El pase
Soy un afrancesado. Hoy tambi¨¦n. Francia es el gran modelo social y cultural de Europa incluso haciendo l¨®gica de lo peor. Le Pen anuncia el futuro de nuestra inconsciencia, de nuestra torpe y desparramada disidencia. De nuestra tragedia. Hab¨ªa ya lepenes en Austria y en Italia, pero esos son pa¨ªses de vals y ¨®pera bufa. El aviso nos viene ahora del pa¨ªs precursor. Esto va en serio, se?ores. Mientras tanto, met¨¢monos al cine, donde tambi¨¦n los franceses nos dan cien vueltas.
Se acaba de iniciar en Espa?a (lo promueve Lauren Films y sus asociados del circuito de exhibidores CAEC, en total unas 400 salas) el primer abono ilimitado de cine, que Francia conoci¨® a principios de 2000 en medio de una tormenta de parabienes y vituperios. En marzo de ese a?o, la gran cadena de producci¨®n y exhibici¨®n UGC instaur¨® la carte illimit¨¦e, por la que, pagando 15 euros, el espectador pod¨ªa ver todas las pel¨ªculas que quisiera, en cualquier horario y sala elegida, durante un mes renovable. Los exhibidores independientes, por boca de una de sus m¨¢s inteligentes y visibles cabezas, Roger Diamantis, que dirige el legendario cine parisiense Le Saint-Andr¨¦-des-Arts, hablaron de un 'Pearl Harbour econ¨®mico' que arrasar¨ªa las peque?as salas independientes (y con ellas las pel¨ªculas de bajo costo y altas miras que ellos programan). La respuesta del p¨²blico franc¨¦s fue muy positiva, y al cabo de unos meses, en septiembre de 2000, un productor y exhibidor de calidad tan significado como Marin Karmitz se asoci¨® con la Gaumont para lanzar un pase similar. Karmitz estuvo al principio entre los enemigos de la carte illimit¨¦e, pero hoy opina as¨ª: 'Combat¨ª este abono, y, como fracas¨¦, lo acab¨¦ estableciendo contra mi voluntad. Un a?o y medio despu¨¦s admito que me equivoqu¨¦. Ha aumentado un 15% la asistencia a mis cines, y son las pel¨ªculas m¨¢s fr¨¢giles, las que disponen de menor maquinaria propagand¨ªstica, las que tienen un mayor uso de esta tarjeta-abono'. El propio Diamantis, que en un reciente n¨²mero de la revista Cahiers du Cin¨¦ma no retira lo de Pearl Harbour, reconoce el ¨¦xito imparable del nuevo sistema: 'Las tarjetas han entrado en las costumbres'.
La Francia de la excepci¨®n cultural, la del 1% del presupuesto estatal destinado a la cultura, y, ahora, la del triunfante Le Pen. All¨ª, coincidiendo con un eficaz dise?o global de la producci¨®n cinematogr¨¢fica, una amplia red de ayudas y un muy numeroso p¨²blico fiel al cine nacional, el fen¨®meno de los abonos ha revolucionado los m¨¦todos de los empresarios (muchos de los independientes se han asociado, creando sus propias f¨®rmulas de fidelizaci¨®n) y los h¨¢bitos del espectador; los carnets han llevado al menos un 6% m¨¢s de p¨²blico a los cines. Se dice que el carnet favorece al cin¨¦filo empedernido, a los j¨®venes con poco dinero y tambi¨¦n fomenta la curiosidad por ver pel¨ªculas peque?as, ex¨®ticas o dif¨ªciles a las que se renunciar¨ªa si hubiera que sacar una entrada espec¨ªfica para ellas. Otros hablan de 'bulimia de im¨¢genes', bas¨¢ndose en el hecho, que a m¨ª no me parece mal, de que un espectador que ha entrado con su tarjeta a un complejo de minicines puede, si no le gusta su pel¨ªcula de elecci¨®n, salirse y entrar a la de al lado, y as¨ª ilimitadamente.
?Qu¨¦ pasar¨¢ en Espa?a? (Y no me refiero a las pr¨®ximas elecciones, no soy tan cenizo). Tras la iniciativa de Lauren, con su abono anual que permite ver todas las pel¨ªculas de su circuito por 20 euros al mes, se anuncian otras iniciativas parecidas, aunque, de momento, esta primera tarjeta espa?ola no parece haber provocado iras ni aglomeraciones llamativas. ?Va a funcionar aqu¨ª, nos hace falta, nos viene bien, ayudar¨¢ no s¨®lo al espectador pobre sino al pobre cine espa?ol? Toda revoluci¨®n llegada de Francia es de fiar, incluso la ¨²ltima en lo que tiene de premonitoria, de movilizadora o preventiva. A m¨ª me gustar¨ªa -volviendo al cine- conocer la opini¨®n de los concernidos, o¨ªr pareceres distintos, asomarme a un debate. Saber -en suma- a qu¨¦ atenerme antes de decidir a qui¨¦n elijo en las urnas. Perd¨®n: quer¨ªa decir en las taquillas.
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