Por qu¨¦ todos somos cristianos
Para Girard, el mandamiento m¨¢s importante de todos es el d¨¦cimo: 'No codiciar¨¢s la casa de tu pr¨®jimo; no codiciar¨¢s su mujer, ni su siervo, ni su criada, ni su toro, ni su asno, ni nada de lo que a tu pr¨®jimo pertenece'. La prohibici¨®n de ese 'deseo' nos descubre la verdad m¨¢s importante del ser humano y de las sociedades humanas: el hombre es un ser que desea las posesiones de su pr¨®jimo porque desea ser y actuar como su pr¨®jimo. El hombre es un ser mim¨¦tico. La sociedad es un resultado de estos deseos mim¨¦ticos que, fatalmente, colisionan entre s¨ª y crean tensiones y malestar. ?Cu¨¢l es la forma de aliviar estas tensiones, de proporcionar unidad a la sociedad, de lograr que la convivencia se desarrolle por cauces m¨¢s o menos pac¨ªficos? La ¨²nica soluci¨®n, que es la adoptada por todas las sociedades antiguas y tambi¨¦n por aquellas que las emulan, es la de encontrar una v¨ªctima. La v¨ªctima, el proverbial 'chivo expiatorio', puede ser en verdad un chivo que se arroja al desierto (¨¦ste es el nivel simb¨®lico), pero m¨¢s corrientemente es un ser humano, la v¨ªctima del sacrificio, o bien una raza, o una cierta minor¨ªa. La destrucci¨®n implacable y ritual de la v¨ªctima da sentido a la sociedad y la libera de su carga de tensi¨®n y deseo irrealizado. Para Girard, este car¨¢cter mim¨¦tico es lo que en los Evangelios se llama 'Sat¨¢n' o 'el diablo'. Sat¨¢n es, por tanto, esa fuerza que impide a una sociedad verse a s¨ª misma, la que hace que los hombres se al¨ªen contra el m¨¢s d¨¦bil y justifiquen su crueldad y su violencia. Sat¨¢n o el diablo es, para Girard, el nombre que en los Evangelios se da al victimismo mim¨¦tico. En este sentido se puede hablar del car¨¢cter 'sat¨¢nico' de una sociedad o de un sistema pol¨ªtico como el r¨¦gimen nazi, por ejemplo.
VEO A SAT?N CAER COMO EL REL?MPAGO
Ren¨¦ Girard Traducci¨®n de Francisco D¨ªez del Corral Anagrama. Barcelona, 2002 248 p¨¢ginas. 13,80 euros
Girard define un campo
?Por qu¨¦ no tomar al pie de la letra la violencia y la crueldad de los mitos? Los mitos, advierte Girard, no son met¨¢foras de una sociedad 'hedonista' y 'l¨²dica' (la griega), sino una defensa de la multitud linchadora. Lo divino surge en los mitos como consecuencia de una victimizaci¨®n mim¨¦tica: se lapida al chivo expiatorio y luego se le convierte en dios. El mensaje del cristianismo, el 'triunfo de la cruz', consiste en desenmascarar para siempre la realidad de los mitos y cambiar, de este modo, el curso de la historia humana. Los Evangelios revelan la ra¨ªz mim¨¦tica del hombre, ese deseo completamente inconsciente (y, por tanto, 'sat¨¢nico') de actuar todos juntos, de pensar lo mismo, de eliminar al otro diferente y d¨¦bil, y sustituye la cultura de la venganza por una cultura del perd¨®n. El resultado es nuestra moderna sociedad libre y democr¨¢tica, la moderna civilizaci¨®n occidental que es, a pesar de sus muchos y evidentes defectos, la m¨¢s respetuosa, compasiva y libre que ha existido jam¨¢s.
Me parece que hay poco que discutir en las afirmaciones contenidas en los p¨¢rrafos anteriores. Las cr¨ªticas que les puede hacer el moderno 'incr¨¦dulo', el sutil posmoderno o el que cree en el relativismo total de los valores, resultan inmediatamente tautol¨®gicas e in¨²tiles, porque el alegato de Girard est¨¢ escrito para contestar precisamente a todas esas cr¨ªticas. Sin despreciar a nadie, sin triunfalismo, yo dir¨ªa incluso que sin 'etnocentrismo' alguno, sino ateni¨¦ndonos simplemente a la verdad objetiva de los hechos, podemos decir que la cultura occidental, cuya ra¨ªz est¨¢ en el cristianismo es, desde el punto de vista social, el logro supremo del hombre. El hecho de que haya que escribir un libro construido con la pasi¨®n y el fuego de un manifiesto para realizar afirmaciones que deber¨ªan ser verdades generalmente admitidas resulta m¨¢s que curioso.
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