El maestro que te marc¨®
Una veintena de personalidades recuerdan en un libro a su mejor profesorUna veintena de personalidades recuerdan en un libro a su mejor profesor
Puedo escribir algo sobre un maestro, un profesor o un ense?ante sin dejarle mal?'. Con esta pregunta, el actor Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, que se reconoce como un 'mal estudiante', inicia su particular homenaje a la c¨®mica Carmen Seco, la profesora que hace ya muchos a?os en una escuela de teatro de la CNT le ense?¨® a declamar. No es el ¨²nico que guarda en su memoria un espacio privilegiado para un docente. Santillana acaba de publicar Mi infancia son recuerdos..., un libro colectivo en el que una veintena de personalidades del mundo de la literatura, las artes y los medios de comunicaci¨®n recuerdan a aquel profesor que les marc¨® en la ni?ez.
La periodista y escritora Lorena Berd¨²n hace memoria y recuerda c¨®mo mejor¨® en literatura y lengua en un intento desesperado porque don Jos¨¦ Antonio volviera a creer en ella. Un profesor que era 'duro y exigente', al que admiraba tanto que cuando en un sue?o se le ofreci¨® la oportunidad de pedir dos deseos no lo dud¨®: pidi¨® una mu?eca Barbi y que este docente, que desprend¨ªa 's¨ªmpat¨ªa y rectitud', siguiera siendo su profesor despu¨¦s.
Tambi¨¦n los hay que, como el periodista y divulgador cient¨ªfico Manuel Toharia o el acad¨¦mico de la lengua y fil¨®sofo Emilio Lled¨®, preservan frases de sus profesores que actuaron en ellos como f¨®rmulas m¨¢gicas para abrirles la curiosidad. Toharia recuerda 'la voz tonante del se?or Tinel', profesor de f¨ªsica y qu¨ªmica en los tres a?os de bachillerato y preu, increp¨¢ndoles: 'Jam¨¢s permit¨¢is que os quiten la curiosidad: ?ser curioso es ser cient¨ªfico'. Lled¨® recuerda a don Francisco, un hombre que impart¨ªa una clase que era 'una diversi¨®n, parad¨®jicamente seria y disciplanada', y que adem¨¢s de cultivar la diciplina, haci¨¦ndoles pintar la bandera republicana en la pizarra, les pon¨ªa a leer el Quijote y despu¨¦s exclamaba: 'Y ahora, chicos, sugerencias de la lectura'. 'Nadie en mis a?os de bachillerato, de la Universidad, volvi¨® a proponerme tan liberador lema'.
Fernando Savater, fil¨®sofo y escritor, homenajea a don Gorgonio, un 'maestro jubilado y muy anciano', que le inculc¨® el miedo a practicar un vicio adulto: mentir. Porque este profesor que le daba clases particulares 'era un maestro a la antigua usanza. Y esos pedagogos veterotestamentarios que nunca renuncian a poner tareas'. As¨ª que Savater puso en pr¨¢ctica una peque?a maldad: decirle al docente que a sus padres no les gustaba que les pusieran tareas. 'Un d¨ªa mi madre sali¨® a la puerta a despedir a don Gorgonio y le pregunt¨® por mi rendimiento. El maestro exager¨® mis m¨¦ritos y logros y luego, horror, a?adi¨® que procuraba reducir mis tareas al m¨ªnimo, tal y como mis padres prefer¨ªan', escribe el fil¨®sofo. Conclusi¨®n: 'No mejor¨¦ en cuentas ni en caligraf¨ªa, pero gracias a ¨¦l aprend¨ª a no mentir'.
Jos¨¦ Luis Borau, director de cine y escritor, recuerda a una monja que organizaba la funci¨®n de Los tres cerditos a la hora del recreo. Y a pesar de que nadie aplaudi¨® cuando Borau actu¨®, ¨¦l est¨¢ convencido: 'Susodichos recreos, sin hablar ya del desconsuelo posterior, dejaron su poso en mi ¨¢nimo de escolar primerizo'.
Hay tambi¨¦n personajes que recuerdan que de una reprimenda sacaron su mejor virtud. Como la periodista Concha Garc¨ªa Campoy, que adem¨¢s de a una maestra ejemplar, tiene palabras para otra que en el primer colegio laico al que acudi¨® le parti¨® el tabique nasal por una faceta suya que ha explotado al m¨¢ximo en la radio: hablar. Su colega de profesi¨®n Gemma Nierga descubri¨® que el insulto tambi¨¦n le duele a un profesor. Fue con la se?orita Roma, que abri¨® un libro de Nierga y descubri¨® una pintada que no dejaba lugar a la duda: 'La Roma es una imb¨¦cil'. 'No hace falta decir que nunca m¨¢s me atrev¨ª a calificar por escrito a ninguna de mis profesoras', concluye.
Pero no todos los famosos que re¨²ne el vol¨²men recuerdan a alguien en particular. El ministro del Interior, Mariano Rajoy, hace una redacci¨®n libre sobre el oficio de ense?ar: 'Todos sabemos que un buen profesor es aquel que consigue despertar en el alumno el gusto por la asignatura que imparte y, m¨¢s all¨¢ de ello, una inquietud general por el conocimiento y el saber'. El jugador de golf Severiano Ballesteros reflexiona, y se arrepiente de no haber sido mejor alumno: 'Hoy puedo hablar y recordar mi pasado incluso mejor que otros, dado que echo de menos el no haber estudiado todo cuanto deb¨ª en su momento'. Por eso se permite dar un consejo a los m¨¢s peque?os: 'Que aprovechen las lecciones de sus maestros d¨ªa a d¨ªa'.
El nuevo 'h¨¦roe social'
Josefina Aldecoa, coordinadora del volumen, ha querido con este libro (que Santillana repartir¨¢ de forma gratuita en los centros) 'rendir homenaje a una serie de hombres y mujeres que han dedicado su vida a un oficio hermos¨ªsismo: el oficio de maestro'. Seg¨²n esta escritora y maestra, este trabajo 'es poco valorado y algo a¨²n peor, es atacado a veces consciente, a veces inconscientemente, desde lugares muy variados: sociedad, Administraci¨®n, padres, medios de comunicaci¨®n'. Aun as¨ª, Aldecoa afirma que el maestro es un 'h¨¦roe social' porque tiene una ardua tarea que desarrollar: 'Hacer a los ni?os adultos responsables, maduros y felices'. Los maestros son, dice Aldecoa en el pr¨®logo, 'los que han puesto en nuestras vidas las bases m¨¢s importantes, los pilares m¨¢s firmes para nuestra formaci¨®n profesional y humana. Han despertado en nosotros el deseo de aprender, la curiosidad por el descubrimiento intelectual'.
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