Votos, usos y abusos
La democracia son las urnas, pero tambi¨¦n las libertades y el Estado de derecho, a lo que, en nuestros d¨ªas, hay que sumar el desarrollo social. Los gobiernos democr¨¢ticos se legitiman en su origen en las urnas, pero pueden deslegitimarse en su ejercicio del poder. No s¨®lo en Venezuela -donde el presidente Hugo Ch¨¢vez ha prometido 'rectificar', una admisi¨®n de que estaba en el mal camino-, sino en nuestra propia Europa, Oeste y Este. La deriva autoritaria empieza a extenderse, tambi¨¦n apoyada en votos.
Demasiadas veces en la historia se ha utilizado la excusa de la defensa de la democracia para intervenciones militares autoritarias, con el a?adido, en el caso de Am¨¦rica Latina, de la sombra del gigante nordista, Estados Unidos. Venezuela era desde 1958 la democracia m¨¢s antigua de Am¨¦rica Latina. Ch¨¢vez gan¨® claramente las elecciones, y las revalid¨®. Pero se hizo una Constituci¨®n a su medida, olvidando de hecho lo que es la divisi¨®n de poderes y otros principios, a pesar de lo cual muchos de sus opositores y cr¨ªticos quer¨ªan una salida constitucional, que frustr¨® el golpe confuso y, a su vez, frustrado.
El golpe se inici¨® en Venezuela cuando las alternativas democr¨¢ticas estaban en gestaci¨®n, ahora en parte interrumpida. Partidos y grupos de oposici¨®n estaban en plena renovaci¨®n y se hab¨ªa desarrollado un red que se comunica por Internet, la de los 'veedores', cuyo lema es 'observar, registrar e informar para construir un pa¨ªs mejor'. Estos grupos e individuos -los que conozco, de intachable trayectoria democr¨¢tica- quer¨ªan esa salida constitucional, no un golpe de Estado impulsado por militares ni barrer, otra vez, todas las instituciones como hizo brevemente Pedro Carmona. Lo ocurrido, el golpe y el contragolpe, la incertidumbre y el miedo de los saqueos y de la reacci¨®n es mala noticia para toda Am¨¦rica Latina. Y el contragolpe, pese a lo que diga Ch¨¢vez, no ha sido una 'segunda elecci¨®n'.
Algunos presentan ahora a Ch¨¢vez casi como el s¨ªmbolo de la resistencia a la globalizaci¨®n o americanizaci¨®n. Sin embargo, pese a lo ocurrido, no conviene caer en la amnesia: c¨®mo personas desarmadas cayeron acribilladas por francotiradores de dudoso origen el jueves 11 de abril en una manifestaci¨®n multitudinaria de cr¨ªticos -no de enemigos, como ha recordado El Nacional-, con el proyecto de Ch¨¢vez; c¨®mo ¨¦ste intervino en las cadenas privadas de televisi¨®n; c¨®mo en algunos ejercicios escolares se les pide a los alumnos que pregunten a sus familiares y vecinos lo que votaron en elecciones o en el refer¨¦ndum o lo que piensan de la revoluci¨®n bolivariana; c¨®mo Ch¨¢vez ha flirteado con las guerrillas de las FARC, contra su vecina Colombia; o c¨®mo la corrupci¨®n no se ha ido, sino que ha cambiado de manos.
A algunos de los visitantes Ch¨¢vez les indica que Venezuela ha subido cuatro puestos en el ?ndice de Desarrollo Humano, cuando, si se comprueba en los informes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)entre 1999 y el ¨²ltimo de 2001 (que se basa sobre datos de dos a?os antes) el pa¨ªs ha retrocedido 13 puestos: del 48? al 61?. Su gesti¨®n ha sido desastrosa. Pero el ¨¦xito popular de Ch¨¢vez se deb¨ªa -se debe- a la corrupci¨®n del anterior r¨¦gimen y al desastre social heredado. En el rico cuarto pa¨ªs exportador de petr¨®leo del mundo, el 52% de la poblaci¨®n (dato del Banco Mundial) no tendr¨ªa por qu¨¦ vivir por debajo del ¨ªndice nacional de pobreza.
El sue?o de muchas personas es fallecer para luego resucitar y ver qu¨¦ se ha dicho de ellos. Pol¨ªticamente hablando, eso le ha sucedido a Ch¨¢vez.
Tras este despertar, Ch¨¢vez indica que quiere reconciliar una sociedad que ha contribuido a dividir. El maestro Manuel Garc¨ªa Pelayo -que en su exilio tanto hizo por impulsar el desarrollo de los estudios pol¨ªticos en Venezuela- sol¨ªa comentar que le impresionaba que en aquel pa¨ªs hubiera diferencias sociales notables, pero no distancia. En los hechos se ver¨¢ que da de s¨ª el ?nuevo? Ch¨¢vez.
aortega@elpais.es
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