Sobrevivir sin dinero ni tarjetas
La escena se repet¨ªa ayer en la estaci¨®n de servicio del Parque Lezama, donde las mangueras se cruzaban sobre los tanques de gas¨®leo indicando que se hab¨ªan agotado las existencias. Cuando aparcaba un coche para repostar gasolina, el gasolinero preguntaba: '?S¨²per o com¨²n?'. Elegida la calidad, queda por saber la cantidad: '?Cu¨¢nto le pongo?'.
All¨ª comenzaban las dudas del cliente, en este caso Nilda Bongiovanni. '?Aceptan tarjetas? No, suspendidas', le constestaba el empleado. '?Patacones? (moneda emitida por la provincia de Buenos Aires), no. S¨®lo pesos'. La mujer revisa su cartera y pregunta: '?Cu¨¢ntos litros me da por cinco pesos? Menos de cinco', le contest¨®.
Todos tienen para contar que ha llamado un amigo, un primo: '?Alcanzaste a sacar algo del cajero? S¨ª. ?Pod¨¦s prestarme para viajar hasta que abran los bancos?'. Intercambio entre amas de casa: '?Te sobran fideos?, compr¨¦ demasiada leche y no me alcanz¨® para todo'. El cartel de la Asociaci¨®n de Vecinos del barrio recuerda que a partir de las 18 horas vuelve a funcionar el trueque. All¨ª no hacen falta pesos ni tarjetas de cr¨¦dito.
Las radios recogen testimonios desoladores. Jubilados que no lograron cobrar su pensi¨®n, enfermos que deb¨ªan comprar remedios y recorrieron in¨²tilmente decenas de cajeros autom¨¢ticos para rescatar el dinero de la cuota semanal que hasta ahora pod¨ªan retirar de los bancos. Los oyentes llaman y se percibe la indignaci¨®n, el odio, la desesperanza. 'Nos quieren matar a todos', se escuchaba con frecuencia. Los cajeros funcionan, pero en ellos no hay dinero desde el viernes.
Miles de taxis deambulan vac¨ªos por Buenos Aires. La gente administra sus pesos y monedas como si el m¨¦dico le hubiera recetado una dosis de tantos centavos por d¨ªa. S¨®lo algunos negocios de venta de ropa de cuero y puestos de la Feria del Libro 'salvaron' el fin de semana por la afluencia masiva de turistas uruguayos, chilenos y paraguayos.
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