Malos c¨®micos
La realidad supera la ficci¨®n, se dec¨ªa antes; la comicidad de la vida cotidiana ha ido desplazando a los humoristas profesionales hasta convertirlos en metaf¨ªsicos o tr¨¢gicos. Ayer charlaban en el suplemento cultural de El Mundo dos de entre los grandes, El Roto y Mingote, y ejerc¨ªa de editorialista otro maestro, Chumy: recordaban los tiempos en que en Espa?a hab¨ªa varias revistas o semanarios de humor: han desaparecido. Tiendo a creer que en todo espa?ol hay ya un sentido del humor muy alto, y creo que conversaciones donde se mezcla lo real y lo absurdo, lo imaginario y lo aut¨¦ntico, y de las que se derivan chistes, cr¨ªticas y bromas, no las hay m¨¢s que en Espa?a.
Cuando alguna vez he intentado practicarlas con personas de otro idioma me han mirado con asombro, como si yo estuviera al borde de la locura. No digo que no, pero la cuesti¨®n es que se entiende este sistema espa?ol. Tambi¨¦n es verdad que los elementos c¨®micos de la vida diaria son tan abundantes que apenas hace falta una torsi¨®n ligera para resaltarlos. Me pasa con el gui?ol de Canal +, donde veo que los mu?ecos no me dan tanta risa como antes, a pesar de su despliegue de ingenio diario, y menos que la que me producen los verdaderos personajes. Basta con distanciarse un poco para ver a Aznar como un c¨®mico de cine mudo. Estos distanciamientos, que Brecht emple¨® en el teatro -descubri¨® la comicidad del mal absoluto-, se producen espont¨¢neamente con el paso del tiempo. Es imposible volver a ver a Franco con su vocecita aflautada diciendo: '?Espa?oles...!'.
Nada tan gracioso hoy como las im¨¢genes tenebrosas de Hitler y Mussolini; c¨®micos dentro de su propia tragedia. Supongo que no debieron tomar clases de teatro: es decir, creo que son actores malos. Me refiero, sobre todo, a los de aqu¨ª: la mentira natural en un pa¨ªs dem¨®crata falso, donde todo es ficci¨®n, necesita un grado de aprendizaje, una fuerza que adquiere en el ensayo, que necesita un director de escena. La risa pol¨ªtica, judicial o econ¨®mica se produce por la distancia entre el contenido de lo que dicen, el discurso (escrito por otro), y lo mal que lo dicen, la mala imitaci¨®n de s¨ª mismos, que les gui?oliza. Alguien dijo de V¨ªctor Hugo: 'Es un loco que se cree que es V¨ªctor Hugo'. Hitler parec¨ªa un loco que se cre¨ªa que era Hitler. Y aqu¨ª...
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