Rebaja con sombras
El Gobierno acaba de proponer una nueva reforma a la baja del impuesto sobre la renta, cuya entrada en vigor est¨¢ prevista el 1 de enero de 2003, que incluye una reducci¨®n del n¨²mero de tramos de la tarifa -de seis pasa a cinco-, una rebaja en los tipos m¨ªnimo y m¨¢ximo del impuesto -del 18% al 15% y del 48% al 45%, respectivamente -, subidas generalizadas en las cantidades que se han de reducir de la base -m¨ªnimo personal, hijos -, una paga o deducci¨®n para las madres con hijos menores de tres a?os que trabajan fuera de casa, m¨¢s reducciones por rendimientos del trabajo y una nueva reducci¨®n del 25% de la renta a los propietarios de viviendas, una medida expl¨ªcita para ampliar el mercado de alquiler. Los cambios en el IRPF incluyen, adem¨¢s, entre otras medidas de tratamiento del ahorro, una nueva rebaja en la tributaci¨®n de las plusval¨ªas -del 18% al 15%- y la exenci¨®n por cambio en el fondo de pensiones. Como puede apreciarse, son cambios que no alcanzan a constituir una reforma del impuesto, pero rebasan el nivel de simples modificaciones coyunturales.
Como en todos los programas de reducci¨®n de impuestos, debe saludarse el hecho de que los contribuyentes paguen menos a la Hacienda p¨²blica y, al mismo tiempo, el equilibrio impositivo general que queda despu¨¦s de las rebajas. La simplificaci¨®n de los tramos y el recorte de las tarifas pretenden favorecer a los contribuyentes de forma inversamente proporcional a su renta. No hay razones para dudar de la afirmaci¨®n del ministro de Hacienda de que todos los declarantes de renta ser¨¢n beneficiados, excepci¨®n hecha quiz¨¢ de los casi 300.000 a quienes ya se les aplicaba el tipo del 45% y que seguir¨¢n haci¨¦ndolo.
Los problemas son de otro orden. El Gobierno no ha deflactado la tarifa del impuesto desde 1996 y esa circunstancia minimiza los beneficios de la rebaja de tarifas. Por a?adidura, el ministro de Hacienda no parece tener en la cabeza una idea clara de cu¨¢l debe ser la estructura impositiva espa?ola. El ¨²nico inter¨¦s que se detecta en el Gobierno es seguir aplicando reducciones tributarias en el impuesto sobre la renta, que han demostrado gran rentabilidad en la recogida de votos, mientras se parchean apresuradamente las tasas y otros tributos para corregir la p¨¦rdida de recaudaci¨®n por IRPF. El lado oscuro de la pol¨ªtica fiscal del Gobierno tambi¨¦n existe: baja el IRPF, pero sube las tasas y los impuestos especiales, de forma que aumenta la presi¨®n fiscal.
Tambi¨¦n permanece entre sombras el delicado asunto de c¨®mo se financiar¨¢ esta rebaja de impuestos, cuyo coste para la Hacienda p¨²blica est¨¢ evaluado oficialmente en 1.300 millones de euros. No es una cuesti¨®n menor. La reforma fiscal de 1999 tuvo un impacto reducido en el equilibrio presupuestario debido a la favorable coyuntura econ¨®mica. La merma de ingresos p¨²blicos se compens¨® con el ahorro conseguido por la disminuci¨®n de los intereses de la deuda p¨²blica. Pero hoy la coyuntura es otra. El Gobierno deber¨ªa explicar en cada cambio fiscal c¨®mo se financian las disminuciones de ingresos p¨²blicos. Es una pedagog¨ªa necesaria y, hasta hoy, inexistente.
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