Habitaci¨®n 215
La habitaci¨®n 215
da a un vasto territorio sin fronteras.
Qui¨¦n lo iba a decir, con esos cuadros
tan f¨²nebres que manchan las paredes,
arrugas en la cama, el polvo y esa luz
hostil, de sanatorio, cegadora.
Y sin embargo entramos y de pronto,
en virtud de qu¨¦ magia yo no s¨¦,
los reducidos l¨ªmites del cuarto
se desplazan, rebosan, van m¨¢s lejos,
qu¨¦ alegr¨ªa, qu¨¦ sol, qu¨¦ h¨¢bito de espumas,
qu¨¦ atareada multitud, qu¨¦ v¨¦rtigo:
el joven funcionario que se afeita, dispuesto a incorporarse a su destino,
los ni?os que se asoman al balc¨®n, temblando de impaciencia: los ba?adores puestos y el mar en la mirada,
dos ancianos se dan las buenas noches con ternura sencilla y con verdad,
los j¨®venes amantes que desnudan en su propio temblor el eco de otra piel,
el viajante que insomne repasa la jornada: cuando cierra los ojos puede entrar a hurtadillas al cuarto de sus hijos, vela su sue?o en plena soledad...
Todo ocurre a la vez, todo convoca,
af¨¢n, gesto, designio y fiebre s¨²bita,
nos hermana en un tiempo simult¨¢neo:
la dicha de ser hombre entre los hombres,
la dicha de estar vivo y ser uno con todos,
entre la muchedumbre una mirada,
respirando la vida en este cuarto,
entre los blancos muros abatidos,
m¨¢s all¨¢ de la puerta y el letrero:
habitaci¨®n 215.
Eduardo Garc¨ªa (S?o Paulo, 1965) es autor de No se trata de un juego (Diputaci¨®n de Huelva).
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