M¨¢s de 400 detenidos de ETA ocupaban cargos en Herri Batasuna
El partido perder¨ªa con la ilegalizaci¨®n 1.000 representantes electos y 49 ayuntamientos
Las fuerzas de seguridad est¨¢n convencidas de que Batasuna (antes Herri Batasuna) es igual a ETA, y que sus militantes desempe?an la funci¨®n de pol¨ªticos o de colaboradores, armados o no, de la organizaci¨®n terrorista, seg¨²n convenga en cada momento.
Muchos detenidos por pasar informaci¨®n a la banda fueron candidatos a ediles en sus pueblos
Jon Salaberria fue condenado a un a?o de c¨¢rcel en 1997 por destrozar un comercio
'En Batasuna, si discutes algo te dicen traidor, que si eres un chivato, y 'cuidadito'
La lista ocupa 19 folios: desde 1978 hasta ahora, las fuerzas de seguridad han detenido a 442 personas acusadas de pertenecer a ETA que adem¨¢s ten¨ªan, hab¨ªan tenido o tuvieron despu¨¦s un cargo en Herri Batasuna o en la coalici¨®n electoral Euskal Herritarrok, seg¨²n fuentes de la lucha antiterrorista. Algunos de ellos -como los parlamentarios vascos Arnaldo Otegi y Jos¨¦ Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera- llegaron a la pol¨ªtica despu¨¦s de empu?ar las armas o formar parte de la direcci¨®n de ETA, ser detenidos y cumplir su condena. Otros hicieron id¨¦ntico recorrido pero en sentido contrario. Son los casos recientes de I?aki Lizundia ?lvarez y Asier Altuna Epelde.
Lizundia fue en 1991 concejal en Ortuella (Vizcaya). Tres a?os m¨¢s tarde lo detuvieron por colaboraci¨®n con ETA y despu¨¦s pas¨® a Francia, donde la juez Laurence Le Vert lo acusa de haber intentado asesinar -en diciembre de 2001- al gendarme que le persegu¨ªa y que finalmente lo detuvo en las cercan¨ªas de Auch. El caso de Asier Altuna es distinto. La polic¨ªa lo apres¨® el 17 de octubre pasado, cuando todav¨ªa era concejal y hac¨ªa las funciones de portavoz de Batasuna en el Ayuntamiento de Azkoitia (Guip¨²zcoa). Altuna ocultaba en el garaje de su casa un coche Ford Fiesta reci¨¦n robado que, seg¨²n la polic¨ªa, iba a ser convertido en coche bomba 'de forma inminente'. En aquella ocasi¨®n, el ministro del Interior, Mariano Rajoy, declar¨®: 'Hay cargos electos de Batasuna que asesinan'.
De los 442 detenidos, no todos han sido condenados. Hay tambi¨¦n militantes de HB que, despu¨¦s de ser apresados por los cuerpos de polic¨ªa espa?oles o franceses, quedaron en libertad sin cargos o fueron absueltos de los delitos que se les achacaban. Otro dato que llama la atenci¨®n es que muchos de los detenidos -generalmente por pasar informaci¨®n a ETA sobre posibles v¨ªctimas- eran o hab¨ªan sido candidatos a concejales de su pueblo, peque?as localidades de Guip¨²zcoa o Vizcaya donde todo el mundo se conoce. Es por eso que, de forma cada vez m¨¢s frecuente y numerosa, vecinos de esos lugares acuden a los plenos municipales tras cada asesinato. All¨ª, a cara descubierta y jug¨¢ndose el tipo, acusan a los concejales de Batasuna -que nunca condenan los atentados- de c¨®mplices y de chivatos.
A instancias de Interior, los gabinetes de an¨¢lisis de la polic¨ªa y de la Guardia Civil han elaborado varios documentos en los que se pretende demostrar que ETA y HB -ahora Batasuna- son la misma cosa. El Gobierno busca con eso que, cuando se produzca la ilegalizaci¨®n, ni al resto de los pa¨ªses de la UE ni a la opini¨®n p¨²blica espa?ola les quepa ninguna duda a ese respecto. De ah¨ª que, por ejemplo, los partes policiales que se emiten tras la desarticulaci¨®n de un comando suelen resaltar si alguno de los detenidos pertenece a HB o fue miembro de Jarrai o Haika, las organizaciones juveniles ilegalizadas sucesivamente por el juez Baltasar Garz¨®n y que ahora act¨²an bajo el nombre de Segi.
Lejos de intentar negar la conexi¨®n con ETA, los dirigentes de Batasuna parecen haber optado ¨²ltimamente por apoyar la tesis gubernamental. Hace s¨®lo unos d¨ªas -durante la celebraci¨®n en el sur de Francia del Aberri Eguna (d¨ªa de la patria vasca)-, el propio Arnaldo Otegi vitore¨® en p¨²blico el nombre de la organizaci¨®n terrorista ('Gora Euskadi ta Askatasuna' y, el viernes pasado, desde la tribuna del Parlamento vasco, el diputado Jon Salaberria dijo alto y claro: 'La lucha armada de ETA responde a los defensa de los derechos leg¨ªtimos que tiene el pueblo vasco'.
Salaberria, precisamente, puede ser un ejemplo de otro tipo de pluriempleo. Aunque nunca fue detenido por su presunta pertenencia a ETA -y por tanto no se puede contabilizar entre los 442 citados-, en 1997 result¨® condenado a un a?o de prisi¨®n por destrozar un comercio y quemar contenedores en Ordizia. No parece pues que los antecedentes violentos sean un impedimento, sino m¨¢s bien todo lo contrario, para acceder a un buen puesto en Batasuna. De hecho, seis de los 32 miembros de la actual Mesa Nacional -una quinta parte- tambi¨¦n fueron arrestados o condenados por su relaci¨®n con ETA.
Aunque en realidad nada es demasiado nuevo -ya hace muchos a?os que Jon Idigoras dijo en p¨²blico aquello de que 'votar a HB es votar a ETA'- , lo que s¨ª se puede constatar ahora, y quiz¨¢s por primera vez, es que la dureza de los actuales dirigentes de Batasuna est¨¢ empezando a disgustar a su parroquia. No en vano, de unos meses a esta parte, cuatro de las organizaciones que participaron en el proceso Batasuna para la refundaci¨®n de la izquierda abertzale (patriota) ya han abandonado a sus antiguos colegas de Herri Batasuna. Se fueron yendo Aralar (la corriente cr¨ªtica que lidera Patxi Zabaleta), Zutik (los troskistas) y Batzarre (municipalistas navarros). Tambi¨¦n dimitieron al menos nueve de sus concejales, disgustados por la ruptura de la tregua y por la ofensiva sangrienta de ETA. De igual forma, se ha sabido que hay alcaldes de Batasuna que no volver¨¢n a presentarse si ETA sigue matando. La izquierda abertzale, hoy por hoy, tiene menos votos y est¨¢ peor vista que nunca.
Buena parte de todo esto arranca en 1997, un a?o terrible para ellos. La liberaci¨®n de Ortega Lara, que permiti¨® ver hasta qu¨¦ punto ETA era capaz de torturar, y el asesinato a c¨¢mara lenta de Miguel ?ngel Blanco provocaron una reacci¨®n nunca vista de la sociedad contra ellos. Luego llegaron los meses de tregua -entre 1998 y 1999-, que les permiti¨® respirar y aun levantar cabeza, pero el fin del alto el fuego por parte de ETA los someti¨® a un examen definitivo: ten¨ªan que decidirse por las pistolas o por la pol¨ªtica. Arnaldo Otegi, en quien los bien pensados creyeron ver a un Gerry Adams, prefiri¨® no plantar cara a sus antiguos compa?eros, justific¨® de nuevo la lucha armada y defraud¨® con ello a un buen n¨²mero de propios y extra?os. A partir de entonces, Batasuna, que significa unidad, representa todo lo contrario.
Los ¨²ltimos en separarse han sido los franceses de Abertzaleen Batasuna. Un comunicado reciente de ETA llama 'traidores' a todos los que optaron por apartarse de su camino y, viniendo de quien viene el aviso, no es de extra?ar que el miedo -ese aliado indispensable del terrorismo-, est¨¦ empezando a visitar ahora barrios insospechados:
-Hombre, de momento no hemos tenido ninguna amenaza, pero ya veremos... porque los ataques verbales son muy fuertes. Esperemos que no lleguen a cosas inaceptables.
Quien as¨ª habla en Bayona, al sur de Francia, no es ning¨²n concejal socialista o del PP, empresario, juez o periodista, acostumbrados desde hace a?os a convivir con el sobresalto. Quien as¨ª se expresa es de izquierdas, nacionalista y quiere, como Batasuna y como ETA, la independencia de Euskal Herria. Pero a Richard Irazusta, portavoz de Abertzaleen Batasuna, no le entra en la cabeza que, para conseguir la independencia, haya que ir por ah¨ª matando a concejales, y de ah¨ª surgen sus problemas:
-Y yo se lo digo a ellos. No os entiendo, de verdad que no os entiendo; acab¨¢is de decir que todas las opciones son v¨¢lidas en Euskadi [se refiere a un documento de Batasuna publicado en enero], pero luego, si otros asesinan a un concejal, no sois capaces de decir que eso est¨¢ mal.
Seg¨²n a quien se lo diga, Irazusta recibe una contestaci¨®n u otra, pero hay quien le ha llegado a decir que sus argumentos se empiezan a parecer a los del juez Garz¨®n o a los del propio Aznar.
Ante tal desbandada, los m¨¢s duros de la direcci¨®n de Batasuna han optado por la presi¨®n hacia su propia gente. 'Est¨¢ empezando a haber cierto miedo', dice un simpatizante radical que empieza a pensar por s¨ª mismo y que por eso habla con este peri¨®dico, vetado desde hace a?os por la direcci¨®n de HB. 'Es mentira que haya democracia en Batasuna', a?ade, 'se lo tienen montado para que no haya. Para votar se adopta el sistema de asamblea popular, que parece democr¨¢tico pero no lo es, porque de pronto aparece para votar gente que no has visto nunca y, adem¨¢s, como es a mano alzada, a ver qui¨¦n es el listo que se opone a la teor¨ªa oficial. Est¨¢n poni¨¦ndose muy bordes; si discutes algo te dicen traidor, y que a ver si vas a ser un chivato. Para los que hemos estado toda la vida aqu¨ª, no hay muchos sitios adonde ir'.
No se refiere a una cuesti¨®n pol¨ªtica. La izquierda abertzale no es un partido pol¨ªtico convencional, sino una organizaci¨®n creada para la adhesi¨®n de sectores. Se trata de una especie de sociedad paralela formada por los familiares de los presos y de los fugados, viejos terroristas en la retaguardia, nacionalistas descolgados del PNV, grupos de la peque?a y media burgues¨ªa que desconf¨ªan de los partidos, desarraigados, radicales no nacionalistas a quienes entusiasma el discurso de Batasuna y el poder f¨¢ctico de ETA, hijos de inmigrantes que buscan su admisi¨®n en el entorno superando si hace falta la prueba de sangre...
Se puede nacer en una familia abertzale y ser bautizado por un cura radical de Eliza Herria 2000, ir a una escuela (ikastola) privada controlada por un profesorado af¨ªn y celebrar la adolescencia afili¨¢ndose a la organizaci¨®n radical Segi. Para leer un peri¨®dico tienen Gara; para afiliarse a un sindicato, LAB; y se divierten y organizan en su propia red de bares, las herriko tabernas, donde suena su propia m¨²sica y est¨¢n colgados los retratos de los presos. Tienen grupos ecologistas, feministas, antimilitaristas...; cientos de locales, empresas editoriales propias y est¨¢n atentos -sin duda m¨¢s que cualquier partido pol¨ªtico- a los nuevos movimientos sociales.
De lo que no tienen ninguna duda es de que la ilegalizaci¨®n, de producirse, les causar¨¢ graves trastornos econ¨®micos, aunque quiz¨¢s tambi¨¦n un buen argumento para reagrupar a su gente desmotivada. Se calcula que Batasuna perder¨ªa 1.000 cargos p¨²blicos entre el Pa¨ªs Vasco y Navarra, el control directo de 49 municipios y la gesti¨®n de unos 191 millones de euros (32.000 millones de pesetas).
'Lo que s¨ª creo', dice alguien muy pr¨®ximo a Batasuna, 'es que les ha cogido de sorpresa. No esperaban que todo fuera tan r¨¢pido y no creo que piensen en la clandestinidad. Esperar¨¢n a ver c¨®mo viene la marea'. Lo que s¨ª est¨¢n haciendo es trasladar sus archivos m¨¢s delicados a la ciudad francesa de Bayona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Ilegalizaci¨®n
- Ilegalizaci¨®n partidos
- Batasuna
- Ley Partidos Pol¨ªticos
- HB
- EH
- Conexiones terroristas
- Detenci¨®n terroristas
- Terroristas
- Operaciones antiterroristas
- Pol¨ªtica antiterrorista
- Legislaci¨®n espa?ola
- ETA
- Lucha antiterrorista
- Espa?a
- Grupos terroristas
- Partidos pol¨ªticos
- Derecho
- Pol¨ªtica
- Terrorismo
- Legislaci¨®n
- Justicia