Condenados a la crisis perpetua
Am¨¦rica Latina sali¨® malherida de las dictaduras castrenses de los ochenta, abraz¨® la democracia y las reformas econ¨®micas en los noventa, y abandon¨® el siglo XX dando tumbos: cuartelazos en Ecuador y Venezuela, derrumbe en Argentina, desquiciamiento en Colombia, revueltas en Per¨² y Paraguay e incertidumbre en Brasil. La estabilidad es mayor en M¨¦xico, Chile, El Salvador, Uruguay o Costa Rica, pero el suministro de corrupci¨®n y pobres es a¨²n masivo desde el r¨ªo Grande hasta la Tierra del Fuego.
Espa?a repudi¨® los autoritarismos, invirti¨® cuando pocos lo hac¨ªan y ahora se tienta los machos. Es aplaudida si permanece o ampl¨ªa su presencia, y criticada, como una madrastra, en los pa¨ªses bajo observaci¨®n o en cuarentena.
Las democracias latinoamericanas han sobrevivido sin apenas impuestos a los ricos, con hiperinflaci¨®n, cat¨¢strofes econ¨®micas, asonadas, narcotr¨¢fico...
La cumbre de Madrid promover¨¢ el acercamiento de la regi¨®n con Europa y nuevos acuerdos de integraci¨®n, pero Latinoam¨¦rica carece de instituciones fuertes y permanece fundamentalmente uncida a Estados Unidos por razones hist¨®ricas, geopol¨ªticas, y por conveniencias econ¨®micas y coyunturales. Independientemente de los m¨¦ritos propios, y de la servidumbre de Estados de derecho todav¨ªa en pa?ales, el pasado a?o encaj¨® en carne propia la recesi¨®n norteamericana, su principal socio comercial. Ahora sigue penando, sin dinero para programas sociales. Pol¨ªticamente, la desintegraci¨®n y el desgobierno de algunos pa¨ªses, cuando no el caos, amenazan con la balcanizaci¨®n, seg¨²n la advertencia del analista brasile?o Fenicio de Moraes.
Capital espa?ol
El crecimiento de Am¨¦rica Latina cay¨® desde un 3,8% de promedio durante 2000 hasta menos de un punto en el siguiente ejercicio. Fue la regi¨®n del mundo que menos creci¨®. Las reformas aperturistas, las privatizaciones y el capital extranjero, buena parte espa?ol, modernizaron la telefon¨ªa, la banca, la petroqu¨ªmica y los servicios en general, pero la voluntad de los jefes de Gobierno choca frecuentemente con imponderables de vieja data y democracias de baja calidad. Y al igual que en el decenio anterior, siete de cada diez nuevos empleos fueron creados por la econom¨ªa sumergida y la chapuza, sin beneficios sociales y con ingresos irregulares.
Cerca de 250 millones de los 431 millones de latinoamericanos, seg¨²n las estad¨ªsticas publicadas, sufren pobreza o miseria; la deuda externa e interna super¨® los 780.000 millones de d¨®lares, 50.000 millones m¨¢s que en el a?o 2000, y el populismo y el caudillaje todav¨ªa cotizan al alza y encumbran a personajes, como el peruano Alberto Fujimori, perseguido por la justicia, despu¨¦s de haberse hecho ricos y pervertir el pluralismo, o el ecuatoriano Abdal¨¢ Bucar¨¢n, que fue destituido por el Congreso con cargos de demencia. El venezolano Hugo Ch¨¢vez fue especialmente diestro en echarse encima a la mitad del pa¨ªs, el prontuario de varios ex presidentes y ex ministros se ventila en los tribunales, y millones pierden la fe en sus pol¨ªticos y en las urnas.
La pasada semana, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, reflexionaba al un¨ªsono con la desesperanza e impl¨ªcitamente con las responsabilidades de su pa¨ªs en la fabricaci¨®n de tiranos durante los a?os de la guerra fr¨ªa. 'Si nos libramos de los dictadores, de los generales, de los reg¨ªmenes autoritarios, las cosas deber¨ªan estar mejor', dijo en un acto en el Consejo de las Am¨¦ricas. 'Tendr¨ªa que haber comida en la mesa, un techo sobre nuestras cabezas, educaci¨®n para nuestros hijos, un sistema de salud'.
No los hay. Nuevamente sobrevino el declive en las tierras de los libertadores del siglo XIX, y la amargura culpa a Crist¨®bal Col¨®n, a los Reyes Cat¨®licos, a Felipe II o a la voracidad y arrogancia de las grandes empresas espa?olas si el interlocutor es ib¨¦rico: 'Ya se llevaron el oro antes y ahora quieren m¨¢s, pero ya no hay'. La realidad es otra. Los cambios de fondo, pol¨ªticos y econ¨®micos, las reformas a las leyes impositivas, sistemas de pensiones, judicatura y normas de regulaci¨®n tardan en llegar. Los resultados de los cambios ya efectuados han sido magros, y las sociedades y las calificadoras de riesgo se impacientan.
M¨¦xico, no obstante, sali¨® bien librado; su acuerdo con la Uni¨®n Europea prospera, y es probablemente el pa¨ªs m¨¢s apetecido y estable. Recibe nuevos flujos de inversi¨®n a pesar de sus problemas, casi todos compartidos por la compleja y dis¨ªmil Latinoam¨¦rica: una masiva evasi¨®n fiscal, fuga de capitales y emigraci¨®n, crisis de los partidos tradicionales, delincuencia y dificultades para conciliar los grandes acuerdos estructurales requeridos por cualquier proceso de desarrollo.
No en vano M¨¦xico comparte 3.200 kil¨®metros de frontera con su poderoso vecino del norte, que no lo dejar¨¢ caer para no ser invadido por legiones de desesperados: bastante tiene con ocho millones, tres y medio indocumentados. Desde que en enero de 1994 entr¨® en vigor el Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (Estados Unidos, Canad¨¢ y M¨¦xico), este ¨²ltimo pa¨ªs dirige hacia el mercado norteamericano el 90% de las exportaciones. Mientras Argentina suplica pr¨¦stamos, M¨¦xico recibi¨® 40.000 millones de d¨®lares desde Washington, de la noche a la ma?ana, durante el batacazo financiero de 1995 que lo puso al borde de la bancarrota.
Supervivencia democr¨¢tica
Las democracias latinoamericanas han sobrevivido sin apenas impuestos a los ricos, con hiperinflaci¨®n, cat¨¢strofes econ¨®micas, asonadas, narcotr¨¢fico y otras calamidades, 'pero un pasado de supervivencia no garantiza un futuro similar', seg¨²n Jorge I. Dom¨ªnguez, catedr¨¢tico de la Universidad de Harvard. La democracia, por s¨ª sola, no conduce a la prosperidad y a la justicia distributiva, y su devaluaci¨®n penetr¨® en la entra?a de Am¨¦rica Latina: sus sociedades emulan a veces el comportamiento de sus peores gobernantes, y manifestantes que baten cacerolas y reclaman decencia y patria fueron indecentes y ap¨¢tridas y estafaron al pr¨®jimo cuando pudieron hacerlo.
El 11 de septiembre incorpor¨® otra distorsi¨®n y otras prioridades en la Casa Blanca. 'Los pa¨ªses que no prestan utilidad en la lucha antiterrorista son considerados como marginales y, en consecuencia, no se les ayuda', acus¨® el presidente brasile?o, Fernando Henrique Cardoso, en Buenos Aires, se?alando a Estados Unidos y al Fondo Monetario Internacional (FMI). Turqu¨ªa, dijo, recibi¨® cuantiosa ayuda del FMI porque es un dique contra el integrismo isl¨¢mico, pero Argentina carece de importancia estrat¨¦gica. 'Los financieros son francamente c¨ªnicos cuando le piden a Argentina que se organice, mientras la dejan caer en un pozo sin fondo'. El pozo que, en buena medida, cavaron los propios argentinos cuando eran altos, rubios y de ojos azules.
El proyecto de Estados Unidos
EUROPA NO CAUSA en la izquierda latinoamericana la aversi¨®n contenida en recientes declaraciones del candidato presidencial brasile?o Luiz Ignacio Lula Da Silva: el ?rea de Libre Comercio de las Am¨¦ricas (ALCA), promovida por Estados Unidos, puede convertir a los pa¨ªses latinoamericanos en colonias. El ALCA, agreg¨®, equivale a 'una anexi¨®n de los pa¨ªses del Mercosur [Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay] y de Am¨¦rica del Sur a un pa¨ªs que detenta la hegemon¨ªa militar, tecnol¨®gica y econ¨®mica'. El proyecto norteamericano, sin contenido pol¨ªtico a diferencia de la integraci¨®n procurada por la Uni¨®n Europea, preconiza el comercio, y resulta atractivo para las naciones vecinas, obligadas a la venta de materia prima, a captar cadenas de montaje de capital norteamericano para crear empleo cerca de sus fronteras y a la cercan¨ªa con un pa¨ªs que es residencia de decenas de millones de mexicanos y centroamericanos y tiene la llave de los organismos multilaterales de cr¨¦dito. Europa es una alternativa, un contrapeso interesante y un bloque menos agobiante que el gringo. Pero de alguna manera, la dependencia de EE UU hace a las econom¨ªas latinoamericanas m¨¢s previsibles: cuando crece el norte, crece el sur. La izquierda, heredera o simpatizante de los movimientos insurgentes y guerrilleros de la d¨¦cada de los setenta, abomina del imperio, que los combati¨® a sangre y fuego, y defiende la preeminencia del Estado en la econom¨ªa. Esa izquierda estigmatiza las privatizaciones de las grandes empresas p¨²blicas, el petr¨®leo o la energ¨ªa, que considera parte de la soberan¨ªa nacional y apetecido bot¨ªn del gran capital. Estados Unidos, poco dispuesto a que Europa penetre demasiado en su zona de influencia, elude esa antipat¨ªa comprometi¨¦ndose con la Carta Democr¨¢tica Interamericana, con la democracia como norma y con el AlCA. Paralelamente negocia otros acuerdos de libre comercio y apremia al Senado la aprobaci¨®n del Tratado de Preferencias Comerciales Andinas (ATPA), que otorga aranceles preferentes a Per¨², Bolivia, Colombia y Ecuador, a cambio de su cooperaci¨®n en la lucha contra el narcotr¨¢fico.
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