J¨®venes estudiantes pagan hasta 400 euros al mes por una habitaci¨®n
Se buscan 'estudiantes que no beban' o 'se?oras serias' y se marcan horarios de entrada
Entre 300 a 400 euros mensuales cuesta en Barcelona el alquiler de una habitaci¨®n individual con derecho a compartir el resto de la vivienda. La escasez de la oferta y el consecuente aumento de precios (un 15,4% en los ¨²ltimos 12 meses) obligan a multitud de personas, especialmente j¨®venes, a menudo estudiantes extranjeros, a optar por esta modalidad de alquiler, que suele formalizarse mediante contratos presuntamente irregulares o sin ninguna validez legal. Unos 2.500 j¨®venes se inscriben cada mes en la bolsa de alquiler de habitaciones de la Secretar¨ªa General de la Juventut y s¨®lo unos 400 logran su prop¨®sito.
Cuando hace tres meses lleg¨® a Barcelona para perfeccionar sus estudios universitarios, Luciana Brunelli apenas sab¨ªa unas palabras de espa?ol. Sus padres, en Brasil, creyeron que ser¨ªa mejor que la joven alquilara una habitaci¨®n en la vivienda de una mujer, tambi¨¦n brasile?a, que desde hace 20 a?os reside en la avenida del Tibidabo. El coste de la cama, el derecho a usar el ba?o y la comida diaria superan el promedio de un alquiler en Barcelona: 600 euros (100.000 pesetas) al mes.
Un estudio de la C¨¢mara de la Propiedad de Barcelona sobre la evoluci¨®n del precio de la vivienda en alquiler durante 2001 revela un incremento del 15,4% del precio medio en comparaci¨®n con 2000 (de 448 a 517 euros). 'En Barcelona, una de las grandes capitales y con un mercado cada vez m¨¢s abierto al mundo, la oferta de alquiler est¨¢ totalmente congelada y no puede producir otra cosa que tensi¨®n en los precios', dice el informe.
La constante llegada de inmigrantes, estudiantes y trabajadores, a la ciudad es la causa de estas subidas. Pero no s¨®lo estos colectivos tienen dificultades para acceder a un piso, sino tambi¨¦n los ciudadanos con las rentas m¨¢s bajas o sin garant¨ªas personales. As¨ª se dice en el estudio de la c¨¢mara: 'Las primeras v¨ªctimas del desajuste por la falta de oferta y la demanda creciente son los sectores sociales con bajo nivel de renta. Si no se vuelve a un equilibrio, las pol¨ªticas sociales tendr¨¢n que amplificarse por el creciente incremento de precios'.
Odisea
Conseguir piso constituye una odisea para los que deciden alquilar en Barcelona. En la b¨²squeda pueden encontrarse con precios inflados, agencias que cobran 210 euros por suministrar informaci¨®n que no siempre es ver¨ªdica o la exigencia de depositar una garant¨ªa equivalente a seis meses o un a?o de alquiler. Tambi¨¦n se les pueden exigir altas comisiones por las gestiones o que posean un contrato de trabajo estable con una antig¨¹edad m¨ªnima de un a?o. Cada vez son m¨¢s las personas que no re¨²nen estos requisitos. La alternativa es arrendar una habitaci¨®n y compartir el ba?o, la cocina y otros sectores de la vivienda con desconocidos, a un alto precio y a veces sin contrato legal.
La directora de Habitatge Jove, de la Secretar¨ªa General de la Juventud, Maite Soler, explica que unos 2.500 j¨®venes, de 18 a 35 a?os, se inscriben cada mes en el servicio de bolsa de habitaciones y s¨®lo 400 consiguen un lugar. Afirma que el arrendamiento en vivienda compartida est¨¢ en aumento y que el principal inconveniente para los j¨®venes que quieren independizarse de su familia es contar con un empleo estable, aunque este requisito puede sustituirse por el aval de los padres.
'Otros factores que condicionan el mercado de arrendamiento', se?ala Soler, 'son la carencia de productos de alquiler, la falta de incentivos fiscales para los propietarios y el hecho de que haya 18.000 viviendas pendientes de rehabilitaci¨®n que no pueden ser habitadas'.
Daniel Horacio, un estudiante argentino de 29 a?os, se top¨® con distintas complicaciones para alquilar un piso. 'Me han pedido hasta un a?o de pago adelantado', recuerda. Un aviso en la web oficial de la universidad catalana donde estudia lo llev¨® a una agencia. All¨ª recibi¨® la oferta de compartir una vivienda en L'Hospitalet de Llobregat con otras tres personas, con un coste de 300 euros al mes por la habitaci¨®n. Para lograr el alquiler de la habitaci¨®n deb¨ªa abonar 600 euros -cifra equivalente a dos meses de alquiler- en concepto de fianza y otros 150 por gastos de contrato. En total, pag¨® m¨¢s de mil euros (166.000 pesetas) para poder disponer de un espacio individual de apenas nueve metros cuadrados.
El acuerdo que firm¨® Daniel con la agencia est¨¢ expresamente 'excluido de todos los efectos del r¨¦gimen legal de la Ley de Arrendamientos Urbanos', por tratarse de un subarriendo de temporada, como se aclara en el documento. Los recibos otorgados en concepto de pago de la habitaci¨®n son un simple papel escrito en ordenador, sin validez legal ni fiscal y con el ¨²nico detalle del mes y el coste del alquiler.
El arrendamiento de habitaciones esta viciado de cl¨¢usulas abusivas. Quienes con suerte y se supone que el dinero suficiente logran una habitaci¨®n en una vivienda compartida no pueden retrasarse en el pago m¨¢s all¨¢ del tercer d¨ªa del mes, a menos que est¨¦n dispuestos a abonar una cifra adicional equivalente al 3% del precio de la habitaci¨®n por cada d¨ªa de retraso. El propietario o inquilino legal de la vivienda, resida o no en ella, se reserva el derecho de acceder al piso cuando quiera y cuantas veces lo desee.
Las condiciones del alquiler estipulan tambi¨¦n que cualquier desperfecto en la vivienda debe ser pagado por quien lo cause. A veces se proh¨ªbe fumar en los espacios comunes y en ocasiones incluso se establece un horario de entrada y salida.
La oferta de habitaciones en alquiler ocupa ya un apartado espec¨ªfico en los anuncios inmobiliarios. Las ofertas de arrendamiento compartido se dan tanto en las zonas con mayor valor inmobiliario (Eixample, Sarri¨¤, Les Corts) como en los barrios alejados del centro (Nou Barris, Zona Franca, Sant Andreu).
Los precios oscilan entre 180 y 600 euros por persona, una cifra elevada en comparaci¨®n con los 517 euros de promedio en que la C¨¢mara de la Propiedad estima que cuesta alquilar un piso en Barcelona. Pero las exigencias no se refieren s¨®lo a los aspectos econ¨®micos. En muchos anuncios se declara la preferencia por 'estudiantes que no beban' o por 'se?oras serias y trabajadoras'. En este perfil encaja la portuguesa Filipa Leita, que, cansada de buscar una vivienda al alcance de sus ingresos, tuvo que conformarse con ocupar una habitaci¨®n en un piso compartido con otras personas en el Raval. El acuerdo con el propietario, de origen sirio, fue s¨®lo de palabra. 'No firm¨¦ contrato ni me entregaron recibo', dice Filipa, convencida de que fue un arreglo fuera de la normativa y sin derecho a reclamaciones.
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