Ley contra el 'botell¨®n'
El borrador de la futura ley sobre el consumo de alcohol en la calle -el botell¨®n-, conocido la semana pasada, responde al compromiso contra¨ªdo hace tres meses por el ministro Rajoy y viene a ser un intento de unificaci¨®n de la normativa dispersa en leyes auton¨®micas y ordenanzas municipales. Se trata de un problema real que tiene dos dimensiones: el consumo de bebidas a edades cada vez m¨¢s tempranas y las molestias para los vecinos. Fue este ¨²ltimo aspecto el que hizo reaccionar a las autoridades, antes de que actuasen por su cuenta los exasperados habitantes de las zonas elegidas por los j¨®venes para concentrarse las noches de los fines de semana.
Seg¨²n el borrador, ser¨¢ ilegal consumir bebidas en la calle cuando suponga alteraci¨®n de 'la tranquilidad ciudadana o la libre circulaci¨®n'; se eleva de 16 a 18 a?os la edad para poder adquirirlas, y se proh¨ªbe la venta nocturna en establecimientos hasta ahora autorizados, como las gasolineras; se prev¨¦n multas elevadas para los establecimientos que incumplan esas restricciones, y sanciones con voluntad pedag¨®gica -trabajos de utilidad social- y aviso a los padres para los menores que infrinjan la ley. Adem¨¢s, se refuerzan las restricciones respecto a la publicidad del alcohol.
La experiencia de las comunidades que ya cuentan con medidas similares no es concluyente. No resulta aceptable, en todo caso, el t¨®pico de que las restricciones son contraproducentes porque a los j¨®venes les atrae lo prohibido. No hay maduraci¨®n de la juventud sin aprendizaje de los l¨ªmites. Los poderes p¨²blicos est¨¢n obligados a garantizar el derecho al descanso de los vecinos, sin que pueda opon¨¦rsele el derecho al botell¨®n de quienes lo impiden los fines de semana.
Del debate habido en las comunidades en que existe una normativa similar a la proyectada ley parece deducirse que hay sectores de la izquierda que vacilan entre la cr¨ªtica al aumento de la intranquilidad ciudadana, de la que culpan a la derecha, y el rechazo a las medidas que buscan remediarlo. Otra cosa es que la ley deba resultar realista. Un puritanismo excesivo -respecto a la publicidad, por ejemplo- o unas medidas inaplicables en la pr¨¢ctica s¨ª pueden tener efectos contrarios al previsto; pero ello depende m¨¢s de la prudencia al aplicar la norma que de la ley misma.
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