Totalitarismo
Hay demasiada historia en las bibliotecas, demasiada cultura en la memoria, como para que pueda llegar a repetirse la barbarie del pasado. La alarma ante el auge de la extrema derecha en Europa, agudizada tras el paso de Le Pen a la segunda vuelta de las presidenciales francesas, no procede tanto de las condiciones de posibilidad de su programa como de la sintomatolog¨ªa que revela el ¨¦xito de sus arengas en un sector de la opini¨®n p¨²blica. Porque la amenaza del totalitarismo, un fen¨®meno que analiza Enzo Traverso, desde el ¨¢mbito de la historia de las ideas, en un libro oportun¨ªsimo que acaba de publicar la Universidad de Valencia, no surge hoy por hoy de su condici¨®n de 'hecho', ni de 'concepto', ni de 'teor¨ªa', sino de mito que cataliza la reacci¨®n frente a unos cambios sociales, una aceleraci¨®n del proceso de modenizaci¨®n y una crisis de la legitimidad democr¨¢tica que la est¨²pida simplicidad del fascismo o del nacionalismo autoritario prometen resolver. El efecto anest¨¦sico de la demagogia, y el fascismo es una doctrina demag¨®gica, resulta de sobra conocido y obliga, m¨¢s all¨¢ del esc¨¢ndalo, a debatir qu¨¦ falla: por ejemplo, en ese amplio ¨¢mbito de la izquierda europea donde la crisis y el desconcierto no acaban de hallar cauces de encuentro. No valen ya las viejas f¨®rmulas de la socialdemocracia, pero todav¨ªa no se sabe muy bien d¨®nde conducen las pujantes v¨ªas de la contestaci¨®n antiglobalizadora. Nadie deber¨ªa perder de vista, en todo caso, la premisa democr¨¢tica. Como se?ala Traverso, no hay que convertir el totalitarismo 'en una pantalla que podr¨ªa esconder las otras amenazas de esta ¨¦poca globalitaria, en que la homologaci¨®n de los comportamientos y del pensamiento no se impone por la fuerza sino que es inducida por la reificaci¨®n mercantil de las relaciones sociales', pero tambi¨¦n hay que saber -y aqu¨ª no valen excusas, ni perplejidades- que 'una libertad reducida a puro acto liberador -revolucionario-, no defendida y garantizada por las leyes, ser¨ªa peligrosa'. Atender a las cr¨ªticas que te deslegitiman y buscar alternativas a partir de las cr¨ªticas son ejercicios de responsabilidad que ayudar¨¢n a vislumbrar una salida. Como siempre, estamos ante un reto a la imaginaci¨®n pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.