Militares contra militares en Venezuela
350 jefes y oficiales secundaron el pronunciamiento del d¨ªa 11 contra el Gobierno de Hugo Ch¨¢vez
Durante la madrugada del desmadre venezolano, desmoronada en uno de los salones del palacio de Miraflores, una funcionaria sollozaba imaginando a su ¨ªdolo tullido, escarnecido, despanzurrado a palos y vej¨¢menes. 'Nos devuelven al presidente muy golpeado, con un balazo en el muslo'. Seis helic¨®pteros artillados volaban entonces hacia la isla de La Orchila, al rescate de Hugo Ch¨¢vez. El presidente de facto, Pedro Carmona, buscaba cobijo en Fuerte Tiuna, junto a otros militares, a¨²n alzados en su defensa. Las horas de Pedro el Breve estaban contadas.
'Quer¨ªan sacar a Ch¨¢vez del pa¨ªs en un Falcon, pero les rompimos la tarjeta de vuelo', celebr¨® un capit¨¢n, de civil. Portaba un chaleco antibalas, metralleta de doble peine, pistola y mucha rabia en la mirada.
'Hay tres pedazos del Ej¨¦rcito con el dedo en el gatillo, apunt¨¢ndose los unos a los otros'
Militares contra militares y el alma nacional hendida a machetazos. El tr¨¢fico de gente armada por los pasillos y terrazas del edificio colonial de Caracas, recordaba aquella madrugada la resistencia ofrecida por los leales del chileno Salvador Allende en el palacio de La Moneda, finalmente desalojado por los ca?onazos que hab¨ªan de establecer la dictadura del general Augusto Pinochet, en septiembre de 1973.
'Aqu¨ª tambi¨¦n morimos matando', promet¨ªa el servidor de una ametralladora pesada, apostada frente a la puerta principal de Miraflores con una ristra de balas cruzando el caj¨®n de mecanismos. Los aturdidos militares venezolanos fueron abocados a los arreos de combate y la definici¨®n en bandos contrarios, por una pugnacidad civil, gritona e intolerante, incapaz de conciliar.
'?Volvi¨®, volvi¨®, volvi¨®!', le gritaba a Ch¨¢vez la muchedumbre concentrada frente a la sede presidencial. Era la madrugada del domingo, 14 de abril, colof¨®n de 48 horas de marasmo y duelo castrenses. Los episodios anteriores al regreso, el cruce de sables entre compa?eros de academia y comedor, hab¨ªan fracturado a las Fuerzas Armadas como nunca.
El capit¨¢n de un pelot¨®n intent¨® el rescate del jefe de Estado durante el pandemonio desencadenado por el derrocamiento y un coronel buscaba a un general para pegarle un tiro. La guardia militar y camareros del palacio presidencial no quer¨ªan rendirle honores, ni servir caf¨¦ a Carmona durante su interinato. Huy¨® al Fuerte Tiuna, convertido en un zoco de regateo de cargos y la milicia qued¨® dividida en tres bandos: con Ch¨¢vez, contra Ch¨¢vez, y al sol que m¨¢s calienta.
'Los gringos dicen que no admitir¨¢n un Gobierno estrictamente militar', alertaba un jefe castrense poco despu¨¦s de triunfar el golpe de Estado. Mortificados por su amistad con Fidel Castro y los coqueteos con la terrorista guerrilla colombiana, los gringos probablemente hubieran admitido todo para desembarazarse del revolucionario en la presidencia de Venezuela. Lo hab¨ªa hecho el multimillonario Isaac P¨¦rez Recao, de 32 a?os, citado como banquero de una asonada que pasar¨¢, con orla, a los anales de la burricie golpista. Sali¨® pitando hacia Estados Unidos, observando el naufragio del pa¨ªs del Orinoco, y de un interinato sustentado por generales que hab¨ªan jurado dar la vida por su presidente, y declararon verse impelidos a negarle la obediencia para evitar un ba?o de sangre.
Los 15 muertos de la manifestaci¨®n opositora del d¨ªa 11, junto a la sede del Ejecutivo, fueron determinantes. 'Se?or presidente. Le fui fiel hasta el final, pero no voy a tolerar los muertos de hoy. Se han violado los derechos humanos', justific¨® el general Efra¨ªn V¨¢squez al asumir el mando.
En Venezuela los partidos tradicionales y el propio chavismo, han violado derechos humanos y pol¨ªticos durante d¨¦cadas. El principal organizador del rescate del bolivariano cautivo fue el general de paracaidistas Ra¨²l Isa¨ªas Baduel, que se abraz¨® a la Constituci¨®n y toc¨® a rebato. Fue secundado por la IV Divisi¨®n Blindada de Maracay y otras unidades de la capital militar de Venezuela y su avance fue imparable. 'Nuestra actuaci¨®n trasciende a los hombres. 'Bueno, Baduel lo hizo por su lealtad a Ch¨¢vez, dicen'. No, Baduel lo hizo por su lealtad a la Constituci¨®n nacional, por respeto al pueblo venezolano'.
Probablemente, el guerrero m¨¢s querido por el jefe de Estado actu¨® orientado por la Carta Magna y el culto filos¨®fico chino Tao Te King, del siglo IV, que practica: 'Quien pretende mantenerse mucho tiempo de puntillas, no podr¨¢ durar largo tiempo de pie'. Los conspiradores castrenses se instalaron de puntillas, escoltados por unas fuerzas armadas dubitativas, miraban siempre de soslayo al pr¨®jimo uniformado y la reacci¨®n callejera.
El atropello del Congreso y del documento fundamental, aprobado en refer¨¦ndum e interpretado a veces a conveniencia, as¨ª como la colisi¨®n de codicias entre los conspiradores, malograron la masiva rebeli¨®n de la clase media contra el aborrecido presidente. Unos generales lo derrocaron, otros lo reinstalaron y la moderaci¨®n ri?¨® con la ultraderecha durante las tr¨¢gicas horas del interinato.
'El Ej¨¦rcito tiene que rescatar a Ch¨¢vez', ped¨ªa el diputado Nicol¨¢s Maduro, durante la vigilia de palacio. El Ej¨¦rcito deber¨¢ rescatarse a s¨ª mismo. Ahora lame sus heridas y el Gobierno acomete la depuraci¨®n pisando huevos, casi pidiendo permiso, esperando que escampe. 'La situaci¨®n es todav¨ªa grave, muy grave', dice una fuente pr¨®xima al generalato antigubernamental. 'Hay tres pedazos del Ej¨¦rcito con el dedo en el gatillo, apunt¨¢ndose los unos a los otros'. Un total de 350 jefes y oficiales secundaron el pronunciamiento del d¨ªa 11 contra el Gobierno, seg¨²n el espionaje castrense. Son tantos los implicados que su apartamiento diezmar¨ªa los institutos armados y podr¨ªa crear nuevos insurrectos.
Una purga a fondo parece imposible. Los datos del semanario Quinto D¨ªa son concluyentes: involucran en el golpe, por acci¨®n u omisi¨®n, a 25 generales de la Guardia Nacional; 15 del Ej¨¦rcito de Tierra; 10 de la Aviaci¨®n; cinco de la Armada y 100 coroneles; 27 tenientes coroneles, y 22 capitanes. Casi un ej¨¦rcito.
'Nunca tuvimos el control de las Fuerzas Armadas'
Los complotados garantizaban la sublevaci¨®n de las Fuerzas Armadas, en bloque, si la movilizaci¨®n social era masiva. Lo fue. Cientos de miles marcharon hacia el palacio de Miraflores durante una manifestaci¨®n convertida en tr¨¢gico aquelarre, y derrocaron al presidente. Pero la reacci¨®n castrense posterior demostr¨® la eficacia del trabajo de zapa acometido en los regimientos por Hugo Ch¨¢vez desde su triunfo en las presidenciales del 6 de diciembre de 1998. 'No ten¨ªamos control de ninguna de las unidades', admiti¨® el contralmirante Daniel Comisso, procesado. 'Actuamos en base a nuestra conciencia. Vimos una situaci¨®n [la manifestaci¨®n civil y los muertos], y decidimos hacer un pronunciamiento'. Los cinco jefes sometidos a la justicia militar prestaron declaraci¨®n y cumplen arresto domiciliario hasta escuchar sentencia. Otros muchos fueron ignorados. 'Algo est¨¢ pasando. No les han hecho pr¨¢cticamente nada. ?D¨®nde se ha visto que a unos militares golpistas los manden, pr¨¢cticamente, a casa?', se pregunta una fuente diplom¨¢tica. Ocurre, seg¨²n algunos analistas, que el Gobierno desconoce el alcance del malestar militar. Hasta el general de brigada Juan Manuel Roa, presidente de la corte marcial encargada de ventilar responsabilidades, hab¨ªa desconocido la autoridad presidencial. Lejos de plegarse, el contralmirante Carlos Molina Tamayo, jefe de la Casa Militar de la Junta Provisional, animaba a la movilizaci¨®n tras comparecer ante la justicia: 'No desmayen, seguimos adelante'. El heredero de la petrolera Venoco, Isaac P¨¦rez, pleg¨® velas despu¨¦s de haber sufragado la defensa de los militares alzados semanas atr¨¢s. Acompa?ado por el abogado Daniel Romero, lo vieron escribiendo en un ordenador el nombre de los primeros ministros de Carmona, incluida la codiciada cartera de Defensa, supuestamente ambicionada por el general Efra¨ªn V¨¢squez hoy bajo arresto. Este jefe habr¨ªa sido el primero en discrepar con el empresario, que se dot¨® de poderes constituyentes y de un Gabinete de ribetes ultraconservadores. 'Los militares decidieron, con acierto, que no ten¨ªa sentido cambiar un fascismo de izquierdas por otro de derechas, y repusieron a Hugo', se?ala Rafael Poleo, editor de la revista Zeta y de El Nuevo Pa¨ªs, con acceso al sanedr¨ªn de la ef¨ªmera carmonada.
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