El fantasma llega a Holanda
El nuevo escenario pol¨ªtico holand¨¦s lo auguraban algunos, pero pocos cre¨ªan que surgiera con semejante rotundidad. Ganan los cristianodem¨®cratas de la CDA con m¨¢s votos de los que jam¨¢s pensaron poder lograr, Pim Fortuyn logra una gran victoria posmortem y sit¨²a a su lista como segunda fuerza pol¨ªtica, y todos los partidos del Gobierno saliente se hunden, en especial el laborista PvdA de Wim Kok. Es ocioso especular sobre los efectos que el asesinato de Fortuyn a manos de un fan¨¢tico ecologista, o simple descerebrado, haya podido tener sobre los resultados de las elecciones del mi¨¦rcoles. Pero es posible que, en vida, Fortuyn hubiera logrado a¨²n m¨¢s y que votantes suyos hace tan s¨®lo unos d¨ªas optaran finalmente por apoyar a la CDA ante la evidencia de que sin Fortuyn, su partido no es m¨¢s que una agrupaci¨®n de adoradores hu¨¦rfanos sin programa, sin experiencia y sin mayor factor de cohesi¨®n que el malestar. Esto explicar¨ªa el ¨¦xito de Jan Peter Balkanende.
?ste ser¨¢ el encargado de formar un Gobierno de coalici¨®n y todo indica que en el mismo estar¨¢ presente el fantasma del cabeza rapada encarnado en unos cuantos ministerios. Y aunque los ministros hu¨¦rfanos sean unos novatos sin formaci¨®n ni perfil propio, es decir, en principio fagocitables por Balkanende y su partido, la vida da sorpresas y con frecuencia son desagradables. Mucho se ha escrito sobre el c¨¦lebre muerto, y entre tantos esfuerzos de comprensi¨®n hacia el personaje, tan simp¨¢tico por extravagante, se ha corrido peligro de canonizarlo por la v¨ªa de urgencia. Pero las ideas, y ante todo los sentimientos, sobre los que logr¨® cabalgar durante su fugaz pero espectacular carrera siguen ah¨ª y van a estar representadas en el Parlamento por gentes menos brillantes en todo caso y probablemente menos inteligentes. El ¨¦xito de la Lista Pim Fortuyn llevar¨¢ en todo caso al nuevo Gobierno conservador a una pol¨ªtica de mayor rotundidad derechista.
Cuando algo muy similar sucedi¨® en Austria, toda Europa se llev¨® las manos a la cabeza y la UE se lanz¨® a castigar a aquel pa¨ªs con sanciones por su mal criterio electoral. Cuando en Italia se form¨® ese triste triunvirato Berlusconi-Fini-Bossi ya nadie se atrevi¨® a sugerir sanciones a un miembro del G-8. Y despu¨¦s de que Le Pen dejara en evidencia a toda la clase pol¨ªtica francesa en la primera ronda de las elecciones francesas, Europa reaccion¨® con histeria. Eso s¨ª, para zambullirse de nuevo y de inmediato en la autocomplacencia al interpretar los resultados de la segunda ronda como un triunfo de los valores democr¨¢ticos cuando en realidad s¨®lo hab¨ªa sido la previsible confirmaci¨®n de que, puestos ante la disyuntiva de votar a un bronco ultraderechista patibulario o a un miembro de la vieja clase pol¨ªtica, tramposo, bajo sospecha y con problemas de car¨¢cter, se inclinar¨ªan por la segunda opci¨®n. La primera era excesivamente grotesca. Ahora, el fantasma europeo ha nombrado delegado en el Parlamento -y previsiblemente en el Gobierno- de Holanda.
Ser¨ªa ya hora de que los partidos tradicionales, y sobre todo esa izquierda que se est¨¢ suicidando en todo el continente, se planteara las razones por las que sus votantes desertan hacia formaciones populistas que al final siempre cristalizan en el ultraderechismo. Quiz¨¢s la negaci¨®n sistem¨¢tica de evidencias sea una de ellas, en cuestiones de inmigraci¨®n, de integraci¨®n, de delincuencia y tantas otras. La bondad infinita -abran las fronteras-, as¨ª como el dogma de la tolerancia incluso hacia los intolerantes, pueden ser perversos si llevan a ignorar los temores y las experiencias de la propia poblaci¨®n. ?sta se ofende y protesta.
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