El vac¨ªo del portavoz socialista
La Ley de Partidos Pol¨ªticos, el silencio mantenido ante la extravagante autorizaci¨®n concedida por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a EE UU para que sus servicios de inteligencia militar puedan investigar en Espa?a y, en menor medida, el caso BBVA han puesto de relieve, una vez m¨¢s, uno de los problemas m¨¢s serios a los que hace frente la oposici¨®n: el PSOE sigue sin disponer de un equipo con la suficiente experiencia como para hacer frente con rapidez a las maniobras de un PP y de un Gobierno dispuestos a aprovechar esa circunstancia.
El problema se agrava, seg¨²n han hecho llegar algunos cargos del partido al secretario general, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, por la inexistencia de un portavoz que los ciudadanos puedan identificar con el PSOE y que cumpla sus funciones de manera satisfactoria y continuada. Alguien con suficiente peso pol¨ªtico como para enfrentarse al popular Javier Arenas. Zapatero ha prometido estudiar la cuesti¨®n, pero sin dar a sus interlocutores ninguna garant¨ªa.
El PSOE ve inevitable el lado pol¨ªtico del 'caso BBVA', m¨¢s a¨²n si acarrea la dimisi¨®n del secretario de Estado de Hacienda: dos dimitidos en menos de nueve meses
El nombramiento de un portavoz fue estudiado, y desechado, nada m¨¢s formarse la actual ejecutiva. Se consider¨® que era un puesto especialmente delicado y dif¨ªcil. Los miembros de la ejecutiva casi no se conoc¨ªan y el puesto conlleva un plus de popularidad y peso pol¨ªtico que pod¨ªa despertar recelos. La estrategia, se dijo entonces, ser¨ªa de grupo: a Rato se opondr¨ªa Jordi Sevilla; a Pilar del Castillo, Carmen Chac¨®n, y as¨ª sucesivamente. Para hacer frente a Arenas se nombr¨® al secretario de organizaci¨®n, Jos¨¦ Blanco.
La mayor¨ªa de los miembros de la ejecutiva admite ahora que la estrategia ha sido mala, especialmente en lo que se refiere al binomio Arenas-Blanco, pero siguen sin aprobar el nombramiento de un portavoz con carga pol¨ªtica.
La primera dificultad es el ¨¢mbito de elecci¨®n: ?miembro de la ejecutiva o externo? Unos pocos se atreven a sugerir alg¨²n nombre, como el de ?lvaro Cuesta, pero otra parte prefiere que se mantenga la situaci¨®n. Fuera de la ejecutiva, por el contrario, se percibe gran ineficacia. 'Vamos a lamentar la ausencia de un portavoz, porque est¨¢n sobre la mesa asuntos importantes, como el BBVA y la Ley de Partidos, que exigen decisi¨®n y cuajo pol¨ªtico', se queja un importante dirigente socialista. Por m¨¢s que Aznar y Arenas amenacen con presentar denuncias por calumnias contra quien insin¨²e una posici¨®n incorrecta del Gobierno, lo cierto es que los parlamentarios tienen libertad para decir lo que estimen oportuno y que los medios de comunicaci¨®n tienen derecho a reproducir las intervenciones parlamentarias. 'Es incre¨ªble que pretendan recortar la libertad en el Parlamento', se indigna una diputada, que lamenta el efecto amedrantador en los diputados m¨¢s inexpertos.
Por el momento, el portavoz parlamentario para asuntos econ¨®micos, Jordi Sevilla, se ha hecho cargo del caso BBVA con una eficacia que reconoce todo el mundo, e incluso ha nombrado un peque?o equipo de seguimiento. Muchos creen, sin embargo, que el tratamiento pol¨ªtico del tema y una presencia continuada en la opini¨®n p¨²blica no pueden recaer exclusivamente en Sevilla. M¨¢s todav¨ªa si el actual secretario de Estado de Hacienda, Estanislao Rodr¨ªguez Ponga, fuera llamado a los juzgados y dimitiera, como Enrique Gim¨¦nez Reyna en su d¨ªa. Dos secretarios de Hacienda dimitidos en menos de nueves meses tendr¨ªan consecuencias pol¨ªticas para el ministro que les nombr¨®.
Falta de reflejos
Un buen portavoz ayudar¨ªa tambi¨¦n a tapar la inexperiencia de algunos de los actuales responsables socialistas. Por ejemplo, no se hubiera comportado como Jes¨²s Caldera y Juan Fernando L¨®pez Aguilar a la salida de la reuni¨®n con Arenas en que se estudi¨® la Ley de Partidos. 'Un portavoz sensato hubiera dejado claro que necesit¨¢bamos m¨¢s tiempo', explica un veterano dirigente del PSOE. Buena parte de los militantes est¨¢ ahora pendiente de la decisi¨®n que adopte su secretario general. Por el momento, Zapatero ha hecho saber que no piensa transigir con algo que cree un peligro para la pulcritud constitucional de la lucha antiterrorista.
El mismo malestar por la falta de reacci¨®n de los responsables del PSOE existe en relaci¨®n con los acuerdos firmados por el Gobierno y Washington para el funcionamiento en Espa?a de los servicios de inteligencia militar norteamericanos. Tal y como est¨¢ redactado, el acuerdo permite a militares de EE UU investigar a ciudadanos espa?oles en el caso de que supongan una amenaza para 'personas y bienes de EE UU', lo que, llevado al absurdo, les dar¨ªa permiso para investigar a una empresa espa?ola que compitiera con una estadounidense. El sorprendente acuerdo ha pasado inadvertido para la mayor¨ªa del PSOE, ahora molesto por esa falta de reflejos.
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