Contra (casi) todo
Tiene gracia que esta quinta, soleada y muy nutrida (de t¨ªtulos, de artistas invitados, de la m¨¢s variada gente del cine) edici¨®n del festival malague?o se inaugure con una pel¨ªcula como No somos nadie, el deb¨² en la realizaci¨®n de uno de los astros ascendentes de nuestro cine, el actor Jordi Moll¨¤.
Y la tiene por partida doble: una, por tratarse de un filme as¨ª, un alegato contra pr¨¢cticamente todo; y otra, porque siendo un frontal ataque contra la manipulaci¨®n televisiva de la realidad, se proyecte en loor de autoridades en un evento patrocinado por sendas cadenas televisivas, V¨ªa Digital y Antena 3: lo que se dice toda una (moderada) provocaci¨®n. Que a Moll¨¤ no le asusta el ir contra los t¨®picos, lo dej¨® ya en evidencia en el que, si la memoria de este cronista es fiel, fue su primer cortometraje, Walter Pereira, un impactante retrato de boxeador rodado en duro blanco y negro, con el que se hinch¨® de ganar premios hace unos pocos a?os. De modo que lo que afronta en No somos nadie, a¨²n sorprendiendo por el tono y las intenciones, no deja de estar en una l¨ªnea de contundencia anteriormente demostrada.
De qu¨¦ habla el filme es f¨¢cil de resumir: se trata de la peripecia de un perdedor de mala muerte, Salva, un tipo con pinta de Cristo (el propio realizador) que se dedica a dar sablazos en compa?¨ªa de un colega tan colgado como ¨¦l (Juan Carlos Vellido), que un buen d¨ªa tiene la dudosa suerte de convertirse, por involuntario accidente, en astro de un programa televisivo de denuncia del funcionamiento de la ley, arteramente conducido por un desmesurado demagogo (el mexicano Daniel Jim¨¦nez Cacho). Y de ah¨ª al estrellato: convertido en m¨¢ximo gancho de la cadena televisiva, Salva se ver¨¢ zarandeado hasta perderlo casi todo, amigos, amante, autoestima.
Tiene No somos nadie el forzado tono de violenta pol¨¦mica que no desagradar¨ªa a un Ken Russell, por poner un ejemplo; un gui¨®n demasiado endeble como para soportar las embestidas cr¨ªticas (contra la televisi¨®n, pero tambi¨¦n contra la credulidad popular, la religi¨®n, el oportunismo de los supuestos profesionales de los medios) y, lo que resulta parad¨®jico viniendo de un actor, un registro interpretativo demasiado deslavazado, de manera que cada uno de los que en ¨¦l intervienen (junto a los ya citados, Candela Pe?a, Florinda Chico y Franco di Francescantonio) va demasiado a su aire.
Ya se ver¨¢ si el desembozado narcisismo que el filme desprende agrada a los miembros del jurado; pero no parece que sea justamente ¨¦sta la pel¨ªcula a descubrir en esta quinta edici¨®n del festival malague?o.
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