Blair pierde el calor popular
El primer ministro cumple cinco a?os en Downing Street con grandes objetivos cumplidos, pero alejado de los votantes
Tony Blair empieza a tener el problema que lord Carrington atribu¨ªa a los dirigentes de EE UU: 'No les basta con mandar, necesitan que los quieran'. Blair cumpli¨® ayer cinco a?os en Downing Street con m¨¢s prestigio que nunca como gobernante, pero sin la pasi¨®n y el calor popular que levantaba el 2 de mayo de 1997, cuando recorri¨® como un h¨¦roe los metros que separan las aceras de White Hall de la c¨¦lebre puerta con el n¨²mero 10 de la casa del primer ministro brit¨¢nico.
Es muy posible que el Partido Laborista, de la mano de Tony Blair, logre la hist¨®rica gesta de ganar un tercer mandato de gobierno. Pero se atisba un cambio de rumbo en la pol¨ªtica brit¨¢nica pese a que la endeblez del l¨ªder conservador, Iain Duncan-Smith, y la solidez de la gesti¨®n de Gobierno hacen pensar que es pronto para otras conclusiones.
Su mayor fracaso ha sido no solucionar el deterioro de los servicios p¨²blicos
Los laboristas han cumplido cinco a?os al frente del pa¨ªs con el principal objetivo cumplido: han espantado los fantasmas de despilfarro e intervenci¨®n estatal que marcaron los gobiernos del viejo Partido Laborista tras la guerra. Al contrario, el controvertido t¨¢ndem que Blair forma con el canciller del Exchequer (ministro de Econom¨ªa), Gordon Brown, basa sus ¨¦xitos en la solidez de las cifras econ¨®micas: el mayor crecimiento de los pa¨ªses del G-7, la inflaci¨®n y los tipos de inter¨¦s m¨¢s bajos en 40 a?os.
Blair ha conseguido logros que est¨¢n en la historia. El Acuerdo de Viernes Santo de 1998 ha consolidado de manera decisiva la paz en Irlanda del Norte, que disfruta de una Asamblea y un Gobierno con cat¨®licos y protestantes. Tambi¨¦n Gales y Escocia tienen Parlamento y Ejecutivo propios. El Gobierno cumpli¨® su promesa de adherirse a la Convenci¨®n Europea de Derechos Humanos, adopt¨® el Cap¨ªtulo Social del Tratado de Maastricht e introdujo el salario m¨ªnimo.
Brown ha dado un giro a los primeros cuatro a?os de prudencia presupuestaria aprobando la primera subida de impuestos del Nuevo Laborismo. Las encuestas revelan un amplio apoyo a esa medida. Pero el 80% de los ciudadanos no cree que esa subida vaya a solucionar el caos de la sanidad p¨²blica.
Los brit¨¢nicos aprueban la gesti¨®n del laborismo, pero ya no conf¨ªan en ellos. Esa desconfianza arranca del mayor fracaso laborista: su incapacidad para solucionar el deterioro de los servicios p¨²blicos. Pero se apoya tambi¨¦n en el creciente descr¨¦dito moral de Gobierno y partido.
Detr¨¢s de esa desconfianza palpita cada vez el deterioro que el Nuevo Laborismo ha sufrido por los esc¨¢ndalos pol¨ªtico-financieros. Empezaron enseguida, con la sospechosa donaci¨®n del patr¨®n de la f¨®rmula 1, Bernie Ecclestone, al Partido Laborista. Y han continuado desde entonces hasta ahora, forzando la dimisi¨®n por dos veces de la mano derecha de Blair, el pol¨¦mico Peter Mandelson, la ca¨ªda de los jefes de Gobierno tanto de Escocia como de Gales, o las acusaciones directas contra Blair tras las donaciones de un industrial indio poco antes de que el primer ministro intercediera a su favor ante el Gobierno de Rumania.
El Nuevo Laborismo a¨²n encabeza los sondeos electorales, pero las encuestas denotan un desencanto creciente. A partir de ahora su mejor carta es sobre todo la gesti¨®n del Gobierno, pero no medida en cifras macroecon¨®micas, sino con el term¨®metro mucho m¨¢s impreciso de la percepci¨®n que los brit¨¢nicos tengan de la mejora de la sanidad, de la eficacia de sus escuelas, de la puntualidad de sus trenes o de la tranquilidad de sus calles.
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