Ortega Cano y Enrique Ponce, heridos
Para que luego digan de las figuras: una corrida comercial, de esas d¨®ciles y tontas que tanto gustan ahora, y resulta que dos matadores acabaron en la enfermer¨ªa con lesiones de cuidado. Ortega puede tener para cuarenta y cinco d¨ªas, y Ponce, para veinticinco. Cosa seria. Caballero se qued¨® con cuatro toros para ¨¦l y cort¨® una oreja de poco peso. Quiz¨¢ no es el torero m¨¢s adecuado para este tipo de toros, tan nobles y dulces. Pero ¨¦l sabr¨¢.
La corrida comenz¨® con un desorden de ¨¦poca. Un manso de libro fue el primero de Ortega, y el torero, escondido en el burladero, que no quer¨ªa verlo. Se presagiaba el esc¨¢ndalo. El toro correteaba a sus anchas, los peones esquivaban las oleadas como pod¨ªan, y Ortega observaba a prudencial distancia. Sale el picador y el animal entr¨® y sali¨® de estampida doce veces. El presidente lo conden¨® a banderillas negras y le colocaron cuatro pares. Ortega segu¨ªa sin olerla. Cambio de tercio. El maestro toma la muleta, y la gente, con la guasa: 'Ver¨¢s ahora'. Ortega se fue hacia el toro y descubri¨® que embest¨ªa con la cara alta, sal¨ªa suelto, era muy distra¨ªdo, pero tambi¨¦n muy noble. Comenz¨® con un derechazo de buen trazo aqu¨ª y otro all¨ª porque el toro no permit¨ªa otra cosa. Tard¨® en acoplarse, pero consigui¨® naturales de lujo muy ligados con un largo pase de pecho. Otra tanda corta, pero muy bella. Un molinete, Ortega que gira sobre s¨ª mismo, le pierde la cara al toro y ¨¦ste lo prende. Ortega cae de mala manera y queda debajo del toro. El torero se levanta maltrecho, muy dolorido, acaba con el toro y pasa a la enfermer¨ªa entre la ovaci¨®n del respetable.
Parlad¨¦ / Ortega, Ponce, Caballero
Cinco toros de Parlad¨¦ -cinco fueron rechazados en el reconocimiento-, desiguales de presentaci¨®n, blandos, mansos y descastados; el primero fue condenado a banderillas negras. Un toro de Juan Pedro Domecq, el cuarto, inv¨¢lido y noble. Ortega Cano: dos pinchazos y casi entera (ovaci¨®n). Enrique Ponce: estocada (ovaci¨®n). Manuel Caballero: media muy baja y un descabello (silencio); estocada (oreja); estocada baja y tendida y cuatro descabellos (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n). Enfermer¨ªa: Ortega Cano y Enrique Ponce resultaron cogidos. Ortega sufri¨® una posible fractura de c¨²pula radial en el codo izquierdo, pendiente de estudio radiogr¨¢fico. Pron¨®stico reservado. Ponce sufri¨® una herida en cara posterior del muslo izquierdo con una extensi¨®n de 30 cent¨ªmetros que rompe fibras hasta salir pr¨¢cticamente por la cara externa de dicho muslo. Pron¨®stico grave. Plaza de la Maestranza, 16 de abril. 13? corrida de abono. Lleno.
Le toca el turno a Ponce, que recibe a su primero con muchos capotazos y s¨®lo dos buenos. As¨ª, cualquiera. Muleta en mano, lo pasa por bajo y lo cita con la derecha. El toro lo empitona por la parte posterior de la rodilla y lo lanza por los aires; ya en el suelo, lo engancha por la hombrera y lo zarandea con sa?a. Pasado el susto, el torero cita con rabia y consigue muletazos largos y hondos. Toma la izquierda y a punto est¨¢ de recibir otra voltereta. En su haber, la gallard¨ªa demostrada por seguir toreando y matar al toro despu¨¦s de sufrir una cornada de 30 cent¨ªmetros.
Caballero qued¨® solo ante el peligro. Su primero era soso y descastado, y el torero, en el mismo tono para que no se moleste el ganadero. El toro que correspond¨ªa a Ortega en segundo lugar carec¨ªa de fuerzas, pero era noble y embest¨ªa con alegr¨ªa. Caballero aprovech¨® el viaje y lo tore¨® con facilidad, pero sin profundidad. Lo premiaron con una oreja de poco peso. Con el quinto estuvo aseado, es decir, echando fuera la embestida en cada pase con un toreo muy superficial. Y en el sexto le lleg¨® la mala fortuna: el toro, codicioso, se lesion¨® en una mano. La ilusi¨®n se desinfl¨®. Conclusi¨®n: resolvi¨® la papeleta, pero no dej¨® ning¨²n buen recuerdo.
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