El hotel de las mil y una estrellas del S¨¢hara
Parece que su viaje al S¨¢hara hace dos a?os fue algo accidentado.
Un poco. Primero nos robaron en Marraquech. Despu¨¦s no ten¨ªamos d¨®nde dormir y acabamos en un hotel cutre. Al abrir la puerta de la habitaci¨®n el suelo estaba negro y se mov¨ªa.
?Alg¨²n animal reptante no incluido en la factura?
Una cosa son diez cucarachas. Otra mil, y otra diez mil. Pues hab¨ªa medio mill¨®n. Pero tuvimos que dormir all¨ª esa noche...
?Y a la ma?ana siguiente?
Emprendimos camino hacia el desierto. Yo con mi coche, comprado justo antes del viaje. Y como no me fiaba de los gu¨ªas, decidimos aventurarnos solos. Nos advirtieron de que no lo hici¨¦ramos, que en el desierto no hay mapas, ni carreteras, ni nada. Al poco de salir, el coche se nos hund¨ªa en la arena...
As¨ª que se trag¨® el orgullo y contrat¨® al gu¨ªa.
S¨ª. Nos llev¨® al desierto negro, un lugar llano y de piedras, y nos invit¨® a escuchar el silencio
Descr¨ªbaselo a un urbanita.
Primero notas una especie de vac¨ªo. Luego escuchas tu respiraci¨®n, y hasta el m¨ªnimo roce de un dedo con otro. En un momento dejas de o¨ªrte y te pasa algo casi m¨ªstico. Sientes que formas parte del universo. Es como un orgasmo que dura mucho, del que te despiertas con una euforia tremenda.
Una motivaci¨®n imprescindible para aguantar los cinco d¨ªas de viajes hasta el oasis.
Claro. Fuimos en camello, y en el programa pon¨ªa que esa noche dormir¨ªamos en el hotel de las mil y una estrellas. O sea, al raso. Cuando despert¨¦ ten¨ªa junto a m¨ª un escorpi¨®n que me miraba. Los tuaregs se rieron de mi p¨¢nico, porque al parecer era una especie inofensiva.
Espero que el viaje no le deparara m¨¢s emociones trepidantes.
Uff, pues s¨ª. Se escaparon los camellos y tuvimos que hacer parte del camino andando. Una experiencia inolvidable que todos deber¨ªamos vivir.
Es usted mi h¨¦roe, como el hombre Camel del anuncio de publicidad.
S¨ª, un hombre Camel de 'todo a cien'.
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