Capitalismo
Las manifestaciones del 1 de mayo de mi ciudad acaban ahora en Plaza Nueva. Yo no pude ir a la manifestaci¨®n, pero llegu¨¦ a tiempo para cantar la Internacional. Hab¨ªan terminado las palabras y el aire sufr¨ªa el estremecimiento met¨¢lico de los altavoces que est¨¢n a punto de soltar la m¨²sica, como se suelta el temblor de un tren en una barriada de suburbio. En el momento de levantar el pu?o, vi un coche f¨²nebre aparcado en la puerta de Santa Ana. Claveles rojos y blancos de la funeraria en medio de los obreros y de las primeras cruces de mayo, que levantan sus brazos con un gesto de baile, m¨¢s que de agon¨ªa. La muerte irrumpe en la fiesta para ponernos a meditar, para devolvernos a los paseos rom¨¢nticos que escond¨ªan una l¨¢pida bajo un macizo de flores. ?Qui¨¦n ser¨¢ el muerto, tan inmediatamente olvidado por los que no lo van a olvidar nunca? La lucidez es una herida de la conciencia tr¨¢gica, una hoguera en el invierno. El bienestar se lleva mejor con el olvido. Hab¨ªa bajado a la plaza para cantar el himno de mi fam¨¦lica legi¨®n, convocado por los sindicatos que est¨¢n preparando la huelga, pero el coche f¨²nebre me dio que pensar. ?Contra qu¨¦ estoy cantando? Las miradas dependen de los pensamientos, vemos aquello que antes hemos aprendido a pensar. Por eso la izquierda debe aprender de nuevo a pensar el mundo, para verlo, para hac¨¦rselo ver a los dem¨¢s.
Siempre pienso en Galileo cuando me avasallan las opiniones tajantes de los cient¨ªficos, sobre todo las explicaciones de esos sacerdotes del poder contempor¨¢neo que han cambiado las sotanas por un t¨ªtulo de economistas. Los sabios de la Iglesia vieron durante siglos que el sol se mov¨ªa alrededor de la tierra. Galileo les dijo que hab¨ªa que mirar por el telescopio, miraron y siguieron viendo que el sol daba vueltas, con la misma seguridad que un economista neoliberal de hoy se permite hacer chistes sobre los controles p¨²blicos y la solidaridad social. No est¨¢n dispuestos a ver el capitalismo real, les interesa vivir en la nube abstracta de una libertad que deja las manos libres a todos los que est¨¢n mejor situados en la carrera de la especulaci¨®n. Durante a?os se habl¨® del socialismo real para oponer los desmanes de los pa¨ªses estalinistas a las utop¨ªas de un comunismo emancipador. Tal vez debamos empezar a hablar del capitalismo real para desesmascarar la utop¨ªa de la libertad de mercado, porque habitamos una realidad vistosa, excesivamente vistosa para el que quiera y pueda mirar, sometida al dinero negro, a las informaciones privilegiadas, a la corrupci¨®n pol¨ªtica, a la formaci¨®n de grupos medi¨¢ticos para controlar las opiniones y la libertad de expresi¨®n, al poder ¨²nico de las multinacionales, a la descarada desigualdad internacional, a la identificaci¨®n de la diplomacia y de los intereses econ¨®micos, a la legitimaci¨®n de nuestros genocidios, al desmantelamiento de las conciencias. Capitalismo real, una desarticulaci¨®n que deja las manos libres a los seres humanos. Creo que fue Sartre quien nos lo record¨®: robamos porque somos ladrones, matamos porque somos asesinos. Y hay que pensarlo. Mayo viene, nos trae las fiestas, y luego pasa de largo, dej¨¢ndonos solos en medio de una plaza.
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