El valle de los castillos
Esta fortaleza celt¨ªbera se alza sobre la vega del Henares, entre Cubillas y Guijosa, muy cerca de Sig¨¹enza
Mil a?os antes de que los moros le llamaran Wad-al-Hayara (el valle de los castillos), los celt¨ªberos se percataron de lo c¨®modo que era el corredor del alto Henares para pasar del Tajo al Ebro y del Ebro al Tajo, que no se despeinaban ni el penacho del casco, y construyeron fortalezas en los cerros ribere?os para defender tan buen paso y a s¨ª mismos. Una, que sepamos, junto a la actual Sig¨¹enza, la Segontia de las cr¨®nicas romanas. Otra, una legua m¨¢s arriba, en Castilviejo, a medio camino hoy entre Guijosa y Cubillas del Pinar. Roma les dio la raz¨®n: lleg¨®, venci¨® y traz¨® la calzada de M¨¦rida a Zaragoza por este valle, que era muy c¨®modo, en efecto.
El castro de Castilviejo yace derruido y olvidado sobre la cima plana de un mont¨ªculo que se corta bruscamente por el sur formando escarpes de 60 metros de altura. Todo ello, ruinas y cortados, de roja piedra arenisca, la misma roca f¨¢cil de trabajar pero fr¨¢gil en grado sumo de la que est¨¢n hechos los monumentos de Sig¨¹enza.
La fortaleza guerrera erigida por los L¨®pez de Orozco cae sobre la pac¨ªfica aldea
Mas como, a diferencia de ¨¦stos, los restos del castro no tienen quien los consolide, tarde o temprano no quedar¨¢ de los celt¨ªberos que poblaron el Henares en el siglo VIII antes de Cristo m¨¢s que top¨®nimos: Segontia significa 'la que domina el valle', y Castilviejo, cuyo nombre no necesita explicaci¨®n. Las palabras son m¨¢s fuertes que las piedras.
De esa misma piedra bermeja y ef¨ªmera son las cuatro casas de Cubillas del Pinar y su preciosa iglesuela rom¨¢nica -¨¦sta, s¨ª, restaurada-, desde la cual salimos en busca del castro de Castilviejo. Cruzaremos la carretera justo enfrente del templo y treparemos al montecillo que coronan unas antenas, para descender por el otro lado con tendencia hacia la derecha, bordeando unos cultivos, hasta desembocar en el cauce seco de un selv¨¢tico barranco.
Bajando por ¨¦ste, -senda hay-, daremos a 20 minutos del inicio con un camino claro que, de nuevo hacia la diestra, sube al collado que separa el cerro que venimos rodeando del que ocupa el castro.
Por este collado pasa, para m¨¢s se?as, la carretera que une Cubillas con Guijosa y Sig¨¹enza, de modo que nos resultar¨¢ ya familiar el soberbio panorama que aqu¨ª se contempla: la vega del Henares ajedrezada hasta donde alcanza la vista de campos arados y verdes panes, con peque?as choperas que se?alan el curso incipiente del r¨ªo y, al fondo, el caser¨ªo de Horna, en cuyo t¨¦rmino nace. Nos ser¨¢ imposible distinguir en la lejan¨ªa la v¨ªa del ferrocarril Madrid-Zaragoza. No veremos cables. Y, durante un instante sublime, podremos hacernos la ilusi¨®n completa de estar ante un paisaje de romanos. De celt¨ªberos, no, que m¨¢s bien eran pastores y guerreros.
No era del gusto del celt¨ªbero demorarse en el vasto campo arando, cavando, podando, binando, estercolando, segando, trillando, rodrigando y escardando cebollinos; no. Lo suyo era senderear el ganado con presteza, a mano siempre el escudo ligero o caetra, la espada y el largo pu?al, por si no diere tiempo a ponerse a salvo en la seguridad del castro.
Diez minutos, tan s¨®lo, nos llevar¨¢ a nosotros subir a lo m¨¢s alto por una trocha de cabras. Algo m¨¢s nos costar¨¢, una vez all¨ª, reconocer el foso cegado por las encinas, la muralla de dise?o estrat¨¦gicamente quebrado y -lo m¨¢s curioso- el campo de piedras colocadas de punta para repeler a la caballer¨ªa.
Avanzando m¨¢s all¨¢ del castro por la cornisa del cerro, y tras rebasar una ruinosa majada, alcanzaremos un gran hito, se?al de que deberemos doblar a la izquierda para bajar por la escarpada ladera al barranco de hace un rato, donde aterrizaremos transcurrida una hora de paseo.
En media m¨¢s, caminando barranco abajo, llegaremos al pueblo de Guijosa, pac¨ªfica aldea a la que se le est¨¢ cayendo encima el castillo guerrero erigido por los L¨®pez de Orozco en el siglo XIV.
Y otra hora -dos y media, en total- ser¨¢ tiempo de sobra para regresar barranco arriba hasta Cubillas siempre que, claro est¨¢, no pretendamos subir de nuevo al castro a otear el valle de los castillos.
Atajo para subir en 10 minutos
D¨®nde. Cubillas del Pinar (Guadalajara) dista 139 kil¨®metros de Madrid. Tiene r¨¢pido acceso yendo por la carretera de Barcelona (Nacional-II) hasta el kil¨®metro 104, para seguir por la CM-1101 (antigua C-204) hasta el municipio de Sig¨¹enza y por la GU-126 hasta el de Cubillas.
Quienes no deseen hacer el circuito completo a pie, pueden subir directamente al castro -en diez minutos- desde la curva que hay dos kil¨®metros despu¨¦s de Guijosa y uno justo antes de llegar al pueblo de Cubillas.
Cu¨¢ndo. Ruta de siete kil¨®metros y dos horas y media de duraci¨®n -ida y vuelta, sin contar paradas-, con un desnivel acumulado de 150 metros y una dificultad media -no hay caminos excesivamente claros-. S¨®lo se recomienda en primavera y oto?o, por ser esta comarca seguntina zona de grandes rigores el resto del a?o.
Qui¨¦n. Jos¨¦ A. L¨®pez Ballesteros y Miguel A. D¨ªaz Mart¨ªnez son los autores de 15 rutas por la naturaleza de Sig¨¹enza y el parque natural del R¨ªo Dulce, una excelente gu¨ªa editada por la librer¨ªa Rayuela (Medina, 7; Sig¨¹enza; tel.: 949 39 02 33) en la que se describen ¨¦ste y otros itinerarios a pie y en bicicleta por la zona.
Y qu¨¦ m¨¢s. Salvo que se conozca la zona, es imprescindible el mapa 461-II del Instituto Geogr¨¢fico Nacional, a escala 1:25.000.
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