Valencia se empapa de j¨²bilo
Miles de aficionados celebran el t¨ªtulo de Liga en distintos puntos de la ciudad durante todo el d¨ªa
Trajeados como iban y tras m¨¢s de ocho horas de fiesta, los jugadores del Valencia no se privaron del gustazo: se lanzaron en plancha sobre el c¨¦sped de Mestalla, que ten¨ªa un palmo de agua despu¨¦s de haber llovido todo el d¨ªa. Pese a la lluvia, m¨¢s de 30.000 aficionados acudieron anoche a Mestalla a vitorear al reciente campe¨®n de Liga.
Valencia tron¨® de j¨²bilo. Durante todo el d¨ªa de ayer, miles de aficionados brindaron al campe¨®n de Liga un recibimiento colosal, que nada pudo empa?ar, ni siquiera la tromba de agua que cay¨® en la ciudad. Nada disuadi¨® a la gente de lanzarse a las calles a celebrar un t¨ªtulo que se resist¨ªa desde 31 a?os. Nada. En el aeropuerto, en el Ayuntamiento, en Mestalla... Los jugadores se dieron un ba?o de multitudes. Empapado y con el traje oficial del club hecho unos zorros, af¨®nico, Ayala jaleaba a la multitud desde el balc¨®n del Ayuntamiento: '?Oeee, oe oe oeeee!'. La voz le sal¨ªa de las entra?as. A su lado, Ca?izares espoleaba al gent¨ªo: '?Aqu¨ª estamos y lo vamos a repetir pronto!'. Carboni se atrev¨ªa con el valenciano: 'Esta ¨¦s l'afici¨® d'un Val¨¨ncia campi¨®'. Fabio Aurelio se sab¨ªa el himno del Valencia, y en valenciano. Incluso Aimar cogi¨® el micr¨®fono: 'Esto es para ustedes m¨¢s que para nosotros'. En la potente megafon¨ªa instalada en la plaza del Ayuntamiento sonaba We are the champions, de Queen. Tambi¨¦n Ah¨ª te dej¨® Madrid, de Shakira. Con doble intenci¨®n, claro. Hubo varias alusiones en tono mordaz al principal rival del Valencia en la Liga. 'Ara m¨¦s que mai, que s'espavilen, que anem a per ells ', lanz¨® Albelda.
La algarab¨ªa produjo un efecto contagioso en la ciudad: todo el mundo se sum¨® a la fiesta
Ni la tromba de agua disuadi¨® a la gente de lanzarse a las calles a vitorear a los jugadores
Ajenos a la intensa lluvia que ca¨ªa, los jugadores se metieron de lleno en las celebraciones. No hubo un momento de descanso desde que aterrizaron en el aeropuerto de Manises, sobre las 13.00. La llegada fue apote¨®sica. Recibidos con el himno del Valencia por la megafon¨ªa del aer¨®dromo, la plantilla valencianista fue avasallada por hinchas, periodistas y empleados. Un autob¨²s descapotable esperaba fuera a los futbolistas para acercarles al centro de la ciudad. Entre v¨ªtores y c¨¢nticos de '?campeones, campeones!', los jugadores respondieron con una salva de aplausos a la euf¨®rica hinchada. Mientras, el t¨¦cnico Rafa Ben¨ªtez, en la parte delantera del autocar, saludaba t¨ªmidamente a los seguidores que coreaban su nombre.
En cualquier punto del trayecto que conduce desde el aer¨®dromo hasta la ciudad hab¨ªa grupos de aficionados entregados a la fiesta, prestos a saludar el paso del autob¨²s descapotable que llevaba a los jugadores. En puentes, arcenes y pol¨ªgonos industriales se amontonaban familias enteras, adolescentes, empleados de f¨¢bricas que sal¨ªan adrede para sumarse a la fiesta. El tr¨¢fico estaba colapsado. La polic¨ªa abr¨ªa el paso al autocar de los futbolistas y directivos. Los paneles de tr¨¢fico del Ayuntamiento mudaron incluso de apariencia para felicitar a los campeones con mensajes de enhorabuena: '?Bienvenidos, campeones!'.
Ya en la ciudad, la algarab¨ªa produjo un efecto contagioso: la gente sal¨ªa de los bares, se bajaba del coche en medio del caos; en los balcones abundaban las banderas del Valencia; a las puertas de la sede del Partido Socialista, el secretario Joan Ignasi Pla, aguardaba la llegada de la plantilla con una bufanda del Valencia enrollada al cuello. Cualquiera que pasara por all¨ª participaba del fest¨ªn, fuera o no aficionado al f¨²tbol.
Una traca anunci¨® la llegada de los futbolistas a la Bas¨ªlica, donde realizaron la ofrenda floral a la Virgen de los Desamparados, y despert¨® a la afici¨®n, que aguantaba con paciencia la fina lluvia que ca¨ªa entonces. Los paraguas ti?eron el paisaje junto a las banderas y las bufandas. Un pasillo de aficionados escolt¨® a los jugadores, emocionados por la pasi¨®n desatada entre la gente, contagiados del ¨¦xtasis. Salva se salt¨® el protocolo y corri¨® hasta una de las vallas para saludar a los hinchas, y Carew acept¨® una gran bandera naranja del p¨²blico. '?Qu¨¦ hago con ella?', pregunt¨® cuando se vio en la puerta de la Bas¨ªlica, con la bandera y un gorro con estrellas de la Liga de Campeones. La bandera entr¨®, pero no el gorro, arrebatado a tiempo por un miembro del gabinete de prensa del club.
Ni siquiera dentro de la Bas¨ªlica se hizo el silencio, a pesar de las peticiones por megafon¨ªa. La alegr¨ªa era tal que los jugadores no esperaron a las palabras del arzobispo, y regresaron r¨¢pidamente al contacto con los aficionados. La hinchada se acord¨® del gran rival en la Liga el a?o de su centenario -'Madridista el que no vote' y 'Ni Liga, ni Copa ni Champions League'- y enton¨® su c¨¢ntico de guerra preferido: 'Xe que bo [Che, qu¨¦ bueno]'. A continuaci¨®n, la plantilla acudi¨® al Palau de la Generalitat, donde el presidente, Eduardo Zaplana, los hemenaje¨® con una comida.
Ca?izares se desgarr¨® la chacqueta por detr¨¢s en medio de la juerga; varios futbolistas bailaron con una mujer pelirroja de unos 50 a?os, que pasaba por all¨ª; Angloma se at¨® un pa?uelo a la cabeza; Ayala corri¨® varios metros junto a las vallas chocando las palmas de los seguidores... Cada uno segu¨ªa su propio estilo: la formalidad de Pellegrino, la extrema timidez de Aimar, la pasi¨®n de Ca?izares, que luc¨ªa una bufanda antimadridista. Todos estaban ¨¢vidos de fiesta. Y no pararon hasta bien entrada la madrugada.
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