Los que no
Esta vez han votado muchos, pero ?votar¨¢n a la pr¨®xima? Es asombroso la cantidad de gente simp¨¢tica, recta, con buenas intenciones y estudios superiores que dice a todo que no. Que quiere m¨¢s justicia y progreso en el mundo pero no acude a las urnas, que reclama el avance de la cultura pero no sigue a sus contempor¨¢neos, que lamenta la inmundicia a la que han llegado las televisiones nacionales pero rara es la noche que no tiene encendido su aparato hasta la hora de ir a la cama. No hay que menospreciarlos. En las entra?as de ese prurito de la negaci¨®n podr¨ªa haber un signo valioso, una promesa de regeneraci¨®n, o al menos un espejo hiperb¨®lico de lo que corremos el riesgo de ser.
Primero, el ejemplo de los refinados. El excelente escritor W. G. Sebald hizo esta confesi¨®n poco antes de su intempestiva muerte en accidente de tr¨¢fico: 'Yo no leo a autores contempor¨¢neos', recomendando a continuaci¨®n que es mejor volver al Quijote que meterse en la pista de un mercado actual desbordante de mala literatura. No le faltaba raz¨®n, aunque ¨¦l mismo escrib¨ªa sin parar y era contempor¨¢neo de todos nosotros, lectores de una obra como la suya, hecha a la medida justa de una cabeza como la nuestra, errante, distra¨ªda, m¨¢s inclinada a eludir que a afirmar, menos program¨¢tica que gram¨¢tica. En nuestro pa¨ªs resultaba hasta hace poco un signo de distinci¨®n decir (y a¨²n quedan maquis de esta resistencia) que el cine espa?ol era malo, nuestros actores gritones y poco formados, y que s¨®lo Anthony Hopkins y las pel¨ªculas de Woody Allen merec¨ªan la pena de salir a la calle y pagar una entrada en taquilla. En el mismo plano exquisito est¨¢n esos artistas del cine, de la m¨²sica, de la literatura, que no leen las cr¨ªticas de sus obras, o dicen no leerlas, pues resulta dif¨ªcil comprobar tales extremos, sabiendo, adem¨¢s, lo mentirosos que son la mayor¨ªa.
Respecto al voto... La abstenci¨®n tambi¨¦n crecer¨¢ entre nosotros, aunque esto no hay que confundirlo con el voto en blanco, una explosiva arma cargada de futuro y provista de intenciones. ?Se imaginan el efecto desestabilizador y quiz¨¢ purgante que tendr¨ªa -si quisi¨¦ramos protestar por una mala calidad est¨¦tica general- el hecho de que entr¨¢ramos al cine pagando pero no nos qued¨¢ramos a ver las pel¨ªculas, que compr¨¢ramos las novelas ¨²ltimas aparecidas y las dej¨¢ramos sin leer?
No me da apuro reconocer que formo parte de los del s¨ª. Un grupo m¨¢s abultado y hasta ordinario, por no decir viscoso. Gente que -poni¨¦ndonos un poco hegelianos- a¨²n conf¨ªa en la llegada a la edad adulta del esp¨ªritu absoluto, y que mientras espera ese trascendental advenimiento distrae su impaciencia y -muchas veces- su frustraci¨®n votando intencionadamente en blanco o a candidatos que le disgustan menos que sus ¨²nicos rivales; leyendo libros y viendo pel¨ªculas que, con defectos, urgencias y cortapisas, le reflejan el imperfecto, apresurado mundo en que viven.
Hay quiz¨¢ una ingenuidad en quienes as¨ª se comportan. Creen -creemos- demasiado en las im¨¢genes cient¨ªficas del progreso y no tienen en cuenta las palabras de ese formidable anarquista de la filosof¨ªa que es Feyerabend: 'Una ciencia que insiste en poseer el ¨²nico m¨¦todo correcto y los ¨²nicos resultados aceptables es ideolog¨ªa, y debe separarse del Estado y, en particular, del proceso de la educaci¨®n'.
Y es que puede llegar el d¨ªa en que los sondeos, los an¨¢lisis rigurosos, el sistema democr¨¢tico convertido en m¨¦todo partitocr¨¢tico, quiebren, y los campos del s¨ª y el no confluyan. O se hagan, juntos ya o revueltos, abismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.