En estado de malestar
Hay un malestar en el aire, un desasosiego general. Est¨¢n ocurriendo demasiadas cosas feas a la vez y cunde la sensaci¨®n de que no hay control sobre los acontecimientos. La econom¨ªa anda rara. El mal sabor de boca que dej¨® la primera vuelta de las presidenciales francesas, a las que pas¨® Le Pen, no se disip¨® del todo cuando casi un 83% vot¨® en su contra, antes que a favor de Chirac, en la segunda. Los italianos se sonr¨ªen. Y cuando estaba Europa digiriendo esto, lleg¨® el asesinato en la tranquila Holanda de Pim Fortuyn, un pol¨ªtico contrario a m¨¢s inmigraci¨®n y anti-islam, pero que al ser gay y tener un segundo Jo?o Varela, negro originario de Cabo Verde, representa una nueva derecha extrema m¨¢s compleja que la de Le Pen. Las dos cuestiones m¨¢s candentes son la violencia y la seguridad ciudadana y la inmigraci¨®n, aunque el discurso sobre la inseguridad ciudadana, como el contrario a la inmigraci¨®n, acaba generando mayor inseguridad en los ciudadanos.
Vivimos tiempos confusos en los que falta sentido de la direcci¨®n y liderazgo. Quiz¨¢s el 11-S haya despertado muchos demonios, demasiados. Pero es lamentable que, aunque haya rectificado posteriormente, desde Schr?der a Charlie McCreevy, ministro de Finanzas irland¨¦s, se haya aprovechado el efecto Le Pen para intentar frenar la profundizaci¨®n de la integraci¨®n europea. Cuando se debe ir en sentido contrario. Frente al rechazo o incluso miedo a la inmigraci¨®n, especialmente isl¨¢mica, llegan unas interesantes propuestas de la Comisi¨®n Europea para crear una gesti¨®n integrada de las fronteras exteriores de la UE. Pues la inmigraci¨®n ilegal no va a poder parar -es un efecto de la globalizaci¨®n y de las crecientes desigualdades-, pero s¨ª se puede frenar, so pena, de otro modo, de que se crezcan los demagogos. El control -que no el muro en contra- de la inmigraci¨®n y la adaptaci¨®n de los llegados a las sociedades receptoras y ¨¦stas a la nueva situaci¨®n se est¨¢ convirtiendo en el mayor reto para Europa en esta d¨¦cada.
Estamos en pleno proceso de cambio, en esa segunda modernidad de la que habla Ulrich Beck (La sociedad del riesgo global, Siglo XXI, 2002), cuyo reto, seg¨²n el soci¨®logo alem¨¢n, es que la sociedad responda no s¨®lo a cinco desaf¨ªos b¨¢sicos (globalizaci¨®n, individualizaci¨®n, revoluci¨®n de los g¨¦neros, subempleo y riesgos globales), sino que lo haga de forma simult¨¢nea. Es una sociedad que ha pasado, como dice Beck, 'de un mundo de enemigos a un mundo de peligros y riesgos, muchos de los cuales son globales', aunque algunos quieran hacer del islam el nuevo enemigo. La incertidumbre es end¨¦mica, y el 'lugar pol¨ªtico de la sociedad del riesgo global no es la calle, sino la televisi¨®n'. Bin Laden lo entendi¨® bien, y contribuye a alimentar el desasosiego que siga en paradero desconocido ocho meses despu¨¦s del 11-S.
Tambi¨¦n alimenta la zozobra Oriente Pr¨®ximo, con la capacidad de contaminaci¨®n global que tiene este conflicto que, de nuevo, se ha convertido en gozne de este mundo, enfrentamiento de sue?o imposible y desesperaci¨®n. Pese a su empe?o en persistir en la v¨ªa de dureza, la pol¨ªtica de fuerza de Sharon ha fracasado en lo que era su objetivo principal: la b¨²squeda de mayor seguridad para los israel¨ªes. Y mientras, el hegem¨®n, EE UU, no ejerce su poder con la responsabilidad debida. S¨®lo tard¨ªamente ha comprendido que no se pod¨ªa dejar Oriente Pr¨®ximo a la deriva. Pero se aleja de la nueva estructura legal global que est¨¢ naciendo -el ¨²ltimo ejemplo ha sido la desfirma del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional- y contribuye a que la inestabilidad global crezca. Y, tras el 11-S, la deriva autoritaria que ya estaba en marcha refuerza la demanda de seguridad, en detrimento de la libertad, desde las calles y plazas de las ciudades hasta en la pol¨ªtica exterior, fruto del malestar que provoca la inseguridad de lo que cada uno es, o el sentido de vulnerabilidad. No todo tiene por qu¨¦ resultar negativo, sin embargo. El riesgo, nos recuerda Giddens, puede ser un principio estimulante.
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