Ideolog¨ªa e incompetencia
EN EL VERANO DE 1997 tuvo lugar la primera crisis financiera de la globalizaci¨®n. Comenzando por el sureste asi¨¢tico se extendi¨® a todo el mundo. En aquel momento, el FMI perdi¨® el resto de la virginidad que le quedaba, y fue muy criticado por su actuaci¨®n desde sus propias filas. Hasta entonces, la mayor parte de las opiniones negativas sobre la organizaci¨®n multilateral ten¨ªan un car¨¢cter ideol¨®gico: las pol¨ªticas de talla ¨²nica que aplicaba generaban enormes sacrificios para la poblaci¨®n afectada. Pero a partir de ese momento se abre otra brecha: la de quienes comienzan el fuego graneado sobre la profesionalidad de los t¨¦cnicos y de quienes dirigen el Fondo.
Entre quienes se distinguen por ello (aunque sin abandonar la l¨ªnea de la cr¨ªtica ideol¨®gica, que considera complementaria) est¨¢ el profesor Stiglitz. Un poco despu¨¦s de estos acontecimientos asi¨¢ticos, el hombre que hab¨ªa presidido el Comit¨¦ de Asesores Econ¨®micos de Bill Clinton dimiti¨® de su puesto de vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial, en desacuerdo con las pol¨ªticas aplicadas por estas instituciones. A partir de ese momento, Stiglitz martillea constantemente en sus art¨ªculos, conferencias y dem¨¢s intervenciones con los errores del FMI y las consecuencias m¨¢s desagradables de la globalizaci¨®n. El precedente fue un art¨ªculo publicado en The New Republic, titulado Informaci¨®n econ¨®mica: lo que aprend¨ª en la crisis econ¨®mica mundial. De alguna manera, aquel art¨ªculo indicaba el gui¨®n del libro que ahora aparece publicado como El malestar en la globalizaci¨®n, con una frase que puede figurar como lema y resumen del mismo: 'En teor¨ªa, el FMI apoya a las instituciones democr¨¢ticas de los pa¨ªses a los que ayuda. En la pr¨¢ctica, socava el proceso democr¨¢tico al imponer su pol¨ªtica'.
No es que no sean importantes las consecuencias econ¨®micas de las recetas que aplica el Fondo; lo que ocurre es que muchas veces los an¨¢lisis se concentran exclusivamente en las mismas y olvidan otro tipo de efectos igual o m¨¢s significativos: los pol¨ªticos. Como buen economista, Stiglitz refleja en sus textos ambas secuelas y las funde en el mismo desenlace. Para m¨¢s inri, en octubre del a?o 2000 la Academia de Suecia, en una decisi¨®n que la honra pero que no dej¨® de sorprender (dado que en los ¨²ltimos tiempos la mayor parte de los premiados pertenecen a las escuelas m¨¢s ortodoxas), concedi¨® el Premio Nobel de Econom¨ªa a Joseph Stiglitz. Este reconocimiento acad¨¦mico legitima a¨²n m¨¢s sus opiniones cient¨ªficas sobre lo que est¨¢ pasando, reflejadas en el libro que aqu¨ª se comenta.
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