Recuerdos polares
Hay quien busca la oportunidad para planificarse un safari fotogr¨¢fico en Kenia; otros prefieren el exotismo de la India o China; muchos turistas prefieren simplemente la playa. En cambio, Guillermo Ba?ales y Josu Feij¨®o, dos monta?eros vascos, so?aban con pisar el Polo. All¨ª no hay monta?as, pero s¨ª hace fr¨ªo, polar evidentemente. Un helic¨®ptero les dej¨® a 137 kil¨®metros del Polo Norte geogr¨¢fico y all¨ª, arropados por un numeroso grupo y por dos experimentados gu¨ªas rusos, caminaron dos semanas en direcci¨®n al punto m¨¢s septentrional del planeta. La Cadena SER les abri¨® ayer los micr¨®fonos para que, en una conversaci¨®n entre amigos, detallaran las an¨¦cdotas de su viaje dentro del programa Dos a las doce.
'El reto est¨¢ en hasta d¨®nde puedas llegar, pero siendo un punto de no retorno'
'Los esquimales creen que hay un clavo de Norte a Sur sobre el que gira la Tierra'
Feij¨®o, publicista vitoriano, diab¨¦tico, de 36 a?os y reconocido por su arte para conseguir patrocinadores en sus numerosas expediciones, se disfraz¨® de entrevistador, c¨®mo si ¨¦l no hubiera participado en el viaje. Dotes tiene. 'Labia' le sobra, advirti¨® al inicio Ba?ales. ?ste es un mec¨¢nico de Zierbena de 35 a?os, monta?ero con clase, con un buen curr¨ªculo como escalador en roca, aunque su aspecto espigado y algo desgarbado pudiera indicar lo contrario, tiene un perfil m¨¢s monta?ero: menos sofisticado, sencillo, muy directo. Ejerce de entrevistado.
Entran pronto al grano, y relatan la expedici¨®n. Ba?ales se confiesa liable, 'no para ir de copas, pero s¨ª a cualquier sitio donde la inmensa mayor¨ªa de la gente dar¨ªa mucho dinero por no ir'. Feij¨®o se pone en la piel de periodista cr¨ªtico y le pregunta a su compa?ero hasta d¨®nde llega la aventura y hasta d¨®nde lo comercial en su viaje. 'Hay gente que ha hecho muchos m¨¢s kil¨®metros. Tambi¨¦n hay otros que, haciendo m¨¢s, han tenido avituallamientos de helic¨®pteros. Entonces, ?qu¨¦ es m¨¢s ¨¦tico? Lo ¨¦tico ser¨ªa salir desde una isla a 800 kil¨®metros del Polo. Nos hemos puesto una meta, dura para nosotros, sin ser lo m¨¢s duro, pero siendo accesible. El reto est¨¢ hasta d¨®nde puedas llegar, pero sabiendo que es un punto de no retorno. No somos expertos polares. Podr¨ªa ser m¨¢s dura, pero nos pod¨ªamos haber quedado all¨ª'.
Esta pol¨¦mica existe, y se acentu¨® cuando, doce d¨ªas despu¨¦s que Feij¨®o y Ba?ales, una expedici¨®n de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, con el alav¨¦s Endika Urtaran, lleg¨® tambi¨¦n al Polo pero despu¨¦s de atravesar casi 300 kil¨®metros.
Feij¨®o insiste, y pregunta hasta qu¨¦ punto han conseguido llegar a la meta gracias a la experiencia de sus dos gu¨ªas rusos. 'Su ayuda es incuestionable, sobre todo en la orientaci¨®n. Eso no quiere decir que no habr¨ªamos podido llegar, simplemente habr¨ªamos tardado m¨¢s'. 'V¨ªctor', a?ade refiri¨¦ndose al gu¨ªa, 'ten¨ªa un olfato exagerado. Cada d¨ªa que pasaba, el GPS le daba la raz¨®n. Pero cuando hab¨ªa alg¨²n problema en el grupo, ellos nunca nos ayudaron, algo que me parece bien. Sin ellos, en vez de 137 habr¨ªamos hecho 150 kil¨®metros'.
La conversaci¨®n por fin deriva en el fr¨ªo, en 'la bofetada que te pega el entorno' al aterrizar, seg¨²n Feij¨®o. El avi¨®n en el que hicieron la primera escala 'no ten¨ªa asientos'. 'Hab¨ªa dentro un dep¨®sito de unos 5.000 litros de combustible y los rusos iban fumando como carreteros', relata Ba?ales. 'La pista deb¨ªa tener unos 300 metros de largo, sobre un espesor de hielo de un metro y medio. A eso lo consideran seguro. Al aterrizar, el avi¨®n pega unos botes impresionantes'.
Al tomar tierra en Borneo -una base flotante, sobre un enorme t¨¦mpano; no confundir con el paraje tropical-, el choque es tremendo: 'Al respirar, los pelos de la nariz se nos medio congelaron. No pod¨ªa respirar bien'. La ¨²ltima escala es en helic¨®ptero. '?Un aparato tipo Falcon Crest, o como de la guerra de Afganist¨¢n?', pregunta el periodista Feij¨®o. 'De guerra, por supuesto, con capacidad para 20 plazas aunque sin asientos', responde su compa?ero. 'Aterrizamos en el hielo, despu¨¦s de bajar uno de los pilotos para comprobar si el hielo era duro y se pod¨ªa aterrizar'.
Una vez en el Polo propiamente dicho, la vida se hace mon¨®tona, 'un d¨ªa se repite al otro', asegura Feij¨®o, con las mismas rutinas 'multiplicadas por ocho'. 'Al levantarnos', recuerda Ba?ales, 'ten¨ªamos el agua derretida en los termos de la noche anterior, para desayunar. Aunque parezca que ¨ªbamos todos juntos, de eso nada. Del primero al ¨²ltimo habr¨ªa un kil¨®metro y medio de distancia'.
All¨ª, con el sol bajo y un fr¨ªo de unos 35? bajo cero, 'los mecheros no funcionan' y los hornillos se encend¨ªan con 'cerillas h¨²medas'. Uno de los trabajos m¨¢s desagradables era 'desmontar las tiendas', porque las barillas se obstru¨ªan. Y dormir. 'Cometimos el error de llevar sacos de plumas', reconoce Ba?ales.
El 14 de abril lo lograron. Llegaron al punto m¨¢s n¨®rdico del planeta. Eran los primeros vascos en pisarlo. All¨ª, llegaron los ritos habituales, unas fotos (con la ikurri?a, con las banderas de los patrocinadores, incluso con la del PNV) y una an¨¦cdota: colocaron un cilindro met¨¢lico que conten¨ªa la declaraci¨®n de Vizcaya sobre el derecho humano al medio ambiente. Por algo la Diputaci¨®n hab¨ªa subvencionado la expedici¨®n. No hab¨ªa mucho tiempo. El helic¨®ptero les recogi¨® de vuelta al calor, y a los homenajes: el lehendakari, el c¨®nsul espa?ol en Mosc¨², Arzalluz... Y tambi¨¦n los esquimales, que les regalaron un clavo incrustado en un trozo de m¨¢rmol. 'Ellos piensan que hay un clavo de Norte a Sur, sobre el que gira la Tierra', explica Ba?ales.
La excursi¨®n no debe ser tan desagradable cuando, poco despu¨¦s de regresar, ya piensan en ir al Polo Sur geogr¨¢fico. Quedan tan maravillados que a los dos se une el entrevistador imaginario. 'Pres¨¦ntame a Josu Feij¨®o ¨¦se famoso, que igual me convenc¨¦is y os acompa?o all¨ª', dice el propio Feij¨®o para cerrar el debate.
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