulminante y que le ha servido naturalmente como arma imparable de difusi¨®n y comunicaci¨®n a trav¨¦s de su admirable obra de escritor en los peri¨®dicos. Pero si su articulismo le ha resultado tan sencillo, lo ha sido a trav¨¦s de su narratividad, carrera que sin embargo le hab¨ªa sido -sobre todo al principio- mucho m¨¢s lenta y dificultosa en su penetraci¨®n hacia el gran p¨²blico. Pues su gran habilidad en este terreno ha sido precisamente la de haberse saltado con toda sencillez las posibles barreras existentes -o no, pues su propio caso las niega- entre periodismo y literatura. Cuando Mill¨¢s hace periodismo est¨¢ haciendo literatura sin parar, y en sus manos no tan s¨®lo su articulismo se convierte en un verdadero g¨¦nero literario, sino que sus textos period¨ªsticos, sin dejar de serlo, se convierten en relatos literarios propiamente dichos, tan creativos como los dem¨¢s, y en su mayor parte magistrales desde sus dos puntos de vista, el literario y el period¨ªstico.
DOS MUJERES EN PRAGA
Juan Jos¨¦ Mill¨¢s Espasa. Madrid, 2002 232 p¨¢ginas. 17,90 euros
As¨ª pues, su obra m¨¢s espec¨ªficamente narrativa se presentaba como un c¨ªrculo antes, dando a la postre un giro completo desde sus principios m¨¢s angustiados y existenciales (recuerden sus primeras novelas, Cerbero son las sombras -Premio S¨¦samo en 1975- y Visi¨®n del ahogado, que fue su primera obra maestra en 1977), pero todo cambi¨® con la levedad posmoderna de su prol¨ªfica obra posterior, dominada por lo metaliterario y el humor, por la ambig¨¹edad y la fantas¨ªa (y el giro de inflexi¨®n lo dio con otro de sus mejores libros, El desorden de tu nombre, de 1988), y as¨ª se ve que esta su nueva l¨ªnea recta se insert¨® en el c¨ªrculo anterior como una flecha rapid¨ªsima que coincidi¨® con su dedicaci¨®n al periodismo, como si all¨ª lo desarticulara todo para imponer esa nueva l¨ªnea triunfal. Su realismo inicial y existencialista cambi¨® de manera de hacer al descubrir que 'su' realidad no era algo compacto e inequ¨ªvoco, sino una especie de movedizo queso de gruy¨¨re, repleto de agujeros donde todos los sentidos entraban y sal¨ªan, cambiaban de aspecto, para perforarla en indefinidas direcciones que la buscaban (la realidad) sin parar.
Esta nueva y ya consolida
da manera de hacer le ha proporcionado sus mejores triunfos, tanto en el terreno del articulismo, como en el de la novela, desde el Premio Nadal en 1990 a La soledad era esto al actual Premio Primavera concedido a esta misma novela que provoca estas l¨ªneas, que me parece una de las mejores y de la que lo ¨²nico que no me gusta del todo es su t¨ªtulo, eso de Dos mujeres en Praga que me parece una concesi¨®n comercial a la feminizaci¨®n del mercado y la utilizaci¨®n gratuita de referentes literarios mucho m¨¢s graves (y eso que la inspiraci¨®n de Mill¨¢s tiene or¨ªgenes claramente kafkianos y se vierte en general en espl¨¦ndidos personajes femeninos). Pero hay en este libro una novedad que multiplica esa misma habitual multiplicaci¨®n de sentidos (o de agujeros en la realidad) que ya operaba en sus anteriores, al introducir al narrador real (a s¨ª mismo) como el testigo que al final cuenta la novela al lado de sus personajes de verdad, como si todos estuvieran implicados tambi¨¦n de verdad en este juego, al final mucho m¨¢s serio y mortal de lo que parec¨ªa al principio, cuando se se?ala que las vidas de los dos centrales 'se enredaron como dos cordeles dentro de un bolsillo'.
Bien, el principio, con la protagonista acudiendo a un taller literario en busca de la ayuda de un profesor m¨¢s joven, narrador triunfante aunque en plena sequ¨ªa, instaura lo metaliterario desde el principio. Pero en plena posmodernidad, pues aqu¨ª se utiliza su lema principal, la confusi¨®n entre la verdad (del periodismo) y la ficci¨®n de la literatura (ya invenci¨®n antigua, pues data de Cocteau), que al ser lo mismo lo mezcla todo: lo literario con la vida, la novela con la biograf¨ªa, la literatura con la terap¨¦utica y los talleres literarios con la psiquiatr¨ªa: Faulkner (lo del cuento repleto de ruido y furor) a la basura pues toda vida es un cuento que vale la pena contar. Por lo que, como todo vale y todo es a la vez verdad y mentira, todo lo que se cuenta es tambi¨¦n verdad y mentira despu¨¦s, todo se multiplica, vale lo mismo contar al derecho y al rev¨¦s, escribir la novela de un lumbago o de 'un l'um bago' (?no se repite demasiado?), ser tuerta o no, escribir una novela 'zurda', ser viuda o dejar de serlo, ser madre o no y hasta adoptar a hijos inexistentes, mientras el propio narrador (Mill¨¢s, el periodista) va extrayendo lecciones como el juglar que es, que justifican sus inagotables juegos. Juegos que al final bordean el incesto, reflejan el juego entre las madres y las putas, y s¨®lo salvan la tragedia final (a trav¨¦s del posible 'sida') que todo lo rescataba cayendo en otro final feliz que le (y nos) deja completamente insatisfecho(s). Y donde reside, claro, lo mejor de este libro, que as¨ª nos recuerda la gravedad de sus primeros, menos mal, pues se trata de un buen intento de reconstruir una novela que parec¨ªa ya bastante desconstruida, el ¨²ltimo atentado de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, este anarquista vocacional que nos va sembrando de bombas los senderos de nuestras lecturas y muchas gracias.
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