Sin novedad en el frente
Decenas de defensas de la guerra civil permanecen intactas en los montes fronterizos de Madrid con ?vila
Llov¨ªan bombas y Madrid se re¨ªa. Lo dec¨ªa el periodista ruso Mija¨ªl Koltsov: 'Los camareros en el caf¨¦, al servir las bolas de helado, comentan con gracia: 'Una explosiva de diez kilos, una de chocolate con pi?a...'. Lo dec¨ªa Machado: '?Madrid, Madrid!, ?qu¨¦ bien tu nombre suena, / rompeolas de todas las Espa?as! / La tierra se desgarra, el cielo truena, / t¨² sonr¨ªes con plomo en las entra?as'. Pero, adem¨¢s de re¨ªr, que es muy sano, el Madrid de aquella 'loca fiesta tr¨¢jica' (con jota, pues lo dijo Juan Ram¨®n Jim¨¦nez) se defend¨ªa desde el primer d¨ªa en las crestas de la serran¨ªa.
A buscar las posiciones que ocuparon en el verano de 1936 los defensores de la Rep¨²blica espa?ola democr¨¢tica y legal para cortar el avance de las tropas que el insurrecto Mola hab¨ªa enviado desde el norte ha venido el excursionista a Santa Mar¨ªa de la Alameda, donde quedan abundant¨ªsimos restos de fortines, trincheras, refugios, pozos de tirador, reductos, islotes, casamatas, nidos, barracones... La defensa mejor era obra de la naturaleza: el foso vertiginoso que el r¨ªo Cofio surca entre Madrid y ?vila. Los sublevados cre¨ªan que tomar la capital iba a ser cosa de tres d¨ªas, pero aqu¨ª estuvieron tres a?os. Unos y otros acabaron intercambiando tabaco.
Los sublevados cre¨ªan que tomar la capital era cosa de tres d¨ªas, pero estuvieron tres a?os
Del pueblo de Santa Mar¨ªa sale el excursionista en coche rumbo a Peguerinos, ignora un primer desv¨ªo a Hoyo de la Guija y, al llegar al segundo cruce, aparca junto al pinar del Grajo para echarse a andar de frente por la pista de tierra que corre entre dicho pinar y una f¨¢brica de piensos. As¨ª avanza hasta que la cerca que lleva a la izquierda se acaba y le permite girar a esa mano para ir a coronar, transcurrida media hora, Cabeza Pino (1.452 metros), morro pe?ascoso repleto de fortines intactos, como reci¨¦n abandonados.
Vista al frente, el paseante divisa Las Herreras -peque?a pedan¨ªa de Santa Mar¨ªa y el lugar habitado m¨¢s noroccidental de Madrid- y, ya en ?vila, Las Navas del Marqu¨¦s y el parque e¨®lico de los altos de Cartagena, mientras que, a sus espaldas, tras el pinar, se oculta Peguerinos, primer enclave serrano donde combatieron tropas regulares a primeros de septiembre de 1936.
All¨ª y entonces se raj¨® El moro fugado de Miguel Hern¨¢ndez: 'Ma?ana de Peguerinos, / con El Escorial al fondo; / ladra la ametralladora. / Suben lo mismo que troncos, / entre los troncos, los hombres. / Son espa?oles y moros... / Bustamet Al¨ª Mohamed, / barba blanca, negros ojos, / arrastr¨¢ndose en la hierba, / dice alz¨¢ndose de pronto / ante los fusiles solo: / ?Camaradas, no tirar; / no tirar, que yo soy rojo!'.
El siguiente objetivo del caminante es Pe?a del ?guila, eminencia de similar altitud cuya silueta p¨¦trea se recorta n¨ªtida a un par de kil¨®metros al sur. A ella se llega bajando a campo traviesa a la aldea de Hoyo de la Guija, para subir a continuaci¨®n, saltando cercas ganaderas, por una trocha que va directa a la cresta rocosa. All¨¢ abajo, el Cofio, entre paredes de 300 metros, ya es un r¨ªo ca?¨®n.
Sobre estas alturas resisti¨® el coronel Mangada -el 'general del pueblo' para sus 6.000 soldados- despu¨¦s de que en octubre del 36 el ej¨¦rcito rebelde lo desalojara de Navalperal de Pinares. Repliegue que festej¨® hero¨ªsta Jos¨¦ Mar¨ªa Castroviejo: 'Navalperal, Navalperal, ?nunca te podr¨¦ olvidar...! / Ya se domina el poblado, ya por el monte se van, / rojos huidos de Espa?a, hu¨¦rfanos de cielo y mar...'
Prosiguiendo su andadura hacia el sur, el excursionista rebasa las antenas que rodean el v¨¦rtice de Santa Mar¨ªa (1.467 metros), atraviesa Navalespino y avanza un kil¨®metro sin perder casi altura hacia los fortines de la Solana de la Puerta del Chivo, adonde llega cumplidas tres horas de marcha y en donde se recrea mirando los abismos del Cofio y los bosques de Tierra de Pinares. Una hora m¨¢s le lleva volver por el mismo camino a Navalespino, y de all¨ª, por carretera apenas transitada, a Santa Mar¨ªa y al pinar del Grajo.
Rutas con gu¨ªa y en grupo
- D¨®nde. Santa Mar¨ªa de la Alameda dista 64 kil¨®metros de Madrid. Se va por la carretera M-505 (Las Rozas-?vila), pasando de largo El Escorial, doblando a la derecha en el puerto de la Cruz Verde y desvi¨¢ndose poco despu¨¦s hacia Robledondo y Peguerinos. Una vez en Santa Mar¨ªa hay que continuar 2,6 kil¨®metros a contar desde la se?al de fin de poblaci¨®n, en direcci¨®n a Peguerinos, para llegar al cruce del pinar del Grajo, punto inicial del itinerario.
- Cu¨¢ndo. Marcha circular de 14 kil¨®metros y cuatro horas de duraci¨®n, con un desnivel acumulado de unos 300 metros y una dificultad media -casi toda es a campo traviesa-, factible en cualquier ¨¦poca, aunque conviene evitar lo m¨¢s crudo del invierno y del verano.
- Qui¨¦n. Jos¨¦ Murillo, Juan Pedro P¨¦rez y Nicol¨¢s-P. Rodr¨ªguez son los autores de Naturaleza y senderismo en la sierra de Guadarrama, gu¨ªa editada por Tierra de Fuego en la que se describe una variante m¨¢s larga -22 kil¨®metros de marcha y siete horas de duraci¨®n- de esta misma ruta. El club de monta?a Tierra de Fuego (calle de Pizarro, 20; tel¨¦fono 91 521 52 40) organiza salidas guiadas en grupo para conocer estos fortines de la sierra.
- Y qu¨¦ m¨¢s. Mapas: hoja 17-21 (Las Navas del Marqu¨¦s) del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito o 532 del Instituto Geogr¨¢fico Nacional.
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