La pierna de Rivaldo
El consejero de Cultura, Jordi Vilajoana, ha tardado 10 d¨ªas en desmentir la informaci¨®n que La Vanguardia publicaba el 16 de abril indicando que un acuerdo pol¨ªtico entre Jordi Pujol y Pasqual Maragall hab¨ªa decidido el destino de los restos arqueol¨®gicos documentados en el mercado del Born: convivir con la futura Biblioteca Provincial de Barcelona y facilitar la visita de una parte de los mismos. Hubo en primera instancia un r¨¢pido ment¨ªs del Ayuntamiento, que se?al¨® que la decisi¨®n definitiva se tomar¨ªa una vez finalizada la intervenci¨®n arqueol¨®gica. Posteriormente, las declaraciones procedentes de la delegaci¨®n del Gobierno en Catalu?a, del Ministerio de Educaci¨®n y Cultura, del edil del PP Santiago Fisas y del conseller en cap, Artur Mas, fueron interpretadas por ese mismo medio en un sentido que hac¨ªa temer un desenlace sordo a las voces de historiadores y arque¨®logos que se han manifestado inequ¨ªvocamente por la preservaci¨®n del yacimiento. Las vacilaciones y tardanzas a la hora de confirmar que el acuerdo de las administraciones era el de estudiar la compatibilidad sobre el informe de los diversos t¨¦cnicos han sido descorazonadoras para los colectivos que reclamaban la conservaci¨®n de las ruinas en su totalidad. La soluci¨®n mala ser¨ªa, efectivamente, el resultado de una serie de desprop¨®sitos en los que las razones pol¨ªticas, en muchos casos te?idas de una demagogia apenas disimulada, habr¨ªan primado sobre las opiniones t¨¦cnicas y los m¨ªnimos conceptos de preservaci¨®n y difusi¨®n del patrimonio hist¨®rico y cultural. Cuando se hicieron p¨²blicos los primeros resultados de la intervenci¨®n, responsables auton¨®micos y municipales reconocieron sin reservas la importancia de los restos y la necesidad de preservarlos en su totalidad, dando al conjunto una organizaci¨®n museogr¨¢fica que permitiera su inclusi¨®n en la oferta did¨¢ctica de la ciudad. Por una vez, los resultados de la arqueolog¨ªa preventiva iban a suponer la modificaci¨®n de un gran proyecto p¨²blico, reparando la ignominia de anteriores actuaciones, como la construcci¨®n del colector del Bogatell.
Alto y claro: los restos del Born deben consolidarse, restaurarse, estudiarse y difundirse sin cohabitar a modo de catacumba moderna en el subsuelo de una biblioteca, potenciando la relaci¨®n del espacio ahora existente con la cubierta de hierro dise?ada por Josep Fontser¨¦ en 1873 por m¨²ltiples motivos, pero esencialmente por la amplitud de la zona excavada, por su excepcional estado de conservaci¨®n y por tratarse de una oportunidad ¨²nica para explicar la evoluci¨®n urban¨ªstica de Barcelona entre los siglos XIV y XVIII, no por ser un s¨ªmbolo de las consecuencias de la Guerra de Sucesi¨®n. Lo ocurrido en 1714 es un hecho hist¨®rico y la historia se interpreta cada d¨ªa, hoy tambi¨¦n. No podemos sustraernos a la explicaci¨®n de los hechos porque la historia objetiva no existe: las interpretaciones son el resultado de los condicionantes culturales y la visi¨®n de cada investigador. Pero los restos del Born no son en s¨ª mismos una interpretaci¨®n de la historia, son la historia, el testimonio de una concepci¨®n social y econ¨®mica de una parte de lo que hoy es Barcelona a lo largo de, al menos, cuatro siglos. Negar o sublimar lo que sucedi¨® en 1714 e intentar instrumentalizarlo no es el objetivo de arque¨®logos, historiadores y muse¨®logos. Si se quiere recordar el pasado, no es necesario recurrir a los restos del Born.
Coexistiendo, la biblioteca nacer¨¢ abortada porque no dispondr¨¢ del espacio suficiente para cumplir sus funciones por mucho que se intente decir lo contrario, dado que los libros tienen la excelente costumbre de crecer en proporciones insospechadas, y cualquier proyecto que no prevea la unidad f¨ªsica de fondos y servicios es no s¨®lo il¨®gico, sino tambi¨¦n un absurdo. Al tiempo, el proyecto museogr¨¢fico ser¨¢ restringido y una ocasi¨®n perdida para difundir la historia de Barcelona y de Catalu?a. Debe decirse claramente: fue un error intentar ubicar la biblioteca en el Born aunque se acabe haciendo, dado que ni por los condicionantes arquitect¨®nicos, ni por las previsibles complicaciones derivadas de los restos existentes en el subsuelo, ampliamente conocidas tras las intervenciones de la calle del Comer?, ni por la dificultad de acceso, era una buena elecci¨®n.
A pesar del pacto tripartito para su construcci¨®n, si la biblioteca es provincial, ?por qu¨¦ no se busc¨® un espacio en Cornell¨¤, Sant Adri¨¤ o Badalona, junto a una estaci¨®n de metro si se pretend¨ªa lograr un equipamiento de amplio uso? La experiencia del Archivo Nacional de Catalu?a en Sant Cugat, a 35 minutos en transporte p¨²blico de la plaza de Catalunya, es un claro ejemplo.
El debate entre piedras y libros, tal y como se ha desarrollado, es est¨¦ril y malintencionado, dirigido a obtener una coartada salom¨®nica de coexistencia, aunque debe recordarse que el rey no parti¨® al ni?o: lo dio a quien ten¨ªa raz¨®n. Reconocida la importancia del yacimiento, las administraciones deber¨ªan haber concentrado sus esfuerzos en dar una organizaci¨®n museogr¨¢fica al Born y haber trabajado en paralelo para decidir un nuevo emplazamiento para la biblioteca. Conociendo el tratamiento dado en Nueva York a los restos del enclave vikingo, si se documentase en 8.000 metros cuadrados el Londres de Shakespeare no existir¨ªa debate: museo, los Coldstream Guards en la puerta y una banda tocando Rule Britannia. Lo que hiciera falta.
En ¨²ltima instancia todo es cuesti¨®n de dinero. La inversi¨®n realizada por el ministerio, 1.200 millones de pesetas hasta la fecha, es para construir la biblioteca. Un nuevo emplazamiento supondr¨ªa retrasos y una mayor inversi¨®n a la que habr¨ªa que sumar el proyecto de acondicionamiento del Born, en total m¨¢s de 5.000 millones de pesetas suplementarios. El temor de los responsables de la Administraci¨®n auton¨®mica es que el ministerio reclame la devoluci¨®n de la cantidad avanzada. El dinero y no otras consideraciones ser¨¢ la raz¨®n de la decisi¨®n final. Maldito pa¨ªs en que dos equipamientos culturales de primer orden tendr¨¢n que coexistir mal porque no puede disponerse de una cantidad inferior a lo que cuesta una pierna de Rivaldo. Y encima cojea.
A pesar del pacto tripartito para su construcci¨®n, si la biblioteca es provincial, ?por qu¨¦ no se busc¨® un espacio en Cornell¨¤, Sant Adri¨¤ o Badalona, junto a una estaci¨®n de metro si se pretend¨ªa lograr un equipamiento de amplio uso? La experiencia del Archivo Nacional de Catalu?a en Sant Cugat, a 35 minutos en transporte p¨²blico de la plaza de Catalunya, es un claro ejemplo.
El debate entre piedras y libros, tal y como se ha desarrollado, es est¨¦ril y malintencionado, dirigido a obtener una coartada salom¨®nica de coexistencia, aunque debe recordarse que el rey no parti¨® al ni?o: lo dio a quien ten¨ªa raz¨®n. Reconocida la importancia del yacimiento, las administraciones deber¨ªan haber concentrado sus esfuerzos en dar una organizaci¨®n museogr¨¢fica al Born y haber trabajado en paralelo para decidir un nuevo emplazamiento para la biblioteca. Conociendo el tratamiento dado en Nueva York a los restos del enclave vikingo, si se documentase en 8.000 metros cuadrados el Londres de Shakespeare no existir¨ªa debate: museo, los Coldstream Guards en la puerta y una banda tocando Rule Britannia. Lo que hiciera falta.
En ¨²ltima instancia todo es cuesti¨®n de dinero. La inversi¨®n realizada por el ministerio, 1.200 millones de pesetas hasta la fecha, es para construir la biblioteca. Un nuevo emplazamiento supondr¨ªa retrasos y una mayor inversi¨®n a la que habr¨ªa que sumar el proyecto de acondicionamiento del Born, en total m¨¢s de 5.000 millones de pesetas suplementarios. El temor de los responsables de la Administraci¨®n auton¨®mica es que el ministerio reclame la devoluci¨®n de la cantidad avanzada. El dinero y no otras consideraciones ser¨¢ la raz¨®n de la decisi¨®n final. Maldito pa¨ªs en que dos equipamientos culturales de primer orden tendr¨¢n que coexistir mal porque no puede disponerse de una cantidad inferior a lo que cuesta una pierna de Rivaldo. Y encima cojea.
Francesc Gracia es director del departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueolog¨ªa de la UB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.