'En el mundo anglosaj¨®n, el estudio serio de la literatura ha muerto'
Neoyorquino, hijo de inmigrantes jud¨ªos procedentes de la Europa oriental, Harold Bloom (1930) asisti¨® desde su c¨¢tedra de Yale al derrumbe de la versi¨®n norteamericana del formalismo literario, la Nueva cr¨ªtica; elabor¨® su interpretaci¨®n particular del posestructuralismo, sacralizadora y neorrom¨¢ntica; y ahora se ve arrumbado por los estudios culturales. Ha publicado m¨¢s de veinte libros, entre ellos el pol¨¦mico El canon occidental y el reciente Shakespeare, la invenci¨®n de lo humano (ambos en Anagrama), adem¨¢s de la edici¨®n en bolsillo de C¨®mo leer y por qu¨¦ (Quinteto), y sigue polemizando con la misma energ¨ªa que emple¨® en 1973 para denunciar el academicismo est¨¦ril en La ansiedad de la influencia.
'Estoy apasionadamente convencido de que la literatura tiene su utilidad para la vida'
'En las universidades anglosajonas es una batalla perdida demostrar por qu¨¦ la gente debe leer a Shakespeare'
PREGUNTA. Le acaban de conceder el premio Catalunya...
RESPUESTA. S¨ª, y d¨¦jeme decir en primer lugar que estoy muy agradecido. Siempre es de agradecer que le reconozcan a uno sus m¨¦ritos, aunque esto en Estados Unidos ya no me sucede nunca. Aqu¨ª, desde hace muchos a?os, no he recibido m¨¢s que cr¨ªticas perversas.
P. ?Cree que su ¨¦xito fuera de Estados Unidos se debe a las pol¨¦micas que ha desatado en su pa¨ªs?
R. No, no lo creo. A mi parecer estamos en lo mismo de siempre: en el mundo anglosaj¨®n domina todav¨ªa la correcci¨®n pol¨ªtica. En el Reino Unido, por ejemplo, soy anatema, no se puede ni mencionar mi nombre. En general, en estos lugares soy un paria, un profeta sin honor, lo que quiz¨¢ se deba a mis denuncias del proceso de autodestrucci¨®n en el que se ha empe?ado el mundo acad¨¦mico anglosaj¨®n. Este proceso de destrucci¨®n, que comenz¨® con la contracultura de los sesenta, tuvo mucho que ver con la guerra del Vietnam. Entonces naci¨® un rencor que a su vez dio lugar a esa tendencia que yo he llamado 'la escuela del resentimiento'.
P. Que aboga por...
R. En el mundo anglosaj¨®n el estudio serio de la literatura ha muerto. Al darme cuenta de ello es cuando me dije que quiz¨¢ entonces mi labor deb¨ªa de consistir en llegar al mayor n¨²mero posible de lectores. De hecho, desde que publiqu¨¦ El libro de J. en 1990 me he reconvertido y en estos momentos soy consciente de que ya no hay ninguna diferencia entre el modo en que escribo y el modo en que ense?o. Lo que intento hacer es defender el canon tradicional de la literatura occidental. Me interesa seguir demostrando por qu¨¦ Shakespeare, Cervantes, Dante, Milton, Dickens y otros muchos son los autores que la gente debe leer, pero en las universidades del mundo anglosaj¨®n la batalla est¨¢ perdida, as¨ª que en mis libros y en mis clases lo que dirijo es una especie de guerra de guerrillas, como los talibanes, pero con la certeza de que la campa?a aqu¨ª ya termin¨®. Pero no es as¨ª en otras partes del mundo. Hay otro mundo en el que algunas personas piensan que est¨¢n ganando la guerra, yo he hablado con traductores y especialistas, con investigadores, que son de esta opini¨®n. En todos los pa¨ªses anglosajones, el estudio de la literatura inglesa, de la literatura comparada y de las literaturas en otras lenguas desaparecer¨¢ y ser¨¢ reemplazado por los estudios culturales. Y a su vez ¨¦stos desaparecer¨¢n porque los estudiantes huyen de ellos en cuanto pueden.
P. ?C¨®mo diferenciar¨ªa los estudios culturales de lo que hace usted?
R. Por ejemplo, yo ense?o a Shakespeare como escribieron sobre ¨¦l y lo ense?aron Samuel Johnson, Emerson y Bradley. ?Usted ha le¨ªdo mi libro sobre Shakespeare?
P. S¨ª.
R. Pues esencialmente ense?o a Shakespeare del mismo modo en que escrib¨ª sobre ¨¦l entonces. Muestro c¨®mo represent¨® la realidad en todos sus aspectos mediante un pensamiento que es la quintaesencia de la paradoja. No me interesa verlo desde una perspectiva historicista ni emplearlo para despertar conciencias. Tampoco me ocupo de distintos factores de g¨¦nero que se empe?an en proyectar a sus obras. Del mismo modo, no comparto su empe?o en que las obras son el resultado de autores colectivos y energ¨ªas sociales. Todav¨ªa nadie me ha respondido satisfactoriamente a la pregunta sobre las supuestas energ¨ªas sociales que produjeron a Shakespeare y sus obras. ?Por qu¨¦ entonces Ben Jonson o Christopher Marlowe o, en un plano distinto, Thomas Middleton, en quienes operaron simult¨¢neamente las mismas energ¨ªas sociales que en Shakespeare, no alcanzaron sus logros? Yo busco una raz¨®n que d¨¦ cuenta de ello, porque lo que separa a Shakespeare de los otros autores es tan grande que no se trata ya de una diferencia cuantitativa. Son especies diferentes.
P. ?Usted trata de reconocer la diferencia esencial entre poetas?
R. Sobre todo hay una diferencia en cuanto a la eminencia est¨¦tica, al poder, a la energ¨ªa humana que poseen y a su capacidad de influir. As¨ª es como las diferencias graduales los convierten en tipos, en especies distintas. ?De qu¨¦ sirve un m¨¦todo de an¨¢lisis y descripci¨®n que funciona igual para Cervantes que para cualquier otro? Cervantes fue un dramaturgo p¨¦simo, pero ah¨ª est¨¢ el Quijote, que marca la diferencia del genio. Todo lo dem¨¢s, los estudios multiculturales, ense?an a Jamaica Kincaid y Toni Morrison. Tienen la pretensi¨®n de ser de izquierdas y acusan a cualquiera que crea en el canon de la tradici¨®n, como yo, de ser de derechas, cuando he sido socialista toda mi vida. Socialista como se puede ser socialista en Estados Unidos, en donde la ¨²nica ideolog¨ªa posible es la del capitalismo. La broma malhumorada y rancia que hago para describirlos es decir que lo que hacen son estudios l¨¦sbico-esquimales. Cuando ense?an a Shakespeare lo hacen siguiendo los c¨¢nones de la cr¨ªtica feminista, de la cr¨ªtica marxista, lacaniana, todo mezclado en un c¨®ctel con jugo de zarzaparrilla californiana a?os setenta. Ser¨ªa algo as¨ª como agua de Seltz de California y cr¨ªtica marxista con una pizca de pimienta foucaultiana. Un c¨®ctel Foucault a la americana. A m¨ª no me interesa Foucault. Encuentro que es un ide¨®logo, y a m¨ª no me gustan los ide¨®logos. Yo no tengo ideolog¨ªa. Prefiero a Oscar Wilde que a L¨¦vi-Strauss o Foucault. Recuerdo el ensayo del divino Wilde sobre el socialismo y estoy de acuerdo con ¨¦l en cuanto a la existencia de un alma humana, de una esencia.
P. Entonces, si hubiera de definirse como cr¨ªtico, ?c¨®mo lo har¨ªa?
R. Siempre he sido un cr¨ªtico pragm¨¢tico, aunque al mismo tiempo me veo en sinton¨ªa con el mismo Wilde o con Walter Jackson Bate o Kenneth Burke. Por supuesto que estoy apasionadamente convencido de que la literatura tiene su utilidad para la vida. En cuanto entregue el libro que voy a publicar en septiembre, que llevar¨¢ por t¨ªtulo Genius e incluye audazmente estudios individuales de cien autores distintos, tengo en proyecto una nueva obra que lleva por t¨ªtulo Reaching Wisdom, y que he subtitulado The Use of Literature for Life. En este sentido soy pragm¨¢tico. Siempre estoy buscando y poniendo en tela de juicio lo dado, y en este libro seguir¨¦ hablando de algo que creo que siempre hago: hablar de los usos de la literatura para la vida, de la utilidad de Shakespeare, de la utilidad de Dante. Obviamente la literatura sirve para la vida, y al afirmar que la funci¨®n principal de los estudios literarios es ense?ar a conocerse a uno mismo y a conocer a los dem¨¢s, eso significa que todav¨ªa no me he jubilado. Hacerlo, como otros lo hacen, siguiendo el patr¨®n ideol¨®gico de Foucault, de Marx o de cualquier otro te¨®rico franc¨¦s me parece un sinsentido absoluto.
P. Y ?c¨®mo enjuicia hoy su propia teor¨ªa de la ansiedad de la influencia?
R. Muchas obras que se consideran textos fundacionales de lo que se llama cr¨ªtica literaria feminista, cr¨ªtica afroamericana e incluso cr¨ªtica chicanoamericana, comienzan negando la ansiedad de la influencia. Todas comienzan diciendo que 'bueno, quiz¨¢ esto sea aplicable a ustedes, racistas, sexistas, hombres blancos y muertos, pero no tiene nada que ver con las mujeres, con los negros, no tiene nada que ver con los chicanos ni con las l¨¦sbico-esquimales'. Claro est¨¢ que a m¨ª esto me parece una locura, pero ellos han llegado a creerse que la naturaleza humana cambia y es diferente si se pertenece a uno de estos grupos. Despertaron sus conciencias y ahora son una mayor¨ªa en el mundo acad¨¦mico.
P. ?No hay ning¨²n aspecto que usted comparta con ellos?
R. Ninguno. En el mundo acad¨¦mico anglosaj¨®n apenas encuentro alg¨²n cr¨ªtico con el que tengo intereses en com¨²n. Lo mismo puede decirse de la prensa. Mi libro C¨®mo leer y por qu¨¦ no recibi¨® en Estados Unidos y el Reino Unido m¨¢s que rese?as maliciosas, incluidas las de The New York Times y el Sunday Book Review, que me odian. Un antiguo alumno, que por cierto fue un fracaso, le dio el libro a rese?ar a un poscolonialista del Smith College, y ¨¦ste dijo que era un libro espantoso. Los comentarios que se hicieron en todo el pa¨ªs resultaron perversos, pero el libro vendi¨® 120.000 copias y ya se ha lanzado en r¨²stica. All¨¢ donde iba a firmar libros me encontraba con un p¨²blico de hasta 1.500 personas, lo que para m¨ª resultaba abrumador porque ten¨ªa que pasar una hora antes y otra despu¨¦s hablando con ellos mientras firmaba ejemplares. As¨ª que est¨¢ claro que lo que diga la prensa no importa nada. El libro tambi¨¦n fue un ¨¦xito de ventas en Italia, en Espa?a, en Alemania, se tradujo al ruso, al chino, al griego, al finland¨¦s, al catal¨¢n...
P. ?Habla usted catal¨¢n?
R. He podido leer directamente en catal¨¢n algunas cosas. Claro est¨¢ que algo entiendo, porque estudi¨¦ el provenzal en la universidad, pero la mayor¨ªa de las obras escritas originalmente en catal¨¢n las he le¨ªdo en traducciones. El castellano s¨ª que lo aprend¨ª y lo leo, y cuento para ello adem¨¢s con la ayuda de colegas aqu¨ª, en Yale, que me indican y me asesoran. De cualquier modo, adem¨¢s de la poes¨ªa, conozco la obra de Raimundo Lulio, cuya relaci¨®n con Giordano Bruno siempre me ha parecido fascinante y, claro est¨¢, tambi¨¦n conozco al rabino Mois¨¦s Nachm¨¢nides, tambi¨¦n llamado Rambam, que fue el representante del juda¨ªsmo en la famosa disputa de Barcelona, en 1263, y que se celebr¨® ante el rey sobre las verdades relativas del cristianismo y del juda¨ªsmo. La c¨¢bala en Barcelona tuvo un n¨²cleo muy importante, que m¨¢s tarde lleg¨® a su esplendor catal¨¢n en Girona, en donde todav¨ªa se conserva la sinagoga.
P. ?Por qu¨¦ cree que le han dado el Premio Catalunya?
R. Creo que por que soy un cr¨ªtico literario general, que no me he especializado en nada, sino que he procurado abarcar de una manera coherente y amplia la historia de la literatura, y que he intentado comunicar la belleza y los valores est¨¦ticos, y eso es lo que no me perdonan en Estados Unidos. Para m¨ª es un orgullo verme traducido a la lengua que produjo Tirante el Blanco, que ha generado obras como las de Foix o Espriu, o Merc¨¨ Rodoreda, cuya Plaza del Diamante a mi juicio es una gran novela, una novela universal. De Catalu?a me fascina c¨®mo ha sido capaz de resistirse a la globalizaci¨®n y permanecer fiel a su lengua, a sus costumbres... Quiz¨¢ el premio me lo hayan dado por que soy el ¨²nico cr¨ªtico en el mundo angloparlante que cruza fronteras, que se atreve a abordar literaturas diferentes, un cr¨ªtico literario general.
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