D¨ªa Internacional de la Seguridad y la Salud en el Trabajo
El autor aborda los problemas que a¨²n existen en el siglo XXI y se?ala que durante el Gobierno del PP no se ha frenado la siniestralidad laboral.
Hoy, por s¨¦ptimo a?o consecutivo, la CIOSL convoca a todos los sindicatos, trabajadoras y trabajadores del mundo a denunciar las deficientes condiciones de seguridad y salud en las que se desenvuelve su trabajo cotidiano y a conmemorar a millones de v¨ªctimas anuales por accidentes y enfermedades que tienen su causa en las formas de trabajo.
Persisten en pleno siglo XXI formas infrahumanas de trabajo: esclavismo antiguo y moderno; redes mafiosas de explotaci¨®n del trabajo infantil, de la mujer, de inmigrantes; trabajos que hieren la dignidad humana, los derechos fundamentales de la persona; sobreexplotaci¨®n, trabajo precario, trabajo humillante.
Si en condiciones normales los accidentes laborales y enfermedades profesionales siguen siendo un grave problema para los trabajadores y trabajadoras, en circunstancias como las descritas se convierten en una lacra social y en verg¨¹enza para la humanidad. M¨¢s cuando el fin al que se someten todos los medios es la obtenci¨®n de beneficios econ¨®micos para una exigua minor¨ªa.
Persisten todav¨ªa formas infrahumanas de trabajo: esclavismo antiguo y moderno
Las multinacionales trasladan sus actividades m¨¢s peligrosas a regiones desreguladas
En regiones desarrolladas como la UE se lanzan ofensivas contra derechos conseguidos con lucha
Con preocupaci¨®n vamos observando que dichas formas no s¨®lo no retroceden, sino que se van extendiendo y van ocupando zonas del trabajo regulado, con derechos. Adem¨¢s esa presi¨®n tambi¨¦n hostiga a los trabajadores con condiciones reguladas y consolidadas. Lo conseguido a costa de siglos de lucha de la clase obrera ahora se pone en tela de juicio, a subasta p¨²blica.
La extensi¨®n del deterioro y la desregulaci¨®n influyen directamente en el incremento de los accidentes y enfermedades del trabajo por la persistencia de causas ya superadas, f¨¢cilmente evitables. Conviven con la explosi¨®n de nuevos riesgos, resultado de la aparici¨®n de miles de nuevas sustancias y productos, incontrolados; de nuevas relaciones de producci¨®n, de nuevas actividades que incorporan nuevas competencias y responsabilidades para los trabajadores y trabajadoras sin atender a su obligada participaci¨®n y protecci¨®n.
En las regiones m¨¢s desarrolladas, como la UE, se lanzan ofensivas contra derechos laborales conseguidos con lucha. El capitalismo pretende la globalizaci¨®n a trav¨¦s de la igualaci¨®n en la miseria de los trabajadores.
Las multinacionales trasladan sus actividades m¨¢s peligrosas o costosas a regiones desreguladas, con bajos costes salariales; se imponen a Gobiernos y derechos. Se transfieren los riesgos m¨¢s graves, a trabajadores y pueblos sin derechos y a la vez se hostiga a los trabajadores del primer mundo para que renuncien a las condiciones conseguidas.
Naciones Unidas se ve en la obligaci¨®n de promover un pacto mundial para fomentar la responsabilidad de las empresas en los ¨¢mbitos de los derechos humanos, la norma laboral y el medio ambiente.
La Declaraci¨®n Mundial de la Salud adoptada por la comunidad sanitaria mundial en 1998 reconoce 'que el mejoramiento de la salud y el bienestar de las personas constituye el objetivo fundamental del desarrollo social y econ¨®mico'.
Es intolerable y profundamente contradictorio e injusto que los que generan ese desarrollo social y econ¨®mico, cuyo objeto fundamental es la salud y el bienestar de todos, no s¨®lo no los disfruten, sino que paguen con su p¨¦rdida.
Las actuales condiciones de trabajo causan anualmente miles de muertes, cientos de miles de discapacidades y enfermedades, todas rodeadas de una carga inaceptable de dolor y sufrimiento.
Un an¨¢lisis detallado de la salud laboral, de los accidentes de trabajo y de las enfermedades profesionales, de su evoluci¨®n y caracter¨ªsticas a trav¨¦s de un amplio abanico de variables, nos permite conocer el estado de las t¨¦cnicas aplicadas a la producci¨®n, del mercado de trabajo, de los sistemas y organizaci¨®n del trabajo, de las relaciones de poder, etc¨¦tera.
La situaci¨®n de la salud de los trabajadores y trabajadoras es, pues, un indicador bastante sensible y fiable de fen¨®menos de fondo, pol¨ªticos, econ¨®micos, sociales, tecnol¨®gicos y jur¨ªdicos. Los avances o retrocesos en esta materia son consecuencia de avances o retrocesos, en la capacidad de los trabajadores para transformar la sociedad.
Se puede decir con alg¨²n especialista que las condiciones de riesgo en las que se desarrolla el trabajo y sus consecuencias, est¨¢n determinadas socialmente por la relaci¨®n de fuerzas existente en cada momento: 'La realizaci¨®n de un acto o de un proceso productivo peligroso incluye una elecci¨®n humana que lleva consigo un cierto nivel de riesgo para los operadores.
El riesgo ya no tiene nada de fatal, es, m¨¢s o menos deliberada o impl¨ªcitamente, elegido. No existir¨ªa verdaderamente fatalidad (Sami Dassa. Sociologie du Travail, 4/1976). S¨®lo existir¨ªa fatalidad en casos muy excepcionales. La mayor¨ªa, por tanto, tiene su causa en sistemas de trabajo con riesgo impuestos por los empresarios para conseguir m¨¢s beneficios econ¨®micos a costa de la vida y el sufrimiento de los trabajadores. Se antepone as¨ª el crecimiento econ¨®mico de beneficio para una minor¨ªa al sufrimiento de la mayor¨ªa.
Las normas y las formas de que se dota cada sociedad para hacer frente a las consecuencias de dicha elecci¨®n, los an¨¢lisis del fen¨®meno que olvidan su origen suelen ser construcciones sociales o culturales exculpatorias de los verdaderos culpables y tienden a hacer recaer la culpa o bien en la fatalidad e inevitabilidad o, peor, en el propio trabajador y su entorno social y laboral.
As¨ª se propagan teor¨ªas como la del error humano o la irresponsabilidad del trabajador. Una especie de suicidio laboral, especialmente persistente.
Todas las actuaciones, incluidas las bien intencionadas, que se llevan a cabo habitualmente para reducir la siniestralidad laboral, transcurren en un segundo nivel y, por tanto, no llegar¨¢n nunca a eliminar del todo el problema.
Lo cual no quiere decir que no se avance, pero sin olvidar cu¨¢l es su origen b¨¢sico. Ese olvido puede conducir a errores de an¨¢lisis y a retrocesos inexplicables o a la paradoja de 'a mayor conocimiento mayor siniestralidad', cuando desde un punto de vista 'cient¨ªfico' deber¨ªa suceder lo contrario.
Refiri¨¦ndose a cat¨¢strofes naturales, que indudablemente son m¨¢s fatales e inevitables, el Consorcio de Compensaci¨®n de Seguros manifestaba: 'En nuestro tiempo, sabiendo ya que la divinidad no se entretiene en desbordar r¨ªos ni en rajar monta?as, un poco decepcionados porque los progresos cient¨ªficos no nos den el control de las fuerzas de la naturaleza, y contrariados porque las cotas de desarrollo alcanzadas no nos hayan reportado mayor seguridad frente a las cat¨¢strofes, sino que, al contrario, nos han hecho m¨¢s vulnerables a las mismas, empezamos a sospechar que hay otro factor en las cat¨¢strofes naturales quiz¨¢s m¨¢s determinante que los propios eventos geol¨®gicos o atmosf¨¦ricos: la actividad y el comportamiento humanos'. (Las cat¨¢strofes naturales y su cobertura aseguradora. Un estudio comparativo, 1999).El reconocimiento del origen inicial del problema nos permite la explicaci¨®n de algunos fen¨®menos habituales en el tema de la siniestralidad laboral. Es el caso del avance en las normas y su incumplimiento generalizado y sistem¨¢tico en las fases de acumulaci¨®n basadas en la sobreexplotaci¨®n del factor trabajo.
Las exposiciones de motivos de las leyes, los principios constitucionales, las normas m¨¢s rigurosas y exhaustivas quedan a merced de una realidad cotidiana desalentadora para el bien intencionado creyente de la ley y el orden o de la ciencia como soluci¨®n suprema.
Transferir el poder de soluci¨®n de los problemas a los juristas o a los t¨¦cnicos no es la soluci¨®n, como estamos observando durante todos estos a?os. Son los trabajadores los protagonistas y los que deben protagonizar la soluci¨®n. S¨®lo los cambios en la relaci¨®n de fuerzas, en las relaciones de poder, aunque sea limitado, produce un cambio visible en la mejora real de las condiciones de trabajo y en la salud laboral.
Es sintom¨¢tico que diversos analistas hayan coincidido en considerar a la siniestralidad laboral como el peor dato del Gobierno del PP. Durante estos a?os no s¨®lo no se ha avanzado, sino que se ha retrocedido de forma alarmante. Su extensi¨®n y gravedad y la impotencia mostrada para frenarlo lo caracterizan como una verdadera cat¨¢strofe social sin paliativos.
Es, sin embargo, evidente que la propuesta de an¨¢lisis m¨¢s arriba esbozada nos permite explicar con sencillez las causas de esta situaci¨®n.
Cientos de normas, cientos de t¨¦cnicos, variados controles administrativos y judiciales, decenas de puestas en escena y una concepci¨®n hip¨®crita de la cultura de la prevenci¨®n, no sirven para frenar las ansias e intereses de un poder econ¨®mico sordo a cantos de sirena tan ingenuos como el de que invertir en prevenci¨®n, as¨ª a secas, le es rentable.
Francisco Javier L¨®pez Mart¨ªn es secretario general de Comisiones Obreras de Madrid.
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